Rachel Gibson

Daisy Vuelve A Casa

Capitulo 1

Una rafaga de aire caliente barria el asfalto cuando el Thunderbird del 63 surgio de la oscuridad del taller mecanico. El motor de ocho cilindros en V con carburador Holley de doble boca ronroneaba como una mujer complacida: con voz afectuosa, sexy e insinuante. El torrido sol de Tejas les arranco mil destellos a los tapacubos metalicos, se paseo por los alerones cromados y acaricio la brillante pintura negra. Mientras esa belleza se le iba acercando su dueno la observaba con una sonrisa de orgullo en el rostro. Hacia tan solo unos meses que aquel Sports Roadster era poco mas que un monton de chatarra. Pero ahora le habian devuelto toda su gloria original y tenia un aspecto deslumbrante: era un recordatorio de una epoca en la que a la industria automovilistica de Detroit le preocupaba mas batir records de aceleracion que rentabilizar los litros de gasolina por kilometro, conseguir estructuras de seguridad o encontrar el lugar adecuado donde colocar el posavasos.

Jackson Lamott Parrish estaba sentado dentro del automovil, un T-Bird con asientos de cuero rojo, con la muneca apoyada sobre el volante, tambien rojo. La luz hizo brillar su tupida cabellera de color castano, y se le formaron pequenas arruguitas cuando entorno los ojos deslumbrado por el sol. Piso el acelerador una vez mas, aparto la mano del volante y detuvo el motor. Abrio la portezuela y planto una de sus botas tejanas sobre el asfalto. Salio del coche con mucha calma y el dueno del Roadster restaurado se le acerco y le tendio un cheque. Jack le echo un vistazo, comprobo que todos los ceros estaban en el lugar adecuado y lo doblo para guardarselo en el bolsillo de su elegante camisa blanca.

– Que lo disfrute -dijo antes de dar media vuelta y regresar al taller. Paso junto a un Cuda 446 de 1970 cuyo enorme motor Hemi colgaba de una pequena grua. Por encima del estruendo de los compresores de aire y el resto de herramientas, se oyo la voz de Billy, el hermano menor de Jack, llamando al mecanico desde debajo de un Dodge Custom Royal Lancer del 59.

El vacio que habia dejado el T-Bird lo ocuparia al dia siguiente un Corvette del 54. Habian localizado ese deportivo clasico en un garaje desvencijado del sur de California, y Jack habia volado hasta alli hacia tres dias para echarle un vistazo. Al descubrir que el cuentakilometros original indicaba tan solo setenta mil kilometros y que todo lo demas parecia en orden, lo compro de inmediato por ocho de los grandes. Una vez restaurado, aquel Corvette le haria ganar diez veces lo que habia pagado por el. En lo que a restaurar coches antiguos se referia, en Clasicos Americanos Parrish eran los mejores. Todo el mundo lo sabia.

Los hermanos Parrish llevaban el rugir de los motores y el olor de la gasolina en la sangre. Jack y Billy habian trabajado en el taller de su padre desde pequenos. Repararon su primer motor siendo unos mocosos. Podian distinguir un ocho cilindros en V de 260 en uno de 289 con los ojos cerrados, y eran capaces de reparar un inyector de gasolina incluso durmiendo. Orgullosos hijos de la comunidad de Lovett, Tejas, con una poblacion de diecinueve mil tres habitantes, los hermanos Parrish habian crecido adorando el futbol americano, la cerveza fria y quemando neumaticos en carreteras anchas y llanas, por lo general acompanados de alguna de esas hembras de espesa cabellera y moral relajada que se pintaban los labios mirandose en el retrovisor.

Los muchachos habian crecido en una pequena casa con tres dormitorios situada detras del taller mecanico. El negocio original habia cambiado mucho. Lo reemplazaron por un local mas grande y moderno con espacio para ocho automoviles. Tambien limpiaron el jardin que se extendia en la parte trasera. Los coches viejos y las piezas desechadas habian desaparecido de alli hacia tiempo.

La casa, sin embargo, seguia igual que siempre. Los mismos rosales que habia plantado su madre, las mismas zonas de tierra y cesped bajo el gigantesco olmo. El mismo porche con el suelo de cemento y la misma puerta con mosquitero, que seguia necesitando una dosis de aceite como agua de mayo. La casa habia recibido una buena mano de pintura, tanto por dentro como por fuera. El color, eso si, seguia siendo el mismo. La unica diferencia real era que ahora Jack vivia solo en ella.

