cesped perfectamente cuidadas-. Esta es una oportunidad unica. Pero nadie te obliga a sufrir los rigores del mas absoluto y exotico lujo, hermanito. Puedes volver a la tienda del aeropuerto cuando quieras.

Su hermano la miro, furioso.

– Sabes que papa me mataria si te pierdo de vista.

– Tengo veintisiete anos, Doyle -dijo ella-. Tarde o temprano tienes que reconocer que soy una mujer adulta.

– Ni lo suenes.

Billie sacudio la cabeza. Ya era bastante duro ser la pequena de la familia, pero ser la unica chica era incluso peor.

El coche giro una esquina y los ojos de Billie se abrieron como dos soles.

– Esto es increible -susurro, contemplando el espectacular palacio rosado que se extendia delante de ella.

El edificio principal era enorme, del tamano de un museo o de un edificio parlamentario. Una hilera de balcones rodeaba cada planta, y habia torreones, ventanas arqueadas, y guardias uniformados junto a las puertas y en los jardines que se extendian mas alla de lo que alcanzaba la vista.

– No esta mal -dijo Doyle.

– Es alucinante -lo corrigio Billie, dandole un codazo-. Una pena que papa y los chicos no puedan verlo.

Su padre estaba en Sudamerica en una conferencia multinacional y sus dos hermanos mayores tenian misiones especiales en Irak. Por eso, Doyle y ella eran los responsables del entrenamiento de la nueva fuerza aerea de Bahania. Un trabajo facil, penso Billie, que era capaz de entrenar a los pilotos con los ojos cerrados. La limusina se detuvo y un guardia uniformado se adelanto para abrir la puerta de atras. El primero de salir fue Doyle. Despues, Billie tomo a Muffin en brazos y se apeo. Lo primero que vio cuando sus ojos se acostumbraron a la luz fue al principe Jefri.

– Senorita Van Horn -dijo el principe, con un asentimiento de cabeza.

– Billie -dijo ella, con una sonrisa-. Si voy a derrotarte en el aire con regularidad, sera mejor que no nos andemos con formalismos.

Estaba segura de que el principe se creia muy capaz de ganarle. Todos los pilotos pensaban lo mismo, y todos se equivocaban. Eso solo significaba que su actitud seria mas insoportable a medida que avanzara el programa de entrenamiento. Oh, en fin. No seria la primera vez.

El principe hablo a una joven uniformada, y esta asintio. Despues se dirigio a Doyle, a quien hizo un gesto para que siguiera a la mujer al interior del palacio. Billie espero su turno.

– Por aqui -dijo el.

– ?Perdona?

– Te acompanare a tu habitacion.

?Los principes hacian eso? Billie creia que lo unico que un principe hacia por si mismo era respirar. ?No habia leido en alguna parte que incluso tenian un criado especial que les ponia la pasta de dientes en el cepillo?

– ?Es tu primera visita a mi pais? -pregunto el.

– Si -respondio ella, echando a caminar junto a el.

Entraron en un vestibulo del tamano de un pequeno estadio de futbol. El artesonado del techo con incrustaciones en oro se elevaba bastantes metros por encima de sus cabezas. Las paredes estaban recubiertas de mosaicos que describian antiguas batallas, y Billie las contemplo con interes.

– Mi pueblo siempre ha sido un pueblo luchador y guerrero -explico el-. Hace mil anos, defendimos nuestra tierra contra los infieles.

Ella lo miro de reojo,

– Esos seremos nosotros, ?verdad?

– Solo si eres europea.

– Soy un poco de todo -respondio ella, estudiando con curiosidad las vidrieras de las ventanas y la exquisita lampara de arana que colgaba del techo-. Es precioso.

– Gracias. El Palacio Rosa es un tesoro de los habitantes de Bahania.

– ?Ah, si? -dijo ella -?Y cuantos pueden dormir aqui de manera regular?

El principe la sorprendio con una amplia sonrisa.

– Lo tenemos en usufructo.

– Seguro que os lo agradecen.

El principe echo a andar por el pasillo principal, y Billie lo siguio, pensando que un tanque podria pasar por alli sin ninguna dificultad.

– Tu pais no es estrictamente musulman -dijo ella.

– No. Tenemos libertad religiosa, y respetamos todas las creencias.

Mientras que el resto de Oriente Medio parecia seguir inmerso en antiguas tradiciones inamovibles, Bahania y El Bahar, el pais vecino, ofrecian libertad religiosa.

– ?Y para que quereis una fuerza aerea? -pregunto ella.

– Para proteger los yacimientos petroliferos. Con tanta inestabilidad a nuestro alrededor, tenemos que proteger nuestros recursos.

– El petroleo no durara eternamente.

– Cierto, y por eso estamos diversificando nuestras exportaciones. Bahania no quedara atras en el mercado mundial.

«Guapo y listo», penso ella, con una sonrisa. Ahora solo le faltaba que la viera como a una mujer atractiva y deseable y su vida estaria completa. Sabia que el principe estaba soltero, pero lo habia visto en fotos siempre acompanado de una u otra hermosa mujer. Aunque entre ellas, ninguna que fuera piloto de caza.

De repente, Muffin se agito nerviosa en sus brazos. Unos segundos despues, un enorme gato blanco aparecio por la puerta de una sala de reunion tan grande como todo el congreso.

Billie solto un grito y apreto con fuerza a la perrita.

– ?Que es eso? -pregunto dando un paso atras.

– Un gato -respondio el principe, con paciencia aunque extranado.

– Ya se que es un gato, pero ?que hace aqui?

– A mi padre le gustan los gatos.

Billie miro al demonio blanco y peludo y protegio a Muffin con sus brazos.

– ?Quieres decir que hay gatos en el palacio?

– Docenas. ?Algun problema?

Billie vio que la boca del principe se torcia ligeramente, divertido ante su reaccion.

– No me gustan los gatos.

– No te haran dano. Y a Muffin tampoco- le aseguro el.

Ella no estaba tan segura.

– ?Tienes alergia?-pregunto el, preocupado ante una reaccion tan desmesurada.

– No exactamente.

– ?Entonces que exactamente?

– De nina tuve una mala experiencia.

– ?Con un leon?

Billie cerro los ojos. De repente no le parecia tan guapo ni tan inteligente.

– ?Quieres llevarme a mi habitacion?

– Sera un placer.

Capitulo 2

Jefri se dio cuenta de que a su invitada no le hacian ninguna gracia los gatos. Aunque a el no le gustaban demasiado, tampoco lo molestaban. Pero ver a Billie Van Horn escapar nerviosa de un animal inofensivo y comportarse como si estuviera en peligro mortal cada vez que uno se cruzaba en su camino le hizo preguntarse que trauma habia podido causar una aversion tan exagerada.

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