El «Falso Demonio Extranjero» venia aproximandose -?Calvo! Burro…-. Antes A Q habia insultado solo como para si, sin palabras audibles; pero en esta ocasion, debido a su mal humor y debido tambien a que deseaba expresar su necesidad de venganza, las palabras se deslizaron de su boca, queda e involuntariamente.

Por desgracia el «calvo» llevaba en las manos un pulido garrote de color amarillo que A Q llamaba «el baston del duelo» y se le acerco a grandes pasos. A Q supo de inmediato que habia una paliza en perspectiva y se preparo, contrayendo los musculos y encogiendo los hombros; y, en efecto, se oyo un sonoro golpe que parecio aterrizar sobre su cabeza.

– ?Lo decia por el! -explico A Q senalando a un nino que andaba por ahi.

?Paf'! ?paf! ?paf!

Por lo que A Q podia recordar, probablemente esta fuese la segunda humillacion de su vida. Felizmente, cuando el ruido de la paliza ceso, le parecio que el asunto estaba liquidado y en cierto modo se sintio aliviado. Ademas, su preciosa «capacidad de olvido», legada por sus antepasados, produjo efecto. Se fue caminando lentamente y, antes de llegar a la puerta de la taberna, se sintio algo mas feliz.

Pero en direccion contraria venia una pequena monja del Convento del Sereno Recogimiento. En tiempos normales, A Q se habria puesto a maldecir; ?que esperar entonces despues de sus humillaciones? Inmediatamente se acordo de lo que le habia sucedido y se enfurecio de nuevo.

– No sabia a que debia mi mala suerte de hoy, pero, pensandolo bien, debe de ser porque tenia que verte a ti -se dijo.

Se acerco a ella, escupio ruidosamente y dijo:

– ?Ufl ?Pu!

La monjita no le presto la menor atencion y siguio caminando con la cabeza baja. A Q continuo junto a ella, estiro de repente la mano, le sobo la cabeza recien afeitada y, riendo estupidamente, le dijo:

– ?Pelada! Vuelve pronto, que tu bonzo te esta esperando…

– ?Por que me pones la mano encima…? -dijo la monja, enrojeciendo, tratando de alejarse rapidamente.

Los hombres que habia en la taberna se rieron a carcajadas. A Q, al ver que su hazana era apreciada, empezo a sentirse estimulado.

– Si el bonzo te puede tocar, ?por que no voy a tocarte yo? -dijo, pellizcandole la mejilla.

Los de la taberna volvieron a reir a carcajadas. A Q se sintio aun mas complacido y, con el objeto de dar satisfaccion a los espectadores, volvio a pellizcarla con fuerza antes de permitirle marchar.

Tras ese encuentro, A Q olvido a Bigotes Wang y al Falso Demonio Extranjero, como si se hubiera desquitado de toda la mala suerte de aquel dia, y, cosa extrana, sentiase mucho mejor que despues de la paliza, agil y ligero como si fuera a flotar en el aire.

– ?Ojala el maldito A Q muera sin descendencia! -se oyo sollozar a la distancia a la pequena monja.

– ?Ja, ja, ja! -rio A Q completamente satisfecho.

– ?Ja, ja, ja! -rio la gente en la taberna, tambien sumamente complacida, aunque no tanto como A Q.

IV. Tragedia de amor

Hay quien dice que hay vencedores que no encuentran ningun placer en la victoria si el contrario no es tan fuerte como un tigre o un aguila; y si sus rivales son timidos como ovejas o gallinas, sienten que el triunfo es vacio. Por otra parte, hay vencedores que, despues de conquistarlo todo, muerto o rendido el enemigo, dicen la frase clasica: «Vuestro subdito, temeroso y temblando, se presenta ante vos para que le perdoneis el crimen que merece la pena de muerte». Se dan cuenta de que ya no tienen enemigo, ni rival, ni amigo, desolados 37 y aislados. Y entonces sienten que la victoria es algo tragico. Pero nuestro heroe no era de esa clase: el siempre se sentia optimista. Tal vez esta sea la prueba de la supremacia moral de China sobre el resto del mundo.

?Ved a A Q agil y ligero como si fuera a flotar!

Pero aquella victoria no estuvo exenta de raras consecuencias. Durante largo rato parecio flotar y se fue como volando al Templo de los Dioses Tutelares, donde normalmente se habria puesto a roncar apenas se hubiera acostado. Sin embargo le fue muy dificil cerrar los ojos esa noche, porque sentia que algo extrano le sucedia en el pulgar y el indice, que parecian mas suaves y resbaladizos que de costumbre. Es imposible decir si habia una sustancia suave y oleosa en la mejilla de la monja, que se hubiese adherido a sus dedos, o si estos se habian puesto resbaladizos al frotar la piel de ella…

– ?Ojala el maldito A Q muera sin descendencia!

