Una gota de sudor le resbalo a Lola por el cuello. Se la seco con un gesto del hombro. Le dolia la cabeza, le picaban los ojos y necesitaba un bano. Se sentia tan mal que no podia tenerse en pie. Lo unico que queria era meterse en una cama limpia y dormir hasta que esa pesadilla terminara.

– Ya se lo que dijiste, pero no puedes probarlo.

– Eso es cierto. Tendras que confiar en mi palabra.

– Estupendo. -Lola enfundo con cuidado el cuchillo mientras intentaba desesperadamente controlar sus emociones y no prorrumpir en un llanto histerico delante de el-. Se supone que tengo que confiar en la palabra de un tipo que ha robado un objeto de mi propiedad y que ha amenazado con comerse a mi perro.

Max se encogio de hombros:

– No tienes otra opcion.

– Yo siempre tengo otra opcion, y mi opcion es no creer ninguna palabra que salga de tu boca.

– Como quieras, pero no es conveniente para ti que discutas conmigo por algo tan trivial como un cepillo de dientes.

– No me das miedo.

– Pues deberia dartelo. Te supero en peso y tamano, y puedo tener peores intenciones de las que te imaginas.

– Tu no imaginas las malas intenciones que puedo tener yo.

En ese momento, Lola tenia muy malas intenciones. Realmente malas. Max echo la cabeza hacia atras y se rio, divertido. Lola olvido su miedo de golpe, dio un paso hacia delante y le hinco el indice en el pecho.

– No te rias de mi.

– ?Y que vas a hacer? ?Agujerearme el pecho con el dedo?

– Quiza te de un punetazo en el ojo bueno y te lo deje a juego con el otro. -La sola idea le habria arrancado una sonrisa de no haber estado tan enfadada en ese momento.

Max le agarro la mano y aparto el dedo de su pecho.

– Lo mas probable es que no te permita ni intentarlo. -Ella intento soltarse, pero Max aumento la presion de la mano, grande y calida-. No si lo veo venir.

– Puedo esperar a que te duermas.

– Puedes, pero no te aconsejo que te acerques a mi cuando este en la cama.

Ella intento liberarse de nuevo, pero en lugar de soltarla, el avanzo un paso, reduciendo la distancia entre ambos.

– Y si lo intento, ?que? ?Me ataras de nuevo o algo asi?

Max bajo la mirada hacia su mano, que todavia sujetaba la de Lola y era lo unico que separaba los senos de ella del vello oscuro del pecho de el.

– Algo asi -dijo en voz muy baja y levanto la vista hasta los labios de ella-. Seguro que se me ocurre algo. Algo un poco mas divertido que un ojo a la funerala.

De repente, Lola reconocio una textura aspera en su voz. Un destello de deseo en los ojos azules. Habia percibido eso muchas veces en su vida. Pero ahora no sintio la mas minima chispa interior, ni el menor interes; ni siquiera sintio repugnancia, lo cual no la sorprendio dado que la ira la llenaba por completo.

– No te exprimas el cerebro -le replico al tiempo que conseguia soltarse de el y retroceder unos pasos-. Nunca sere una voluntaria en tus perversas fantasias.

La luz de la cocina caia sobre la cabeza de Max mientras este estudiaba un mapa que habia desplegado encima de la mesa. Habia encendido uno de los generadores al ponerse el sol y se habia vestido con su ropa seca, tiesa a causa de la sal del mar. Habia puesto una cinta de Jimmy Buffet en el equipo, y la cancion Cheeseburger in Paradise competia con el zumbido de la nevera. No le preocupaba mucho que el Dora Mae resultase mas facil de localizar ahora que tenia las luces encendidas. No los encontrarian tan facilmente de todas maneras, pues no emitian ningun tipo de senal que llamase la atencion.

Marco su posicion aproximada en el mapa, que habia calculado observando las estrellas y valiendose de una brujula que habia encontrado en el camarote. Estaba seguro de que se hallaban entre la isla Andros y la de Bimini. Lo que no sabia era a que distancia. Iban a la deriva, arrastrados por una calida corriente del noroeste, pero habia empezado a soplar un viento del sureste. No creia que la velocidad del barco superara los dos nudos, fuera cual fuese la direccion.

Los golpecitos de unas unas contra el suelo atrajeron la atencion de Max hacia la puerta. Baby Doll Carlyle entro en la cocina y salto al banco y de ahi a la mesa; irguio las orejas y fijo la mirada en Max.

