– ?Madre mia, que es esto!

Las puntas de las nalgas sonrosadas, morbidas, redondas, desbordan del sillin por ambos lados. Hacia mucho tiempo que Victor no sentia una ereccion callejera.

Cuando ella dobla hacia el frente del hotel, los cuatro ciclistas siguen de largo por el Malecon. Alguien le grita un piropo soez. Se oyen risotadas.

Victor piensa muy rapidamente. Aquellas nalgas que el transito habanero le ofrece inopinadamente, pueden ser exactamente lo que tanto necesita. Y como no hay peor gestion que la que no se hace, la seguira adonde vaya.

El abordaje callejero no es su estilo, pero lo intentara.

Frena y dice a Van Dongen:

– Disculpame Jan, pero no quiero perder esta oportunidad. Por favor, apeate. Por aqui hay muchos taxis…

– No problem -sonrie divertido el narizon-. And good luck!

Jan se apea y se aleja de regreso hacia el Riviera.

La bicicleta ha doblado por la calle 3? y Victor la pierde de vista. Acelera y vuelve a verla, cuando se interna por la proxima bocacalle a la izquierda. El Chevrolet rojo la sigue otra vez a unos 20 metros.

Victor mira la hora, coge su telefono celular y marca rapidamente un numero.

– ?Margaret? Si, soy yo. Por favor dile a Karl Bos que no podre ir a la cita. Me siento mal. No, tranquila, nada grave, dolor de estomago, un poco de fiebre. Eso es. Pidele que fije una nueva cita… Okey, gracias…

Cuando la bicicleta esta a punto de cruzar la proxima calle, Alicia se inclina, quita el pasador y el pedal se desprende. Ella se deja caer al suelo boca abajo; pero al tratar de levantarse rapidamente, queda ahora con un pie entre el cuadro, una mano sobre el manillar y la otra apoyada en la calzada. Aquella postura, le permite una impresionante exhibicion de su retaguardia.

Victor se apea obsequioso y corre a ayudarla.

– ?Se ha hecho dano, senorita?

Alicia ya se ha erguido. Tiene el pedal en una mano y una tuerca en la otra. Y lo mira furiosa, como si el fuera el culpable:

– ?Trasto de mierda!

Le da una patada rabiosa a la bicicleta y rompe a sollozar.

– Calmese, joven. Permitame ayudarla.

Alicia le da la espalda y se pone las manos en la cintura para doblarse con las piernas tiesas e inspeccionar el estado de sus rodillas. Ante la nueva exhibicion de gluteos, Victor se muerde los labios…

Sin darse vuelta, Alicia refunfuna:

– ?Y como me va ayudar? Cuando esta porqueria se atasca, siempre me quedo a pie…

– Permitame acompanarla, puedo meter su bicicleta en el maletero.

Alicia se da vuelta y lo mira, sorprendida:

– ?Cabe ahi?

– Perfectamente…

– ?Y hacia donde uste va?

– Adonde usted mande -y le dedico otra sonrisa de Alain Delon.

Ella no llego a sonreir. Con la discreta aprobacion de la Mona Lisa, le practico un examen visual, de la cabeza a los pies, sin prisa, con un demorado alto en la entrepierna.

– Gracias -le dijo por fin, con un gesto de alivio.

Y Victor volvio a sonreir, seguro de haber aprobado el examen.

6

Cuando un cliente no le resultaba productivo en las primeras cuarenta y ocho horas, o anunciaba marcharse del pais en breve, al otro dia, Alicia salia disciplinadamente a pedalear.

Como hembra habia sido muy precoz. A los quince anos tenia un cuerpazo, ojos muy azules, nariz de sensitivas aletas y esa piel dorada que hace de las rubias caribenas algo tan o mas sexy, a veces, que las famosas mulatas.

Alicia se enamoro de su profesor de educacion fisica, un negro escultural; y consumida por un deseo que ya no podia reprimir, lo forzo a poseerla sobre un colchon del gimnasio.

