una tunica, tipica de la zona, pero era de rasgos anglosajones. Se habia tumbado sobre ella y le habia puesto una mano en el cuello, de modo que debia sentir, claramente, los acelerados latidos de su corazon.

– Lo siento – acerto a decir Zara.

– Yo tambien.

Entonces, se aparto de ella y Zara se levanto lentamente. Todos seguian mirandola y dos guardias habian apresado a Cleo, pero la soltaron de inmediato ante una orden del hombre de ojos azules.

– ?Que va a pasar ahora, senor…?

– Rafe Stryker -respondio el.

El desconocido dio unas cuantas ordenes en arabe y el resto de las personas desaparecio.

– Vengan conmigo -dijo.

Zara considero la posibilidad de huir, pero estaba en un pais que no conocia y ni siquiera habria sido capaz de encontrar la salida del palacio, asi que miro a Cleo, que se encogio de hombros, y decidieron seguirlo. Ademas, los guardias se habian marchado y supuso que no las arrestarian.

Las llevo a un pequeno despacho. Despues, las invito a tomar asiento y el se acomodo en una butaca, al otro lado del escritorio.

– Parece que ha habido un malentendido -dijo Zara tras un incomodo silencio de varios segundos-. Mi hermana y yo estabamos en el grupo de la visita guiada cuando ese hombre se ha empenado en que lo siguieramos. Y ahora, usted y sus guardias nos atacan… Me gustaria saber que esta pasando.

Rafe Stryker se froto las sienes.

– Eso me gustaria saber. ?Llevan algun tipo de identificacion?

Zara y Cleo se miraron. Ninguna de las dos sabia si debian darle sus pasaportes a aquel tipo.

– Pueden confiar en mi -dijo Rafe-. Sus pasaportes no saldran de este despacho. Solo quiero comprobarlos y hacer un par de llamadas telefonicas.

– No creo que tengamos otra opcion… -comento Cleo.

Zara asintio. El viaje a Bahania le habia provocado todo tipo de dudas desde el principio, pero jamas habria imaginado que la iban a atacar en el palacio. En cualquier caso, le dieron los pasaportes. Rafe los tomo e hizo varias llamadas, como habia asegurado.

Cinco minutos mas tarde aparecio una joven con una bandeja con bebidas y canapes. La mujer sonrio y dejo la bandeja en una mesita, junto a la ventana. Despues, y sin decir una sola palabra, hizo una reverencia y salio de la habitacion.

Cleo, que siempre estaba hambrienta, miro a su hermana y pregunto en voz baja:

– ?Crees que la comida estara envenenada?

– Bueno, empiezo a pensar que nos hemos metido en una mala pelicula de espias, pero dudo que se hayan tomado la molestia de envenenar la comida -respondio.

Cleo se encogio de hombros, tomo uno de los vasos y echo un trago.

– Mmm. Es limonada. Y esta muy buena.

La boca se le hizo agua a Zara, que rapidamente la imito. Despues, y mientras Cleo devoraba un canape, aprovecho la ocasion para estudiar el pequeno despacho y a su captor.

El despacho estaba decorado de forma moderna y tenia un ordenador y un fax. La unica ventana daba a un jardin lleno de flores y arboles frutales, y a diferencia de las salas del palacio que habian visto, el suelo no era de marmol sino de linoleo.

Entonces, observo al hombre que seguia hablando por telefono. Como llevaba una tunica, no podia adivinar gran cosa de su cuerpo; pero habia notado su fuerza cuando la inmovilizo en el suelo. Tenia un ligero acento que denotaba su origen estadounidense y lucia un bonito moreno.

Sintio curiosidad y se pregunto que estaria haciendo alli y por que se dedicaba a apuntar con su pistola a los turistas.

En ese momento, como si hubiera notado la atencion de la mujer, Rafe se volvio hacia ella. Zara se ruborizo y quiso apartar la mirada, pero no lo hizo. Era como si estuviera hechizada. Solo pudo pensar en la sensacion de haber sentido todo su peso sobre el cuerpo.

