ya media hora llamandolos!

— No habia tiempo — dijo Pavlysh —, hubimos de entretenernos en la isla. ?Ha regresado Dimov?

— Estan al legar — respondio la misma voz —. Si, digame, ?Quien le da derecho a vulnerar las reglas de enlace por radio? ?Que chiquillada es esa? ?Quien gobierna el flayer? ?Eres tu Goguia? Te prohibire volar, y ni siquiera Dimov podra defenderte. En cuanto abandono por dos dias la Estacion, todo anda cabeza abajo.

— ?Es usted, Spiro? — pregunto Pavlysh.

— Yo. ?Quien pilota el flayer, pregunto?

— Pavlysh.

— ?Ah, ya veo! ?Es que en la Flota de Altura no les ensenan a mantener comunicacion con el centro?

— No se apresure, Spiro — dijo cansadamente Pavlysh —. Vuelo ahora a poca velocidad. Esperennos dentro de media hora. Preparen la mesa de operaciones.

— ?Aguarda, no desconectes! — grito Spiro —. ?Envio otro flayer para que te ayude?

— ?Para que? ?Para que vuele al lado?

— ?Quien es la victima?

Pavlysh se volvio hacia Pflug.

— ?Que tiene Alan? Seguramente debemos comunicarlo.

— No es Alan — dijo Pflug —, es Marina. Se ha fracturado un ala.

— Dame el microfono…

En la Estacion se llamaba la Cima a una gran sala, abierta en la roca sobre las dependencias basicas, habilitada especialmente para las bioformas-pajaros. Habia en la Cima una cabina de reconocimiento medico y reservas de comida para las aves; se encontraban tambien alli sus dictafonos y los demas aparatos que solian utilizar.

Pavlysh y Marina se hallaban en la sala de la Cima, el sentado en una silla y ella, acomodada en un nido hecho de una ligera y tupida red que habia tejido Van.

Pavlysh no podia hacerse de ninguna de las maneras a la voz metalica de Marina. Comprendia que aquello no era mas que un dispositivo, ya que el pico no estaba adaptado para articular. Pero, al escucharla, procuraba imaginarse la voz de Cenicienta cuando la viera en la luna. El blanco pajaro levantaba las alas y las extendia.

— Tengo reflejos extranos. A veces se me antoja que fui siempre pajaro. No puedes imaginarte lo que es planear sobre el oceano y subir a la altura de las nubes.

— Sonaba en eso durante la infancia.

— Me gustaria volar sobre la Tierra. Aqui todo aparece desierto.

— No seas pajaro siempre.

— Si quiero, lo sere.

— No hagas eso — objeto Pavlysh —. Yo te esperare. Me permitiste buscarte despues de los dos primeros anos de tu aislamiento.

— ?Encontraste aquella necia esquela?

— No era necia.

— Me sentia entonces tan sola y era tan grande mi deseo de que alguien me esperara…

— Mira — Pavlysh saco del bolsillo la nota, rozada ya en los pliegues —. La releo por las noches.

— Da risa. Y me has encontrado aqui.

— Nada ha cambiado. Incluso como pajaro tienes tu encanto.

— ?Quieres decir que, si fuera tortuga, todo cambiaria?

— Seguramente. Las tortugas me disgustan desde la infancia. Nunca tienen prisa.

— Por lo visto, soy una tonta, en fin de cuentas. Estaba segura de que cualquier persona que me viera asi sentiria desencanto. Queria ocultarme.

— ?Quiere decir que mi opinion no te era indiferente?

— No me era indiferente… pero no puedo siquiera bajar pudorosamente la mirada.

— Tapate con un ala.

Marina extendio el ala derecha, la levanto y se tapo con ella la cabeza.

— Excelente — dijo Pavlysh —. ?Querias que le transmitiera una carta a tu padre?

— Si. Ahora. Ya esta lista. La he grabado. Es una pena, no conocera mi voz.

— No te apures. Yo se lo explicare todo. Le dire que le traigo la carta y en seguida le pedire oficialmente tu mano.

— ?Estas loco? ?Pero si yo no tengo manos!

— Eso es un ardid belico. Entonces, tu padre creera que volveras a el sana y salva. iba yo, un brillante cosmonauta de la Flota de Altura, a pedirle la mano de su hija si no estuviera seguro de que habia de obtenerla en fin de cuentas?

— Es usted muy vanidoso, cosmonauta.

— No; simplemente, oculto asi mi timidez. Mi rival me aventaja en todo.

— ?Van?

— En cuanto llegue a Proyecto, adivino por que habia venido. Hubieras debido de oir como arremetio contra mi porque habia volado a la Estacion con el control manual.

— Tonto, pensaba en nosotros. Dormimos en las nubes. Pudiste matarme.

— Eso hace que el me supere mas todavia en nobleza y fidelidad.

— Es mi amigo. Mi mejor amigo. Tu eres otra cosa. Hasta la vista, husar Pavlysh.

El pajaro miraba hacia la puerta por encima del hombro de Pavlysh.

Alli estaba Van. Por lo visto, desde hacia un buen rato, y seguro que lo habia oido todo.

— El carguero esta listo — dijo —, salimos ya.

Dio media vuelta, y el ruido de sus pisadas en la escalera de piedra acabo apagandose a lo lejos.

— Reponte — dijo Pavlysh, tocando la blanda ala del pajaro… Cuando el carguero hubo aterrizado en el planetoide, Van dijo:

— Vete, la nave te espera alli. Yo me quedo, hay que vigilar la descarga.

— Hasta mas ver, Van, seguramente volveremos a encontrarnos, sin duda. La galaxia resulta pequena.

Pavlysh tendio la mano.

— Si — dijo Van —, me habia olvidado del todo.

Se agacho, saco de la guantera un paquete cuadrado envuelto en plastico y dijo:

— Toma. Es un recuerdo.

— ?Que es?

— Ya lo veras en la nave.

Cuando Pavlysh desenvolvio el paquete, ya en la nave, vio un retrato de Marina con un fino marco de malaquita tallada.

FIN

Publicado en: Revista Literatura Sovietica n? 12, 1986.

Traduccion: Juan del Rio.

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