Billy se habia casado con Rhonda Valencia hacia siete anos y habia dejado atras, felizmente, su salvaje modo de sobrellevar la vida domestica. En cuanto a Jack, todos en el pueblo sabian que no tenia la minima intencion de abandonar ese modo de vida. Por lo que se sabia de el, no habia conocido a ninguna mujer que le llevase a plantearse la posibilidad de formar una pareja, en definitiva, de pronunciar el «hasta que la muerte nos separe».

Sin embargo, en el pueblo no lo sabian todo de el.

Jack llego a su despacho, en la parte trasera del taller, y cerro la puerta. Guardo el cheque en un cajon y se sento al escritorio. Antes de comprar el Corvette del 54 investigo todos sus antecedentes y despues volo a California para asegurarse de que la estructura del coche no habia sufrido ningun dano grave. Informarse del historial de un vehiculo, encontrar las piezas de recambio y restaurarlo le obligaba a dedicarle hasta el ultimo minuto de su tiempo, hasta conseguir que el coche estuviera de nuevo en perfectas condiciones. Reparado. Mejorado. Completo.

Penny Kribs, la secretaria de Jack, entro en el despacho y entrego a su jefe la correspondencia del dia.

– Tengo que ir a la peluqueria -le recordo a Jack.

Jack alzo la vista y observo que Penny se habia recogido el cabello en lo alto de la cabeza. Habia sido companero de estudios de Penny durante doce anos, y habia jugado a futbol americano en el equipo de la escuela con su marido, Leon.

Jack se puso en pie y cogio las cartas.

– ?Vas a ponerte guapa para mi?

Ella lucia anillos en todos y cada uno de los dedos, y sus largas unas, siempre pintadas de color rosa, parecian garras. Jack se preguntaba a menudo como lograba teclear sin presionar mas de una tecla a un tiempo, y tambien como se las arreglaba para extenderse todo ese maquillaje por el rostro sin sacarse un ojo. No se atrevia a imaginar lo que debia sentir Leon cuando su mujer le agarraba la polla. Cada vez que lo pensaba un escalofrio le recorria la espalda.

– Claro -respondio con una sonrisa-. Sabes muy bien que tu fuiste mi primer amor.

Si, lo sabia. En tercero, Penny le dijo que estaba enamorada de el y, acto seguido, ella le propino una patada en la espinilla con sus zapatos negros de charol. A partir de entonces, Jack penso que no necesitaba esa clase de amor.

– No se lo digas a Leon.

– Oh, ya lo sabe. -Hizo un gesto con la mano en senal de despedida y se encamino hacia la puerta, dejando tras de si el aroma de su perfume-. Tambien sabe que jamas me enrollaria contigo.

Jack cruzo los brazos y apoyo los codos en el borde de la mesa.

– ?Por que?

– Porque tu haces con las mujeres lo mismo que las anorexicas con las chocolatinas. Pruebas un poco de aqui, otro poco de alla. A veces incluso les das un par de mordisquitos, pero nunca te comes una entera.

Jack se echo a reir.

– Se de mas de una que no diria lo mismo.

Penny no le vio la gracia a la respuesta.

– Ya sabes a que me refiero -replico por encima del hombro mientras salia por la puerta.

Si, Jack sabia perfectamente a que se referia. Como la mayoria de las mujeres a las que conocia, Penny estaba convencida de lo que debia hacer era casarse, formar una familia y comprarse un todoterreno. Sin embargo, el consideraba que su hermano ya habia cumplido con ese tipo de expectativas por los dos. Billy tenia tres hijas, la mayor de cinco anos y la mas pequena de seis meses. Vivian en una calle sin salida de lo mas tranquila y tenian instalados un par de columpios en el jardin; Rhonda, ademas, conducia un Tahoe, el todoterreno preferido por la mayoria de madres del pais. Con tantas sobrinas, Jack no sentia en absoluto la necesidad de traer otro Parrish al mundo. Era «tio Jack», una denominacion que encajaba bien con su

Вы читаете Daisy Vuelve A Casa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×