Temblando, Flavia solto el telefono y volvio al recibidor. Brett seguia en el mismo sitio, pero habia conseguido ponerse de lado y se abrazaba el pecho, gimiendo.

Flavia se arrodillo a su lado.

– Brett, tengo que ir a buscar a un medico.

Flavia oyo un sonido ahogado y la mano de Brett se acerco a la suya. Los dedos apenas llegaron a rozar el brazo de Flavia antes de caer desmayados al suelo.

– Frio -dijo tan solo.

Flavia se levanto y fue al dormitorio, tiro del edredon, lo arrastro al recibidor y lo extendio sobre la figura inmovil. Abrio la puerta de la escalera, sin preocuparse de comprobar antes por la mirilla si habian vuelto los dos hombres. Dejando la puerta abierta, bajo corriendo dos tramos de escalera y golpeo con fuerza la puerta del piso de abajo.

A los pocos momentos, la abrio un hombre de mediana edad, alto y medio calvo, con un cigarrillo en una mano y un libro en la otra.

– Luca -jadeo Flavia, sobreponiendose al impulso de gritar, porque el tiempo pasaba y nadie venia a atender a su amante-. Brett esta herida. Necesita un medico. -Bruscamente, le fallo la voz y empezo a sollozar-. Por favor, Luca, por favor, traeme a un medico. -Lo asia del brazo, incapaz de seguir hablando.

Sin decir palabra, el hombre retrocedio un paso y agarro unas llaves de encima de una mesa que habia al lado de la puerta. Dejo caer el libro al suelo, cerro la puerta y desaparecio por la escalera abajo antes de que Flavia pudiera decir mas.

Flavia volvio a su apartamento subiendo los peldanos de dos en dos. Vio que debajo de la cara de Brett habia un charquito de sangre, en el que flotaba un fino mechon de pelo. Anos atras, habia leido que a las personas en estado de shock hay que mantenerlas despiertas, que es peligroso que se duerman, por lo que volvio a arrodillarse al lado de su amiga y la llamo. Ahora uno de los parpados estaba tan hinchado que no podia abrirse, pero al sonido de la voz el otro se entreabrio ligeramente y Brett la miro sin dar senales de reconocerla.

– Luca ha ido a buscar a un medico. Enseguida estaran aqui.

Lentamente, la mirada parecio extraviarse, luego volvio a fijarse en ella. Flavia se sento sobre los talones e inclinando el cuerpo hacia adelante aparto el pelo que cubria la cara de Brett y sintio que la sangre le empapaba los dedos.

– Todo se arreglara. Enseguida llegaran y te curaran. Todo se arreglara, mi vida. No tengas miedo.

El parpado se cerro, se abrio, la mirada se perdio, luego volvio.

– Duele -susurro.

– No te apures, Brett. Pronto pasara.

– Duele.

Flavia acerco la cara a la de su amiga, tratando de hacer que aquel parpado siguiera abierto, de captar la atencion de aquella mirada, musitando frases que luego no recordaria. Al cabo de un rato, estaba llorando, sin darse cuenta.

Vio la mano de Brett, semiescondida por el edredon y la asio con suavidad, como si fuera del mismo plumon que la envolvia.

– Pronto estaras bien, Brett.

De pronto, oyo pasos y voces en la escalera. Por un momento, penso que pudieran ser los dos hombres que volvian para terminar lo que fuera que hubieran venido a hacer. Se levanto y fue hacia la puerta, confiando en poder cerrarla a tiempo, pero entonces vio la cara de Luca y, detras de el, a un hombre con chaqueta blanca y un maletin negro.

– Gracias a Dios -exclamo y comprobo con sorpresa que lo decia sinceramente. Detras de ella, ceso la musica. Finalmente, «Elvira» tenia a su «Arturo» y la opera habia terminado.

2

Flavia retrocedio para dejar entrar a los dos hombres.

