esta debajo de vuestra ruta regular encendieramos una hoguera para llamar la atencion? Nos ahorrariamos un buen paseo.

— Temo no ver de que forma el llamar su atencion podria ayudarnos, incluso si pudieramos hacer una hoguera lo suficientemente grande para ser vista.

— ?No bajarian y nos rescatarian?

— Bueno…, si, supongo. Sin embargo, me temo que no quiero llegar tan pronto a las Murallas.

En este caso es posible que el asunto se aclarase si Kruger hubiera seguido la conversacion, pero habia ya oido a Dar hablar de las Murallas y tenia la impresion de que cuando hablaba asi de la region del hielo lo hacia con un significado religioso que el pequeno piloto no estaba dispuesto a explicar. Tal vez estuvieran programados estos viajes de forma que solo requerian la presencia de Dar en ciertos casos. Incluso percances del tipo del que habia sufrido el piloto tenian su sitio en el programa. Esta era una idea bastante poco logica, pero al menos concordaba con muchas de las cosas dichas por Dar Lang Ahn, y Kruger no queria ofender a su pequeno companero. De esta forma se cambio el tema de conversacion y Dar creyo haber explicado bien lo que ocurriria si por desgracia alguno de sus amigos se pusieran a examinar a fondo los alrededores de un fuego y Dar estuviera por alli cerca.

— ?Que pasara despues de llegar al hielo? — fue la siguiente pregunta de Kruger. Si aquello era un tema peligroso se supuso que Dar esquivaria las cuestiones que no quisiera tratar.

— Tienen que pasar aun unos pocos anos — respondio el otro con calma —. Veintidos, si recuerdo bien la fecha. Si hay algun planeador disponible supongo que reanudare mi trabajo normal. Si no sera lo que los Profesores dispongan.

Kruger habia llegado a la conclusion de que la palabra «ano» debia interpretarla como un ciclo del sol rojo; asi el tiempo que Dar habia dicho era aproximadamente de trece meses. Antes de que pudiera formular ninguna otra, el nativo le hizo una pregunta.

— ?Y tu que haras? ?Vendras en serio a la zona de hielo y te enfrentaras con los Profesores? Mas bien me inclino a pensar que planeas quedarte en la costa cuando lleguemos a ella.

— Creo que sera mas conveniente para mi ir contigo mientras me lo permitas. Es tu gente, claro; si no quieres que los vea, eso es cosa tuya.

— Si que lo deseo, y mucho, pero no estoy seguro de como te enfrentas con la idea.

— ?Por que debian molestarme? Necesito mas la ayuda que tu; tal vez tus Profesores esten dispuestos a prestarmela. Supongo que tu grupo estara ocupado, si es que piensas ponerte inmediatamente a trabajar, pero puedo esperar. Tal vez despues de que hayas realizado tu mision puedas echarme una mano, y estoy dispuesto a hacer lo que sea por vosotros mientras tanto.

Dar tardo en responder; antes de que Kruger le conociera lo suficiente para darse cuenta del impacto de sus palabras, habia olvidado ya los detalles de la conversacion.

Con toda seguridad que nunca se dio cuenta de los sentimientos de Dar en ese momento. La respuesta fue todo lo poco comprometedora que el pequeno piloto pudo lograr.

— Estoy seguro de que podremos hacer algo.

Sin embargo, estaba empezando a desarrollarse entre los dos una amistad personal.

Kruger lo hubiera jurado a cualquier precio; sabia lo que sentia por Dar, y tenia una buena evidencia de lo que sentia el piloto por el. Esto se demostro cuando por fin llegaron a la costa, despues de haber empleado en el viaje varios de los veintidos «anos» que Dar habia mencionado.

La selva se habia aclarado un poco y trozos de lava y cenizas volcanicas aparecian en buen numero. Era evidente que los volcanes locales habian estado en actividad hace poco. Tenian que escalar solo los ultimos cientos de millas. Ninguna de las colinas tenia mas de unos cuantos cientos pies de altura, pero eran bastante escarpadas, ya que la ceniza volcanica al posarse lo hace con un angulo de reposo de treinta grados.

Recordando lo que Dar habia dicho antes, Kruger sospechaba que muy pronto llegarian a ver el mar, pero sin embargo esto le cogio por sorpresa.

Estaban delante de una colina que aparentemente era como las otras cuando llegaron a un lugar desde el cual pudieron por primera vez contemplar muchas millas del terreno que tenian delante. Habia mucho que ver.