Sin embargo, la expresion de Rafe era tan fria y distante que no noto reaccion alguna por su parte. Al cabo de unos segundos, e1 colgo el telefono y ella tuvo la impresion de que acababa de librarla del hechizo. Se sentia expuesta, casi desnuda.

– ?Que hace una profesora de colegio como tu en un lugar como Bahania? -pregunto Rafe, tuteandola.

– No soy profesora de colegio, sino de universidad.

El se encogio de hombros, como si no entendiera que diferencia habia entre las dos cosas, y Cleo decidio intervenir.

– Zara se tuvo que esforzar mucho para conseguir ese empleo, asi que sera mejor que la trates con respeto -dijo, sin dejar de devorar canapes.

Rafe la miro y la rubia hermana de Zara retrocedio un paso.

– Lo digo en serio -continuo Cleo, a pesar de ello-. Ademas, es muy posible que su padre sea el rey. Y supongo que no querras molestar al rey, ?verdad?

– ?E1 rey Hassan es tu padre?

Rafe lo pregunto en tono de burla y Zara decidio que habia llegado el momento de poner las cosas en su sitio.

Dejo la limonada a un lado, se puso muy derecha y dijo:

– Mi hermana y yo somos ciudadanas de otro pais que estaban visitando tranquilamente el palacio. Por razones que nadie nos ha explicado todavia, nos apartaron de nuestro grupo, nos atacaron y nos han quitado nuestros pasaportes. Exijo que nos los devuelvas inmediatamente y que nos acompanen a la salida.

Cleo fruncio el ceno.

– ?Zara! ?Y que pasa con el rey?

– Olvidate ahora de eso. No es el momento mas oportuno.

Para sorpresa de las dos mujeres, Rafe Stryker les devolvio entonces los pasaportes. Pero no hizo ademan alguno de estar dispuesto a permitir que se marcharan.

– ?Podemos irnos? -pregunto Zara.

– No hasta que haya oido toda la historia.

– No hay nada que contar.

– No es verdad, esta el asunto de las cartas -intervino Cleo-. Son cartas escritas por el rey Hassan a la madre de Zara.

Rafe observo detenidamente a las dos mujeres. Cleo era baja y rubia, obviamente mas joven que Zara, y tenia un cuerpo tan exuberante que muchos hombres se habrian vuelto locos por ella. Pero a el no le llamo la atencion. Estaba mas interesado en la alta morena que afirmaba ser hija de un rey.

Comprendia que el guardia la hubiera confundido con la princesa Sabra, porque se parecia enormemente a ella y tenian mas o menos la misma altura. Las dos eran de grandes ojos marrones y de rasgos similares, pero aquella mujer llevaba gafas y la princesa no usaba. Ademas, habia otro detalle que no le habia pasado desapercibido: Sabra nunca habia despertado en el ningun interes, sin embargo, el corto contacto fisico que habia tenido con Zara lo habia dejado intrigado.

Zara suspiro entonces, abrio su bolso y saco un fajo de cartas.

– Mi madre nunca me dijo quien era mi padre. No tenia fotografias ni pertenencias suyas y ni siquiera hablaba sobre el tiempo que habian pasado juntos. Supuse que habria sido una aventura pasajera, tal vez con un hombre casado, pero nunca imagine nada parecido… -explico-. Mi madre era bailarina, ?sabes? Y una mujer preciosa. Asi que los hombres siempre andaban detras de ella.

Zara se detuvo un momento antes de continuar.

– Mi madre tambien tenia algunas joyas, aunque fue vendiendolas casi todas, con el paso de los anos, para sobrevivir. Murio hace ocho anos y supuse que la historia de mi padre tambien habia muerto con ella, pero…

– ?Por que habeis venido? -pregunto el.

– Hace unos meses, un abogado me envio una factura y me quede extranada porque no lo conocia. Fui a verlo y resulto ser el abogado de mi madre, que tenia esas cartas y otras pertenencias suyas. Cuando lei las cartas, comprendi que…

– Que podias ser la hija del rey – la interrumpio el-. ?Puedo verlas?

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