Las palabras resonaron en los oidos de A Q que penso: «Tiene razon: yo deberia tener una mujer; porque si un hombre muere sin hijos, no tiene a nadie que haga un sacrificio con un plato de arroz para su alma… Deberia tener una mujer». Se dice: «Hay tres formas de conducta poco filial, la peor de las cuales es no tener descendientes» y es tambien una gran pesadumbre, pues «las almas sin descendientes viven hambrientas». De modo que su pensamiento estaba en perfecto acuerdo con las ensenanzas de los santos y los sabios; pero era una lastima que despues tuviera que vagar sin rumbo, incapaz de detenerse. «?Mujer, mujer!…», penso.

«El bonzo puede tocar… ?Mujer, mujer… mujer!», volvio a pensar.

Nunca sabremos cuando comenzo a roncar A Q aquella noche. Es probable, sin embargo, que a partir de entonces sintiera siempre suaves y resbaladizos los dedos y ligero el corazon.

«?Mujer…!», seguia pensando.

Por esta sola razon puede verse que la mujer es cosa danina para la humanidad.

La mayor parte de los varones chinos podrian llegar a ser santos y sabios si no fuera por el hecho infortunado de que son arruinados por las mujeres. La dinastia Shang fue destruida por Da Chi, la dinastia Chou fue debilitada por Bao Si; en cuanto a la dinastia Chin… aunque no existe evidencia historica que lo pruebe, si pensamos que cayo por causa de alguna mujer, no andaremos muy descaminados. Y es un hecho que la muerte de Dong Chuo fue causada por Diao Chan.

Empecemos por decir que tambien A Q habia sido un hombre de moral estricta. Aunque no sabemos si fue guiado por las ensenanzas de algun buen maestro, siempre se habia mostrado muy escrupuloso en la observacion de la «estricta separacion de los sexos» y era lo suficientemente recto para denunciar a herejes como la pequena monja y Falso Demonio Extranjero. Su tesis era: «Todas las monjas mantienen sin duda relaciones clandestinas con los monjes. Cuando una mujer camina sola por la calle, sin duda tiene la pretension de seducir a los hombres malos. Cuando un hombre y una mujer hablan a solas, sin duda estan planeando una cita». Con el objeto de castigar sus desviaciones de la moral, A Q los miraba con furia o hacia unas cuantas observaciones punzantes en voz alta; o bien, si el sitio estaba desierto, lanzaba disimuladamente una piedrecita.

?Quien iba a decir que, cerca de los treinta anos, que es cuando un hombre debe «tener los pies firmemente en la tierra», perderia la cabeza de aquel modo por una monjita! Aquel sentimiento de ligereza, de acuerdo con los canones clasicos, no deberia haber existido; es cierto que las mujeres son criaturas odiosas. Porque, de no haber sido suave y resbaladiza la cara de la monjita, A Q no hubiese sido hechizado por ella; tampoco si el rostro de la monja hubiera estado cubierto por un velo. Cinco o seis anos atras, en medio del publico de una representacion teatral al aire libre, habia pellizcado el muslo a una mujer; pero como el muslo estaba aislado por la tela del pantalon, no se sintio despues presa de esa sensacion de ligereza. Pero la monjita no se habia cubierto el rostro y esta era otra prueba de la malignidad de aquella hereje.

«Mujer…», pensaba A Q.

El mantenia bajo estrecha vigilancia a aquellas mujeres que el creia que «ciertamente deseaban seducir a los hombres malos», pero ellas no le sonreian. Escuchaba con toda atencion a las mujeres que conversaban con el, pero ninguna decia una palabra que pudiera llevar a un trato. ?Ah!, aquel era otro ejemplo de la malignidad femenina: todas asumian un aire de «falsa honestidad».

Un dia en que A Q estaba descascarando arroz en la casa del senor Chao, se sento en la cocina a fumar una pipa despues de cenar. De haberse tratado de cualquier otra casa, se hubiera vuelto inmediatamente despues de la cena, pero en la de la familia Chao se acostumbraba a cenar temprano. Aunque era regla no encender la lampara, sino irse directamente a la cama despues de cenar, habia excepciones: primero, antes de que el hijo del senor Chao rindiera los examenes de bachillerato, se le permitia encender la lampara para estudiar sus textos; segundo, si A Q venia a hacer trabajos ocasionales, se le permitia encender una lampara cuando tenia que

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