Dos conos volcanicos bastante grandes y de unos mil pies de altura estaban situados a ambos lados de su camino hacia el norte. Entre ellos brillaba un campo de un intenso color azul que no podia ser otra cosa que el agua que durante tanto tiempo habian buscado. Pero ni esto llamo mucho la atencion de ninguno de los dos viajeros. En lugar de ello pasaron varios minutos con la mirada fija en el area de terreno que se extendia entre ellos y el mar, que era una region que iba desde la clave de arco que formaban los volcanes hasta las lomas en que se encontraban. Fue entonces cuando se volvieron el uno hacia el otro casi simultaneamente, a la vez que preguntaban: «?Tu gente?»

IV. ARQUEOLOGIA

Hablando con rigor, no era que se viese a alguien, pero resultaba evidente que alli habia o habia habido gente. Las ciudades no se construyen por si solas y era evidente que sin importar si se miraba con unos ojos humanos o abyormitas, entre los dos conos se veia una. Ninguno de los edificios parecia ser demasiado alto. Tres o cuatro pisos, juzgando por la situacion de las ventanas, era el maximo. Estas parecian ser bastante grandes, aunque claro esta que por la distancia seria muy dificil ver las pequenas, y no habia ningun reflejo que indicara que alguna de ellas tuviera cristales. Naturalmente, esto podria ser debido a la casualidad, pero con dos soles alumbrando en el cielo y los miles de ventanas que habia, la posibilidad era muy remota.

Kruger advirtio casi inmediatamente que si sus ideas sobre el piloto eran correctas un lugar como este dificilmente podria haber sido construido por la raza del piloto. Sin embargo, aguardo la respuesta, que tardo varios segundos en venir, pues Dar esperaba tambien la misma contestacion. Fue Kruger el primero en ceder.

— No, este lugar no ha sido construido por mi gente. No lo habia visto nunca, ni siquiera algo parecido.

Dar oyo esta afirmacion con ciertas reservas, pero el tambien nego cualquier conocimiento del lugar.

— Los refugios en el casquete polar se hallan bajo tierra — dijo —. Estos estan en la superficie. El lugar de donde yo vengo, Kwarr, esta tambien en la superficie, pero la forma y color de sus edificios es muy diferente. Tampoco habia visto un lugar como este — Dar confio que el haber dicho la palabra «tampoco» no fuera una deduccion suya propia.

— Me parece que este lugar esta desierto. De cualquier modo, investiguemosle.

Fue entonces cuando Dar demostro la amistad que profesaba al ser humano. De haber estado solo hubiera evitado la ciudad lo mas posible. No estaba tan contento como debiera con la afirmacion de Kruger de que la ciudad se hallaba desierta; los Profesores habian sido bastante misteriosos con algunos aspectos del asunto del fuego. Pese a sus dudas, que estaban muy proximas a ser temores, Dar Lang Ahn no puso ninguna objecion a la propuesta de Kruger y los dos echaron a andar cuesta abajo hacia la ciudad.

Antes de llegar tuvieron que atravesar aun varias millas de selva. Dar noto con curiosidad que incluso los ruidos de animales de la vegetacion que les rodeaba estaban desapareciendo. Si Kruger advirtio esto, no lo menciono. Tal vez no se hubiera dado cuenta, penso Dar, que sabia desde hacia ya tiempo que su oido era mucho mas agudo que el de su amigo. La falta de animales salvajes podia significar que la ciudad no estaba tan desierta como creia Kruger, y Dar preparo su ballesta.

No hubo, aun asi, razon alguna para utilizar el arma. De esta manera, los dos se situaron con la selva detras y unas pocas yardas tan solo de terreno relativamente claro entre ellos y la ciudad. Se pararon alli para examinarla con detenimiento.

Nada se movia y ni Dar podia oir algo sospechoso. Despues de esperar unos minutos, Kruger siguio hacia adelante. No miraba atras ni preguntaba si Dar le seguia. pero el piloto estaba con el, con pensamientos indescriptibles para un ser humano revolviendose en su cabeza. Si algo fuera a pasar, si su ilogica confianza en Nils Kruger estaba injustificada, era ahora el momento de saberlo. Aun esgrimia su ballesta, pero en su honor se puede decir que no apuntaba adonde Kruger se encontraba.

El suelo de tierra se convirtio de repente en pavimento firme, sobre el cual las zarpas de Dar resbalaban levemente. Como los edificios, el piso estaba hecho con bloques de lava cuidadosamente cortados en angulo recto y acoplados. Los edificios no eran, en terminos absolutos, tan altos como Kruger habia supuesto desde lejos; lo que si tenian eran los tres o cuatro pisos que la disposicion de las ventanas hacia suponer. Cada piso media unos cinco

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