– Muy bien. Lo que yo iba a decirle es que, tras sufrir el ataque el coronel Baxter, lo que ocurrio hace cinco meses, usted estuvo oficiosa y transitoriamente al frente del Departamento de Justicia, hasta que hace una semana fue oficialmente designado para este cargo. Como todos sabemos, el FBI se encuentra a sus ordenes. Tynan, el director del FBI, es un subordinado suyo, y, por consiguiente, habran ustedes mantenido contactos…
Collins no tuvo mas remedio que echarse a reir.
– ?El director Tynan un subordinado mio? Senor Young, le quedan a usted muchas cosas que aprender.
– Por eso precisamente estoy aqui, senor Collins -dijo Young muy en serio-; estoy aqui para aprender. No puedo escribir una autobiografia del director del FBI sin conocer las exactas relaciones que le unen con el secretario de Justicia, con el presidente, con la CIA, con cualquier persona que ocupe un cargo en el gobierno. Tal vez piense usted que eso se lo deberia preguntar al propio director. Lo he hecho, puede usted creerme. Pero se muestra sorprendentemente vago acerca del proceso gubernamental y del puesto que el ocupa en el mismo. Hay ciertas cosas que no consigo aclarar. Y no porque el no quiera decirmelas; lo que ocurre es que no le interesan y suele mostrarse impaciente. Lo que mas le interesa es hablar de sus hazanas en el FBI bajo J. Edgar Hoover, y luego de su dimision y posterior regreso. Esas cosas tambien me interesan, desde luego. De hecho son la esencia del libro. Pero me interesa tambien establecer cual es el lugar que ocupa, en relacion con sus colegas, claro esta, dentro del conjunto de la estructura del poder.
Collins decidio colaborar en la aclaracion de este punto, aunque ello le llevara algunos minutos mas.
– Muy bien, senor Young, le dire la pura verdad. Dice en el
– No ha hecho tal cosa -dijo Young incorporandose levemente de su asiento-. Se trata de algo que he querido hacer por mi cuenta.
Collins irguio tambien su delgado cuerpo en el giratorio sillon de cuero de alto respaldo.
– Entonces eso lo explica todo -dijo.
Se sentia aliviado. No estaba obligado con el director Tynan. Podia dar por terminada la entrevista sin temor a ofenderle. No obstante, seguia deseando mostrarse amable con Young. Deseaba arrojarle un hueso, aunque fuera pequeno, y despedirle satisfecho.
– De todos modos, y cinendonos a lo esencial, deseaba usted conocer mi opinion acerca del director Tynan con vistas a su libro…
– Con vistas a mi libro no, con vistas al libro de Tynan -se apresuro a especificar Young-. Figurara bajo el nombre de Tynan. A traves de aquellos que trabajan con el, he estado intentando comprender la estructura que le rodea. Aunque usted no le conozca bien, abrigaba la esperanza…
– De acuerdo, aprovechando el poco tiempo de que disponemos, permitame facilitarle mi impresion acerca de el -dijo Collins tratando de hallar algo que no resultara comprometedor-. Mi impresion acerca del director… es que se trata de un hombre de accion, de un hombre practico que no pierde el tiempo con estupideces. Es probablemente muy adecuado para este cargo.
– ?En que sentido?
– Su tarea consiste en investigar el delito, en investigar las transgresiones de caracter federal. Su tarea consiste en desentranar hechos e informar acerca de ellos. No extrae conclusiones de sus hallazgos y ni siquiera hace sugerencias. Mi tarea consiste en hacer el resto, en llevar adelante las acusaciones basandome en sus hallazgos.
– Entonces el hombre de accion es usted -dijo Young.
Collins estudio a su entrevistador con mas respeto, si cabe.
– Pues en realidad no -dijo. Es posible que lo parezca pero no es asi. Yo no soy mas que uno de los abogados del Departamento de Justicia. Nosotros seguimos un camino lento y cauteloso; en cambio, Tynan y sus agentes llevan a cabo la labor directa, la labor peligrosa. Y ahora, como ultima informacion, le dire que se trata de un hombre que… bueno, que cuando se le mete algo en la cabeza, algo en lo que cree, no ceja hasta conseguirlo. Como en el caso de la nueva Enmienda XXXV a la Constitucion, que esta en periodo de ratificacion. En cuanto al presidente se le ocurrio la idea, Tynan no ceso de apoyarla…
Ishmael Young le interrumpio.
– Senor Collins, la Enmienda XXXV no se le ocurrio al presidente. Se le ocurrio al director Tynan.
Sorprendido, Collins miro fijamente al escritor.
– ?De donde ha sacado usted esa idea?
– Del propio director. Habla de ella como si fuera obra suya.
– Pues, independientemente de lo que el pueda pensar, no lo es. No obstante, lo que usted acaba de decirme constituye una demostracion de mis afirmaciones. Cuando cree en algo apasionadamente, convierte este algo en cosa propia. Y es cierto que actualmente constituye la fuerza principal en cuanto a la Enmienda XXXV. Su aprobacion se debe a el como al que mas, tal vez a el mas que a nadie.
– Todavia no ha sido aprobada -dijo Young pausadamente-. Perdoneme pero todavia no ha sido ratificada por tres cuartos de los estados.
– Bueno, pero lo sera -dijo Collins impacientandose levemente ante aquella digresion-. Falta solamente la aprobacion de otros dos estados.
– Y solo quedan tres.
– Dos de los tres van a llevar a cabo su votacion final esta noche. Yo creo que la Enmienda XXXV entrara esta noche a formar parte de nuestra Constitucion. De todos modos, eso no viene al caso como no sea en relacion con el papel desempenado por Tynan en su aprobacion. -Se miro el reloj.- Bueno, creo que es todo lo que…
– Senor Collins, una pregunta mas, si me permite…
Collins levanto la mirada y observo la expresion de interes que se habia dibujado en el rostro de su visitante. Espero.
– Ya… ya se que esto no tiene nada que ver con la entrevista -prosiguio Young-, pero me interesaria conocer su respuesta. -Trago saliva y pregunto:- ?Le gusta a usted esta Enmienda XXXV, senor Collins?
Collins parpadeo y guardo silencio momentaneamente. La pregunta habia sido inesperada. Ademas, jamas se la habia contestado con claridad a nadie, ni aun a su esposa Karen… ni siquiera a si mismo.
– ?Que si me gusta? -repitio lentamente-. No demasiado. No mucho. A decir verdad, no he pensado demasiado en ello. He estado muy ocupado reorganizando el Departamento. He confiado en el presidente y… y en el director…
– Sin embargo, se trata de algo que le atane a usted y a su Departamento, senor.
– Lo se muy bien -dijo Collins frunciendo el ceno-. De todos modos, pienso que el presidente lleva el asunto perfectamente. Es posible que yo tenga ciertas reservas al respecto. Pero no se me ha ocurrido nada mejor. -Se percato de que el amable senor Young iba resultando cada vez menos amable. Experimento la tentacion de dirigirle una pregunta y asi lo hizo:- ?Y a usted le gusta, senor Young? ?Le gusta a usted la Enmienda XXXV?
– ?Estrictamente entre nosotros?
– Estrictamente.
– La aborrezco -contesto Young llanamente-. Aborrezco cualquier cosa que anule la Ley de Derechos.
– Bueno, yo diria que su afirmacion es un poco exagerada. La Enmienda XXXV esta destinada a modificar, a invalidar la Ley de Derechos, pero solo en circunstancias muy determinadas, solo en el caso de una extrema situacion de emergencia interna susceptible de paralizar, amenazar o destruir el pais. Es evidente que nos