Nosotros vivimos varias veces mas que vosotros y esto acelera el progreso tecnico y frena el social. El segundo queda en zaga del primero.

— Lo comprendo — dijo Muratov.

Hacia un rato que habia oscurecido. En el cielo despejado relucian las estrellas como una red de brillantes.

Viyaya se levanto y se acerco a la barandilla de la terraza.

— Mira, Viktor — dijo — alla esta el Sol de nuestro planeta.

Muratov vio una estrellita anaranjado-roja cuya velada luz se perdia entre otras. La pudo encontrar con dificultad a pesar de las indicaciones de Viyaya.

?El Sol de otro mundo!

— Yo se — dijo Viyaya — que nos visitaras. Y es posible que muy pronto. Nuestros planetas iran hombro con hombro por el camino infinito de la vida.

Muratov penso en Guianeya.

Esta estrellita que cintila debilmente en el cielo de la Tierra fue tambien su sol, el que ella nunca habia visto.

— Es interesante como comprendera Guianeya vuestro mundo — pregunto pensativo.

— Esta cuestion esta clara — contesto Viyaya —. Guianeya esta preparada para nuestra vida debido a su larga estancia en la sociedad comunista de la Tierra. Si Liyagueya jamas se adaptaria a nuestra vida como un miembro completamente igual, Guianeya lo hara con toda facilidad. Esta preparada — repitio —. Y ademas es muy joven.

— ?Y si no es asi?

— ?Tienes en cuenta la vejez moral?

— Ha pasado a traves de la muerte — respondio evasivamente Muratov.

Viyaya le miro fijamente.

— Yo comprendo — dijo — lo que te obliga a ti y a todos vosotros a preocuparos de Guianeya. Temeis las consecuencias de vuestro ultimo acto. Pero creeme, Viktor, llegara el tiempo, y no dentro mucho, cuando Guianeya agradecera a todos vosotros el que no la hayais dejado cometer este gran error.

— ?Cuando pensais despertarla?

— Solo cuando estemos en la patria. Sera lo mejor — continuo Viyaya —. Para ella seria mas dificil volver a la vida consciente en la Tierra.

— ?Tienes razon!

— Guianeya se adaptara rapidamente entre nosotros. Y pronto, muy pronto sera una mujer mas entre las nuestras y encontrara su felicidad. La habeis preparado bien.

Muratov quedo pensativo. Tenia fe en la sabiduria y la experiencia de su interlocutor, y se enorgullecio de la ciencia de la Tierra, que supo cerrar ante Guianeya las puertas de la muerte. ?Vivira!

Guianeya, con todas las contradicciones de su naturaleza complicada, era una prueba brillante de que no existen vicio, odio y maldad congenitos. Todo depende en donde y cuando viva la persona, depende del medio ambiente que forma sus concepciones y su caracter.

— Hasta ahora no se como llamais a vuestro planeta — pronuncio Muratov mirando al cielo lleno de estrellas.

— Aquella que tu tambien conoces — respondio Viyaya — recibio el nombre de su patria. Nuestro planeta se llama Guianeya.

FIN

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