Francisco Delicado

La Lozana andaluza

Dedicatoria

Ilustre Senor:

Sabiendo yo que vuestra senoria toma placer cuando oye hablar en cosas de amor, que deleitan a todo hombre, y maxime cuando siente decir de personas que mejor se supieron dar la manera para administrar las cosas a el pertenecientes, y porque en vuestros tiempos podeis gozar de persona que para si y para sus contemporaneas, que en su tiempo florido fueron de esta alma ciudad, con ingenio mirable y arte muy sagaz, diligencia grande, verguenza y conciencia, «por el cerro de Ubeda» ha administrado ella y un su preterito criado, como abajo diremos, el arte de aquella mujer que fue en Salamanca en tiempo de Celestino segundo; por tanto he dirigido este retrato a vuestra senoria para que su muy virtuoso semblante me de favor para publicar el retrato de la senora Lozana. Y mire vuestra senoria que solamente dire lo que oi y vi, con menos culpa que Juvenal, pues escribio lo que en su tiempo pasaba; y si, por tiempo, alguno se maravillare que me puse a escribir semejante materia, respondo por entonces que epistola enim non erubescit, y asimismo que es pasado el tiempo que estimaban los que trabajaban en cosas meritorias. Y como dice el cronista Fernando del Pulgar, «asi dare olvido al dolor», y tambien por traer a la memoria muchas cosas que en nuestros tiempos pasan, que no son laude a los presentes ni espejo a los a venir. Y asi vi que mi intencion fue mezclar natura con bemol, pues los santos hombres por mas saber, y otras veces por desenojarse, leian libros fabulosos y cogian entre las flores las mejores. Y pues todo retrato tiene necesidad de barniz, suplico a vuestra senoria se lo mande dar, favoreciendo mi voluntad, encomendando a los discretos lectores el placer y gasajo que de leer a la senora Lozana les podra suceder.

Argumento en el cual se contienen todas las particularidades que ha de haber en la presente obra

Decirse ha primero la ciudad, patria y linaje, ventura, desgracia y fortuna, su modo, manera y conversacion, su trato, platica y fin, porque solamente gozara de este retrato quien todo lo leyere.

Protesta el autor que ninguno quite ni anada palabra ni razon ni lenguaje, porque aqui no compuse modo de hermoso decir, ni saque de otros libros, ni hurte elocuencia, porque: para decir la verdad, poca elocuencia basta, como dice Seneca; ni quise nombre, sino que quise retraer muchas cosas retrayendo una, y retraje lo que vi que se deberia retraer, y por esta comparacion que se sigue veran que tengo razon.

Todos los artifices que en este mundo trabajan desean que sus obras sean mas perfectas que ningunas otras que jamas fuesen. Y vese mejor esto en los pintores que no en otros artifices, porque cuando hacen un retrato procuran sacarlo del natural, y a esto se esfuerzan, y no solamente se contentan de mirarlo y cotejarlo, mas quieren que sea mirado por los transeuntes y circunstantes, y cada uno dice su parecer, mas ninguno toma el pincel y emienda, salvo el pintor que oye y ve la razon de cada uno, y asi emienda, cotejando tambien lo que ve mas que lo que oye; lo que muchos artifices no pueden hacer, porque despues de haber cortado la materia y dadole forma, no pueden sin perdida emendar. Y porque este retrato es tan natural, que no hay persona que haya conocido la senora Lozana en Roma o fuera de Roma que no vea claro ser sacado de sus actos y meneos y palabras; y asimismo porque yo he trabajado de no escribir cosa que primero no sacase en mi dechado la labor, mirando en ella o a ella. Y viendo, vi mucho mejor que yo ni otro podra escribir, y dire lo que dijo Eschines, filosofo, leyendo una oracion o proceso que Demostenes habia hecho contra el; no pudiendo exprimir la mucha mas elocuencia que habia en el dicho Demostenes, dijo: «?Que haria si oyerais a el?», Quid si ipsam audissetis bestiam? Y por eso vendra en fabula mucho mas sabia la Lozana que no mostraba, y viendo yo en ella muchas veces manera y saber que bastaba para cazar sin red, y enfrenar a quien mucho pensaba saber, sacaba lo que podia, para reducir a memoria, que en otra parte mas alta que una picota fuera mejor retraida que en la presente obra; y porque no le pude dar mejor matiz, no quiero que ninguno anada ni quite; que si miran en ello, lo que al principio falta se hallara al fin, de modo que, por lo poco, entiendan lo mucho mas ser como deduccion de canto llano; y quien al contrario hiciere, sea siempre enamorado y no querido, amen.

Parte I

Comienza la historia o retrato sacado del jure cevil1 natural de la senora Lozana; compuesto en el ano mil quinientos veinticuatro, a treinta dias del mes de junio, en Roma, alma ciudad; y como habia de ser partido en capitulos, va por mamotretos, porque en semejante obra mejor conviene

Mamotreto I

La senora Lozana fue natural compatriota de Seneca, y no menos en su inteligencia y resaber, la cual desde su ninez tuvo ingenio y memoria y vivez grande, y fue muy querida de sus padres por ser aguda en servirlos y contentarlos. Y muerto su padre, fue necesario que acompanase a su madre fuera de su natural, y esta fue la causa que supo y vio muchas ciudades, villas y lugares de Espana, que ahora se le recuerdan de casi el todo, y tenia tanto intelecto, que casi excusaba a su madre procurador para sus negocios. Siempre que su madre le mandaba ir o venir, era presta, y como pleiteaba su madre, ella fue en Granada mirada y tenida por solicitadora perfecta y pronosticada futura. Acabado el pleito, y no queriendo tornar a su propia ciudad, acordaron de morar en Jerez y pasar por Carmona. Aqui la madre quiso mostrarle tejer, el cual oficio no se le dio asi como el urdir y tramar, que le quedaron tanto en la cabeza, que no se le han podido olvidar. Aqui converso con personas que la amaban por su hermosura y gracia; asimismo, saltando una pared sin licencia de su madre, se le derramo la primera sangre que del natural tenia. Y muerta su madre, y ella quedando huerfana, vino a Sevilla, donde hallo una su parienta, la cual le decia: «Hija, sed buena, que ventura no os faltara»; y asimismo le demandaba de su ninez, en que era estada criada, y que sabia hacer, y de que la podia loar a los que a ella conocian. Entonces respondiale de esta manera: «Senora tia, yo quiero que vuestra merced vea lo que se hacer, que cuando era vivo mi senor padre, yo le guisaba guisadicos que le placian, y no solamente a el, mas a todo el parentado, que, como estabamos en prosperidad, teniamos las cosas necesarias, no como ahora, que la pobreza hace comer sin guisar, y entonces las especias, y ahora el apetito; entonces estaba ocupada en agradar a los mios, y ahora a los extranos».

Mamotreto II

Responde la tia y prosigue

[TIA.-] Sobrina, mas ha de los anos treinta que yo no vi a vuestro padre, porque se fue nino, y despues me dijeron que se caso por amores con vuestra madre, y en vos veo yo que vuestra madre era hermosa.

LOZANA.- ?Yo, senora? Pues mas parezco a mi abuela que a mi senora madre, y

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