– ?Que hay? ?Que ha ocurrido? -pregunto Luca mirando el edredon del suelo y la figura que cubria. Dio mio -murmuro sin poder contenerse y se inclino hacia Brett, pero Flavia extendio el brazo atajando el movimiento y llevandoselo de alli, para hacer sitio al medico al lado de la mujer que estaba en el suelo.

El medico se agacho y alargo la mano buscando el pulso del cuello. Al comprobar que era lento pero firme, retiro el edredon para examinar las lesiones. El jersey estaba ensangrentado y fruncido bajo las axilas, dejando el torso al descubierto. La piel tenia desgarros y marcas rojas que estaban amoratandose.

– Signora, ?puede usted oirme? -pregunto el medico.

Brett hizo un sonido gutural; le era muy dificil articular palabras.

– Voy a moverla. Solo un poco, lo justo para examinarla. -Hizo un ademan a Flavia, que se arrodillo al otro lado-. Sujetele los hombros. Tengo que estirarle las piernas. -El medico asio la pierna izquierda por la pantorrilla, la enderezo y repitio la operacion con la derecha. Lentamente, dio la vuelta a la agredida y Flavia le apoyo el hombro en el suelo. Todos estos movimientos llegaban a la semiinconsciente Brett como una nueva oleada de dolores, y ella gemia.

– Traiga unas tijeras -dijo el medico a Flavia que, obediente, entro en la cocina y saco unas tijeras de un gran bote de ceramica de la encimera. Entonces noto el calor del aceite que siseaba en la sarten en el fogon. De un manotazo, hizo girar la llave y volvio rapidamente junto al medico.

Este corto el ensangrentado jersey para liberar el torax. El hombre que la habia golpeado llevaba un grueso anillo de sello que habia dejado pequenas improntas circulares mas oscuras en las ya amoratadas senales de los golpes.

El medico volvio a inclinarse.

– Ahora procure abrir los ojos.

Brett trato de obedecer, pero solo pudo abrir uno. El medico saco una linternita del maletin y le ilumino la pupila, que se contrajo. Involuntariamente, ella cerro el parpado.

– Esta bien -dijo el medico-. Ahora mueva la cabeza, aunque solo sea un poco.

Aunque le costo un gran esfuerzo, Brett lo consiguio.

– Y ahora la boca. ?Puede abrirla?

Ella lo intento y ahogo un grito de dolor, un sonido que hizo a Flavia buscar el apoyo de la pared.

– Ahora le examinare las costillas, signora. Cuando le haga dano, digamelo. -Le palpo las costillas suavemente. Ella se quejo dos veces.

El medico saco un sobre de gasa esteril y lo abrio. Empapo la gasa en antiseptico y, lentamente, empezo a limpiarle la cara de sangre. La fosa nasal derecha y el corte del labio seguian sangrando. El hombre hizo una sena a Flavia, que volvio a arrodillarse a su lado.

– Mantengale esto en el labio y procure que no se mueva.

Dio a Flavia la gasa manchada de sangre, y ella obedecio.

– ?Donde esta el telefono? -pregunto el medico.

Flavia senalo la sala con un movimiento de la cabeza. El medico desaparecio por la puerta, y Flavia le oyo marcar y hablar con el hospital. Pedia una camilla. ?Por que no se le habia ocurrido? La casa estaba tan cerca del hospital que no hacia falta ambulancia.

Luca andaba alrededor de ellas, sin saber que hacer, hasta que finalmente se inclino y tapo a Brett con el edredon.

El medico volvio y se agacho al lado de Flavia.

– Ya vienen. -Miro a Brett-. No puedo darle nada para el dolor hasta que le hagamos las radiografias. ?Duele mucho?

Para Brett el mundo era solo dolor.

El medico, al ver que temblaba, pregunto:

– ?Tienen mas mantas? -Luca, al oirlo, entro en el dormitorio y salio con una colcha que entre el y el medico extendieron encima de ella, pero no parecio que sirviera de algo. El mundo se habia enfriado, y ella no sentia nada

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