– Hay un monton de losetas bajo ese limonero -contesto ella, senalando con la mano.

El miro e hizo una mueca.

– ?Esas? Deben de pesar una tonelada. ?Pensaba hacerla usted sola?

– Pues claro.

– Pero se habria hecho dano. El abogado me dijo…

– Estoy bien.

– Pero cojea un poco.

– No cojeo mucho, estoy bien -Susie respiro profundamente-. Ademas, da igual. Ahora son sus losetas.

– Susie -dijo el entonces, tuteandola por primera vez-. ?De verdad tienes que irte hoy mismo?

– Pues…

– Yo voy a estar aqui solo tres semanas. He recibido una llamada de Estados Unidos, por eso me he levantado tan temprano. La mejor manera de vender este sitio es con la ayuda de unos especialistas en hoteles «con encanto», por lo visto. Va a venir uno para hacer una valoracion y si le gusta, lo pondra en el mercado. Llegara a Sidney la semana que viene. Marcia cree que deberia convencerte para que te quedaras hasta entonces.

?Marcia?, se pregunto Susie. Pero decidio no preguntar.

– ?Que quieres que diga?

– Tu conoces mejor que nadie la historia del castillo. El agente cree que eso es importante. Si la gente viene a un sitio exclusivo, quiere que haya un toque personal. Querran saber cosas de Angus, de la familia, del castillo en Escocia. Todo eso.

– Se lo dejare por escrito.

– Vendere el castillo por mas dinero si estas aqui para hacer una visita guiada -insistio Hamish-. La viuda del sobrino de lord Angus Douglas…

– Si crees que vas a usar la muerte de Rory…

– No, no he dicho eso.

– No hace falta.

– ?Pero te quedaras? Puedo pagarte.

– ?Por que ibas a pagarme?

– Pues… podrias terminar el camino hasta el invernadero. Te gustaria terminarlo, ?no?

– Si, la verdad es que si -admitio Susie.

– Entonces te pagare por horas. Piensatelo -dijo Hamish, antes de volver a cavar otra vez.

Quedarse era absurdo, penso ella. Mas que absurdo. Mirando aquella espalda tan bronceada, con musculos que se movian al ritmo de sus manos seria… incomodo. No habia mirado a ningun hombre desde que Rory murio y, por supuesto, no pensaba hacerlo. Pero habia algo en Hamish…

No, deberia irse. Inmediatamente.

Pero Rose y ella habian sido tan felices alli.

Habia empezado a hacer las maletas cuando Angus murio, pero era tan desorganizada que marcharse aquel mismo dia seria imposible.

– Lo hare, pero no por dinero -dijo por fin.

– ?Te quedaras?

– Si. Incluso puedo cocinar para ti.

– ?Patatas fritas?

– Si, bueno, tambien puedo hacer tostadas. Pero manana es la feria de la cosecha de Dolphin Bay y necesitamos al lord de Loganaich.

– ?Perdon?

– El lord inaugura la feria -explico Susie-. Es la tradicion. Nadie podra hacerlo manana porque Angus ha muerto, pero eso seria horrible. Quiza podrias ir tu como el ultimo de los Douglas.

Hamish dejo de cavar y la miro, perplejo.

– Seguro que en Australia hay muchos Douglas.

– Pero solo hay un lord Hamish Douglas. Y es la tradicion.

Hamish penso un momento.

– ?Y que tendria que hacer?

– Decir unas palabras. Algo asi como: «Declaro abierta la feria». Cuando dejen de tocar las gaitas.

– ?Tocan las gaitas? -repitio Hamish, suspicaz.

– Si.

– No tendre que ponerme una de esas faldas de cuadros, ?verdad?

– Es una falda escocesa muy bonita -rio Susie.

– No pienso ponerme una falda. Tengo las rodillas huesudas.

– En realidad no se llama falda, se llama «kilt». Es algo asi como una falda para caballeros. Ademas, te estoy viendo las rodillas ahora mismo y a mi me parecen muy bonitas.

– Muy bien. Solo se las ensenare a miembros de la familia Douglas.

– Yo, por ejemplo.

– O mi madre.

– ?A Marcia no se las ensenas?

– Marcia tiene suficiente sentido comun como para no mirar. Ademas, he dicho que no y es que no.

– Bueno, entonces voy a hacer las maletas.

– Susie, este es un viaje de negocios. Yo no soy un lord. No soy lord Douglas. En el siglo XXI eso no tiene sentido. No pienso usar el titulo. Vendere el castillo y volvere a hacer mi vida.

– ?Por que? ?Tienes miedo?

– Que tonteria. ?De que iba a tener miedo?

– Ponerse una falda de cuadros y decir unas palabritas no es tan dificil.

– La gente esperara…

– No esperaran nada y no van a criticarte. La gente de Dolphin Bay queria mucho a tu tio… era su lord. Tu no conoces la historia, pero este castillo salvo al pueblo cuando no habia trabajo para nadie. Te recibiran con alegria, ya veras.

«Emociones», penso Hamish. Mas emociones. Pero Susie miraba con expresion desafiante mas que lacrimosa.

Inaugurar una feria…

Era absurdo, una cosa de otros tiempos.

– ?Por que estas cavando? -le pregunto ella entonces.

– Estaba aburrido.

– ?Que piensas hacer hasta que lleguen los de la agencia?

– No se, le echare un vistazo a los libros para conocer la historia del castillo, supongo.

Y se libraria de los candelabros de plastico.

Eso no se lo dijo, claro. Pero Marcia ya estaba buscando una tienda de antiguedades donde comprar piezas que pareciesen de primera clase.

Quiza la reina Victoria podria quedarse… si le cambiaban el marco.

– Los libros estan en manos del albacea de tu tio el senor O'Shannasy. Pero cierra el bufete los viernes. No podras hacer nada hasta el lunes, de modo que tienes el fin de semana libre para inaugurar la feria.

– Tengo que seguir cavando…

– Es mi camino -replico ella.

– Es tu camino hasta que te vayas de aqui.

– Que sera hoy, a menos que aceptes inaugurar la feria.

– ?Por que es tan importante para ti?

– No quiero que el escenario este vacio.

– Es un gesto sentimental.

– ?Y que tiene eso de malo?

– Que yo soy un hombre de negocios.

– Puedes ser un hombre de negocios cuando te vayas. Hasta entonces, podrias ser lord Douglas. Y pasarlo bien.

Вы читаете El Castillo del Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×