– Asi es la vida -comento la madre resignada.

Ya ella lo sabia, cono. De tal palo…

– Y ya que estas en eso, aprende. Mira…

Y Margarita la instruyo, casi con mas envidia que amor de madre, hasta donde ella podia instruirla. Y ya que habia dejado de ser nina, le confeso lo de su padre y ella. El tenia amantes. Margarita sufrio mucho. Adoraba a German; pero primero muerta que perder su dignidad. Y se consiguio un tipo, y otro, y otro. Cuando German lo supo, la dejo. Le dijo que habia hecho algo imperdonable.

– El si podia; yo no. ?Te das cuenta? -comento con rabia y distancia en la mirada.

En cuanto a la determinacion de prostituirse, de 'putear' como decia Alicia sin eufemismos ni drama, Margarita tenia la conciencia tranquila. La idea habia sido de Alicia. Original. Suya. Y la habia concebido a los 21 anos, con mayoria de edad, cuando ya era una hembra hecha y derecha; y en algunas cosas, mucho mas madura que su madre. Y con unos cojones mas grandes que los de Antonio Maceo. ?Por tu vida! ?De donde habria sacado la nina aquellas espuelas?

No; ningun cargo tenia en su conciencia de madre. Ni le remordia el haberla ayudado con tanto entusiasmo. La propia Alicia le habia confesado que, mientras no fuera con tipos desagradables, el ejercicio de la puteria le gustaba, era estimulante, divertido.

?Que otra cosa podia hacer Margarita! Como contribucion adicional, habia sacrificado a Carlos, su ultimo querindango, que hacia unos meses vivia con ellas en la casa. Una lastima. Era bueno en la cama, tranquilo, suficientemente enamorado para complacer a Margarita en todo lo que estuviera a su alcance, y sin jamas haberse puesto a joder con reclamos de atencion y escenas de celos. Pero era tan poco lo que podia ayudar…

Y lo boto sin explicaciones.

– ?Nada! Que me canse y punto. ?Dale! Recoge y vete.

Evidentemente, Carlos sobraba para el proyecto de Ali; proyecto razonable, por otra parte; y ya que asi lo habia decidido la nina, manos a la obra. Y sin demora; porque aquel culo, la piel de veintitres anos y sus agallas, no le iban a durar toda la vida.

El recurso de ofrecerse pedaleando, y buena parte de las artimanas para seducir y esquilmar clientes, habian sido creatividad de la propia Alicia; pero Margarita, como Isabel de Castilla, habia creido en el proyecto, y vendio su ultima joya para adquirir una bicicleta en dolares.

– Ahora o nunca -habia dicho Alicia cuando fue a comprarla.

'Por su culpa…', se dijo Margarita, y recordo con inquina a su ex marido. Y a Gorbachov, el calvo hijueputa ese, que habia venido a joderlo todo.

De no haber ocurrido el colapso de la Union Sovietica, en Cuba no habria Periodo Especial. Quiza Alicia hubiese terminado su carrera; y seguramente se habria conseguido un marido dirigente, tecnocrata o artista, como era su aspiracion juvenil. Pero ya en el 94, cuando la crisis afectaba los estomagos, los pies, la conciencia, hasta ahi llego el patriotismo de Alicia y escogio hacerse puta.

– ?Si, puta, puta! ?Claro que si, chica! -habia insistido la nina.

Generalizados los apagones y la distribucion de un panecillo por persona, Alicia hizo varios intentos honestos por conseguirse un extranjero rico, que la sacara del pais y la pusiera a vivir como ella queria. Aducia tener una sola vida y gustos caros. Y esos gustos queria darselos en esta unica vida y cuanto antes.

En dos ocasiones, durante los anos 94 y 95, sus intentos honestos estuvieron a punto de dar resultados, pero a ultimo momento fracasaron.

Llego, pues, el dia en que Alicia decidio hacerse puta.

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