con delectacion, en una cadena infinita. Se olvidaba de la mayor parte de las cosas, excepto del himno, que tarareaba para si, con una expresion apagada en el ojo bueno y con el ojo falso muy abierto, sin ver nada.

A veces, por las noches, lo oia gritar en suenos. Cuando el sacerdote termino de leer, se impuso el silencio y mi padre se dirigio al altar.

La bandera reflejaba la luz que se colaba del exterior, proyectando sobre el rostro de mi padre un brillo multicolor.

– En 1941 mi hermano fue a la guerra -comenzo. Yo lo escuchaba con atencion-. No estoy seguro de que haya regresado…

«Culpamos a la guerra -pense-. Mejor culpemos a Iwo Jima. Dicen que alli dejo algo mas que el ojo.»

Me lleve una mano a la frente y luego me cubri los ojos, mientras oia la voz de mi padre subir y bajar de tono en la iglesia. Por telefono, el habia ido directamente al grano.

– Tu tio se ha suicidado -me informo-. Siento tener que decirtelo.

– ?Como ocurrio? -pregunte, por deformacion profesional.

– No hubo nada especifico. De hecho acababan de ofrecerle un nuevo puesto en la universidad. Recaudacion de fondos, supervision de los programas academicos… la clase de trabajo que se le daba bien.

– ?Habia estado bebiendo?

– Tu tia dice que no. Dice que estaba sobrio, pero que habia estado revisando sus viejos albumes de recortes, de su epoca con los Marines. No le dijo nada; solo subio al primer piso, a su estudio, y saco una veintidos que tenia guardada. Luego entro en el bano, cerro la puerta y se mato.

– ?No dejo ninguna nota? ?Ningun mensaje?

– Nada.

– Lo siento por ti -dije.

– En cierto modo, es un alivio. Hacia mucho tiempo que el no era feliz.

– ?Por que?

– ?Quien sabe?

Mi padre termino de hablar y el organista toco los primeros acordes del himno. Una guardia de honor llevo el ataud hasta el coche funebre. Semper Fidelis. Los segui. Colocaron el feretro en la parte trasera y se apartaron. Sus movimientos eran tan ceremoniosos como exagerados. «La precision y la pompa con que los militares lo disfrazan todo», pense. Mi tia lloraba, pero los ojos de mi padre estaban secos. Se lo veia tan impasible como si estuviese dirigiendo el trafico. Despues, todos subimos a los automoviles para ir al cementerio.

El responso rezado junto a la sepultura fue mas breve de lo que yo esperaba. El sacerdote volvio a leer pasajes tradicionales: polvo al polvo, cenizas a las cenizas. Yo no lo escuchaba. Observaba el rostro de todas las personas que se encontraban alli. Mire a mi hermano. Me pregunte que sentiria yo si el estuviera muerto. Me sorprendi escuchando el repiqueteo de la lluvia sobre el toldo que cubria la tumba. A un lado, los sepultureros aguardaban tranquilamente junto a una excavadora. Se me ocurrio que quiza no habia mejor manera de aprender a ser paciente que trabajar en un cementerio.

Luego terminaron las honras funebres. Nos dimos la mano y expresamos en voz baja nuestros buenos deseos. Me acerque a mi padre.

– Tengo que marcharme -anuncie.

– Habra comida y bebida en casa de tu tia. Me gustaria que vinieses.

– Tengo que marcharme -repeti-. El vuelo sale esta tarde. Cogere un taxi.

– Esta bien -dijo, y se alejo.

Pense en la borrasca proxima a Venezuela. Intente imaginar el centro de la tormenta, los vientos girando a toda velocidad en circulos concentricos, cada vez mas cerrados. Tenia que regresar.

– ?Ahi esta! -exclamo Porter, entusiasmado. Dirigi la mirada al frente y divise las luces de media docena de vehiculos policiales estacionados en el arcen. Habia un corrillo de curiosos a pocos metros de alli, en el patio de una enorme e imponente mansion. Vi el vehiculo amarillo del forense y un furgon sin ventanas, verde y blanco, de los que usan los tecnicos en la escena del crimen. Aparcamos detras del primer coche patrulla.

