– No lo creo.

– Al menos, espera a ver que pasa -repitio Kirsty-. Por favor, Susie. Tienes que darle una oportunidad.

– ?Vacaciones? -Hamish miro a su secretaria, estupefacto-. Lo diras de broma.

– No lo digo de broma. Sus vacaciones empiezan la semana que viene… Ah, por cierto, renuncio. Dejo el trabajo.

– ?Que? -Hamish llegaba tarde a una reunion.

Estaba reuniendo sus notas cuando su poco convencional secretaria entro en el despacho para darle la noticia.

– Que tiene tres semanas de vacaciones empezando la semana que viene -repitio Jodie pacientemente-. Y que me voy.

El la miro como si tuviera dos cabezas.

– No puedes irte.

– Claro que puedo. Solo soy una secretaria temporal. Vine hace dos anos para sustituir a su antigua secretaria y sigo teniendo un contrato temporal.

– Pero la gente no se va…

– No, claro que no se van. ?Por que se van a ir cuando ganan dinero? -lo interrumpio Jodie-. Pero, ?se ha dado cuenta de que hay gente que si se va de la empresa? Empiezan a tomarse dias libres porque no pueden seguir el ritmo. Estan constantemente cansados, se les olvidan las cosas. Dejan de ser eficientes y son despedidos. Asi que, lo que yo voy a hacer es marcharme antes de que me despidan.

– Pero Jodie…

– ?Por que cree que Marjorie se retiro tan joven? Oyendolo a usted y a su novia uno pensaria…

– ?Marcia?

– Si, Marcia. Ella esta tan encantada con su nuevo titulo nobiliario… esta deseando casarse para convertirse en lady Marcia Douglas. Pero usted no tiene tiempo de ir a ver el castillo…

– Es un castillo falso -protesto Hamish.

– Un castillo es un castillo -declaro Jodie-. Que no tenga seiscientos anos no significa que no sea un castillo de verdad. Y la idea de Marcia de ponerlo a la venta sin verlo siquiera es completamente ridicula. He estado hablando con Nick y…

– ?Nick?

– Mi pareja -contesto ella, con exagerada paciencia-. El hombre con el que comparto mi vida. Es carpintero. Antes era asistente social y trabajaba con ninos discapacitados, pero el trabajo lo dejaba agotado y deprimido. Le encantaba, pero era muy duro para el. Es casi tan guapo como usted y le hablo de el todo el tiempo. Pero, claro, usted no me escucha nunca.

Hamish parpadeo. Luego miro su reloj, sin saber que hacer. Pero enseguida dejo los papeles sobre la mesa. Jodie era una secretaria estupenda, aunque poco convencional, y seria mas conveniente pasar unos minutos con ella intentando convencerla para que se quedara que contratar a otra y tener que ensenarle…

– No me haga esto -le suplico Jodie entonces-. Estoy intentando cambiar su vida, no el horario de una reunion.

– ?Perdona?

– Usted no ve nada mas que el trabajo. La gente dice que del amor no sabe nada. Eso explicaria su relacion con Marcia, claro, pero yo no quiero meterme en cosas que no me atanen. Lo unico que se es que no ve la vida. Le han dado una oportunidad fantastica y va a tirarla por la ventana.

Hamish se sento.

– Eso es…

– Una impertinencia, ya lo se. Pero alguien tenia que decirselo. Nick acaba de conseguir un contrato para reconstruir el coro de una vieja iglesia en Nueva Inglaterra y me voy con el, por eso tengo que dejar el trabajo. Pero antes de irme he decidido intentar salvarle a usted. Pasarse la vida entera ganando dinero es una soberana estupidez, senor Douglas. Tener un castillo y no ir siquiera a verlo es una locura, asi que he cancelado todas las reuniones que tenia planificadas para las siguientes tres semanas. A partir del lunes que viene ya no estare aqui y, si tiene dos dedos de frente, tampoco estara usted.

– No puedo hacer eso.

– Claro que puede… lord Douglas.

– Jodie…

– ?Si? -sonrio ella, encantada con su papel de Santa Claus-. He reservado un billete de avion desde el aeropuerto Kennedy hasta Sidney. Y habra un coche esperandolo alli para llevado a Dolphin Bay. He reservado dos asientos, por si quiere llevar a Marcia, pero les he dicho que seguramente cancelaria uno de ellos.

– Marcia no vendra.

– No, pero usted si. Lleva en este trabajo casi diez anos y nadie recuerda que se haya tomado nunca unas vacaciones. Si, claro, ha estado en reuniones en Suiza y en la Costa Azul, pero trabajando. Y ya es hora de que viva un poco la vida antes de casarse con Marcia.

– No puedo hacer eso -insistio el, aunque ya no estaba tan convencido.

– Los demas socios saben que se va de vacaciones y saben por que. Ha heredado un castillo y todos han pedido que traiga fotos. Asi que, si decide quedarse, quedara como un memo.

– ?Perdona?

– Asi es como se habla en la calle, senor Douglas. Algo que usted necesita aprender. Si va a pasar de corredor de Bolsa a aristocrata, a lo mejor necesita un poquito de experiencia vital entre una cosa y otra.

– Mira, gusano estupido, si no sales de ahi te cubrire de cemento.

El pelo de Susie intentaba escapar de la cinta y se le metia en los ojos. Pero al intentar apartarlo se mancho la cara de barro. Genial.

Aquella era su ocupacion favorita, hacer agujeros en el barro. Estaba construyendo un camino desde la cocina hasta el invernadero, pero el suelo se habia hundido con las lluvias del ultimo mes y tenia que alisarlo para echar cemento antes de colocar las losas.

Rose dormia placidamente en el salon, el sol le daba en la cara y Susie se sentia estupendamente bien.

Pero tenia que sacar a aquellos gusanos del barro.

– Voy a llevaros a la caja de abono -les dijo-. El abono es como el cielo para los gusanos. Ah, mira este que gordito…

Entonces alguien puso una mano en su hombro.

Susie, que llevaba puestos los cascos, y no habia oido nada, lanzo un grito, se incorporo a toda prisa y dio un paso atras.

El extrano la estaba mirando con expresion burlona.

Y era un extrano que parecia recien salido de un yate de lujo o algo parecido. Llevaba unos pantalones de color claro, un polo blanco y una chaqueta de ante colgada al hombro.

Y unos zapatos de ante color crema.

Zapatos de ante color crema. Alli.

Era un hombre alto, atletico, con el pelo negro, bonita piel, una sonrisa preciosa…

Habia un coche negro aparcado en el patio, se fijo entonces. Estaba tan concentrada en sus gusanos que no se habia dado cuenta de nada.

Podria haber sido un asesino, penso entonces, angustiada.

Aunque… quiza lo estaba esperando. Aquel hombre tenia que ser el nuevo baron de Loganaich.

Quiza deberia haber organizado una guardia de honor o una salva de canonazos.

– ?Es usted la jardinera? -le pregunto, mientras ella intentaba limpiarse la cara de barro.

– Si, soy la jardinera -contesto Susie-. Y todo demas. Ama de llaves, cocinera y encargada del castillo de Loganaich. ?Quien es usted?

Pero el estaba mirando hacia otro sitio, hacia una enorme bola dorada a un lado del jardin.

– ?Que es eso?

– Una calabaza -contesto ella, orgullosa-. Se llama Priscilla. ?A que es estupenda?

– No me lo puedo creer.

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