– Oh, no, otra vez no -rezongo Max. Se levanto de la mesa, saco una cerveza de la nevera, la segunda en todo el dia, y la alzo en un silencioso saludo. Los Thatch no solo le habian proporcionado un barco sino que lo habian aprovisionado de buena cerveza. En la cocina habia canapes y bebida para un mes.

Por suerte, encontro provisiones mas sustanciosas en la despensa. Estaba repleta de zumo de tomate, aceitunas verdes y vermut. Si hubiese sido un buen bebedor, habria podido pasar varias semanas borracho con el alcohol que habia ahi almacenado. En uno de los estantes inferiores encontro arroz blanco y unas latas de peras.

Se acordo de Lola, de su mano aprisionada en la de el, y de sus pechos, a punto de hacer saltar los botones de ese horroroso vestido. Destapo la cerveza y durante medio segundo considero la posibilidad de emborracharse por completo; la idea de evadirse de todo por medio de la bebida lo sedujo por un momento. Pero Max ya conocia esa forma de afrontar la realidad. La habia visto en su padre y se prometio a si mismo que nunca recurriria a eso. El era fuerte y podia evitarlo. Mas fuerte que la bebida y mas fuerte que su padre. Nunca permitiria que nada lo dominase como el ron habia dominado a Fidel Zamora.

El minusculo perro que habia encima de la mesa solto un ladrido y Max lo miro.

– ?Donde esta tu duena? -le pregunto Max en voz alta, aunque tenia una ligera idea de donde se encontraba: la habia visto sacar una tumbona de un armario y llevarla al puente.

Max bebio un trago de Dos Equis y se dirigio hacia afuera. Lola no le habia dirigido la palabra desde su discusion sobre el cepillo de dientes. Quiza deberia haberle pedido permiso antes de cogerlo, pero penso que ella se lo habria denegado y que el lo habria utilizado igualmente. Por eso, le habia parecido inutil y todavia se lo parecia. Ademas, tal como le habia dicho, no iba a contagiarle nada. Dios sabia que su revision fisica anual incluia todas las pruebas conocidas por la comunidad medica, pero herviria el maldito cepillo si eso la hacia sentirse mejor.

Descalzo, subio las escaleras hasta el puente. Se acerco un poco y la miro, envuelta en las sombras de la noche. Las luces de babor y estribor todavia funcionaban, y su brillo se reflejaba en el cabello de Lola. Tenia los ojos cerrados y la boca entreabierta. El pecho le subia y le bajaba a ritmo lento, pero los botones del vestido aun parecian apunto de saltar. Tenia una mano sobre el vientre, mientras que la otra colgaba aun lado de la silla con el espejo todavia entre los dedos. El chal que utilizaba como falda se encontraba arrebujado entre sus piernas, y Max se las tapo con el. Luego recogio los prismaticos del suelo. Observo el horizonte con ellos, buscado alguna boya o algun signo que indicara la proximidad de la costa. No vio mas que el reflejo de la luna en la negra superficie del mar y la ligera espuma de las olas.

La posibilidad de que lo arrestaran por robo y secuestro cuando los rescatasen era real. Por lo menos lo detendrian. Pero eso no le preocupaba en absoluto: con una llamada telefonica haria desaparecer todos los cargos.

Lo unico que le preocupaba de verdad era el hecho de encontrarse en medio del Atlantico desprovisto de sus herramientas letales, sobre todo de 9 mm con municion subsonica y su cuchillo de asalto K-Bar. Sin ellos se sentia desnudo y a merced de cualquier barco que se cruzara con ellos. Max no se fiaba de nadie ni de nada, y mucho menos de los desconocidos.

Echo un vistazo a Lola y al cuchillo de pescado, que se habia deslizado desde su mano hasta el suelo. Como guerrera era pesima. Dormia tranquilamente mientras el invadia su espacio, y ni siquiera estaba pendiente de su arma. Recogio el cuchillo del suelo y se lo coloco en el cinturon.

La luz de la luna acariciaba la mejilla y el labio superior de Lola. No cabia duda de que era una mujer hermosa. Era la clase de mujer con la que los hombres fantaseaban.

«Nunca sere una voluntaria en tus perversas fantasias», le habia dicho, como si le hubiera leido el

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