– ?Que te parece? Les hemos ganado a todos por la mano. No hay una camara de television a la vista. -Porter ya se habia colgado del cuello una camara de fotos y estaba preparando otra-. Vamos -anadio-, antes de que lo tapen todo.

Bajo del coche de un salto y se adentro en el campo de golf a grandes zancadas. Lo segui unos metros mas atras, medio corriendo, medio caminando. En area del decimotercer hoyo, un oficial de uniforme nos detuvo con un grito:

– ?Alto ahi! -Se aproximo a nosotros y agrego-: Esta prohibido el paso.

– Pero no puedo sacar fotos desde aqui -protesto Porter-. Dejenos acercamos solo un poco mas. No se preocupe; no fotografiare nada que ustedes no quieran.

El policia nego con la cabeza. Entonces intervine.

– ?Quien esta al cargo?

– El detective Martinez -respondio-. Y tambien el detective Wilson. Hable con ellos cuando terminen. Por ahora, espere aqui -anadio, volviendonos la espalda.

– Voy para alla -dijo Porter, senalando los matorrales-. Tengo que encontrar un buen angulo.

Se alejo, intentando mantenerse fuera del campo visual del policia. Adverti que uno de los detectives miraba en direccion a mi y lo salude con un ademan del brazo. El se acerco.

– ?Como estas, Martinez? -dije-. ?Que habeis encontrado?

– Hacia mucho que no te veia -observo-. Desde aquel juicio en marzo.

Recorde que el habia sido el testigo principal en el juicio de un adolescente acusado de asesinar a un turista que le habia pedido indicaciones. El caso habia tenido mucha repercusion, especialmente cuando el defensor alego que el muchacho estaba desequilibrado debido a la vida diaria en el gueto. Era una defensa novedosa; el jurado estuvo reunido durante dos horas antes de rechazarla. A todos en la redaccion les habia hecho mucha gracia.

– Es que ya no se cometen crimenes de calidad, ?no crees?

Martinez se rio.

– Si, solo homicidios, violaciones y robos comunes y corrientes. Ya no hay valores.

– Es verdad -respondi-. Pero dime, ?hemos dado con algo interesante aqui?

El detective me miro.

– Hemos dado con un asesinato sangriento -contesto-. Una muchacha, de unos dieciseis o diecisiete anos, a juzgar por el aspecto que tiene por detras. El doctor Smith esta aqui, pero aun no le ha dado la vuelta. Al parecer le dispararon a la nuca con una pistola de gran calibre, tal vez una Magnum 357. Posiblemente una 45 o una 44 especial. Pero fue algo potente; la chica tiene toda la parte posterior de la cabeza destrozada.

Yo habia extraido mi libreta y estaba tomando apuntes. El detective me miro por un momento y luego prosiguio.

– Dios, uno se siente fatal al ver una muchachita como esta asesinada.

Transcribi sus palabras al pie de la letra.

– Sin embargo, hay una cosa muy extrana, aunque no debes publicarla todavia.

– ?Que es?

– ?Me prometes que no la publicaras? -insistio.

– Esta bien, te lo prometo. ?De que se trata?

– Tenia las manos atadas a la espalda. No habia visto algo asi desde… -penso por un momento- aquel gangster, el jugador que encontramos en Glades. ?Lo recuerdas?

– Eso es lo que llaman «asesinato estilo ejecucion», ?verdad?

Martinez se rio.

– Asi es. Ahora bien, ?por que querria alguien ejecutar a una adolescente?

– ?La violaron?

– No estoy seguro -respondio-, toda su ropa parece estar intacta y en su sitio. No lo entiendo.

– ?Que lleva puesto?

– Tejanos, camiseta, sandalias. La indumentaria habitual de los adolescentes. -Hizo una pausa y levanto la vista-. ?Vaya! -exclamo-. Aqui llegan tus hermanos y hermanas.

Mire hacia atras y vi que habia llegado la gente de la television. Venian en equipos, integrados por un

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