y que era increiblemente creativa. Ademas, era muy independiente, algo que le inspiraba mucha admiracion a Jack.

– ?Por que te fuiste de Nueva York? -le pregunto.

– Porque me apetecia cambiar un poco. Llevaba trabajando en esta ciudad desde que termine la carrera.

Jack la estudio mientras hablaba, buscando detalles. Encontro muchos, pero ninguno que lo preocupara. Sabia que se acababa de divorciar y que su anterior jefe habia hecho todo lo que habia estado en su mano para que no dejara su empresa.

– Supongo que sabras que este es el trabajo sonado por mucha gente -comento Samantha-. Lo que tu ofreces es tener el control creativo completo del departamento de desarrollo de Internet, con mas de un millon de dolares de presupuesto. ?Quien se podria resistir a una cosa asi? Para mi, es el paraiso.

– Me alegro porque para mi es el infierno -contesto Jack.

Samantha sonrio y Jack sintio que se tensaba.

– A ti nunca te gustaron las paginas en blanco -comento.

– Y a ti nunca te gustaron las normas -contesto Jack.

– ?A mi? -dijo Samantha enarcando las cejas-. Pero si eras tu el que se las saltaba constantemente.

Jack se encogio de hombros.

– Ya sabes que yo hago lo que sea para conseguir lo que quiero. Lo que quiero en estos momentos es un equipo maravilloso para que la compania vaya bien, asi que pasemos a los detalles.

Dicho aquello, le paso a Samantha la informacion de diferentes campanas que se habian llevado a cabo a traves de Internet. Samantha las estudio y, a continuacion, hablaron de diferentes maneras de encarar nuevas campanas que redundaran en el aumento de beneficios de la empresa.

A medida que la conversacion fue avanzando, Samantha se sintio cada vez mas animada.

– Los ninos son un filon que todavia esta sin explotar -comento-. Podriamos hacer un monton de cosas. Por ejemplo, programas de actividades extraescolares en la red y no me refiero unicamente a la tipica ayuda con los deberes sino a programas interactivos que permitieran que ninos de todo el pais se pudieran poner en contacto -le explico entusiasmada-. Tambien podriamos ponernos de acuerdo para patrocinar determinados acontecimientos con los equipos de produccion de peliculas famosas o de programas de television.

– Publicidad cruzada -comento Jack.

– Si. El potencial es enorme. Y eso en lo que se refiere a los ninos pequenos porque para los adolescentes tengo un monton de ideas mas.

– Los adolescentes tienen dinero y tiempo para gastarlo -comento Jack-. Como veras, he hecho los deberes.

– Ya veo. Como cada vez hay mas familias monoparentales y mas casas donde trabajan ambos miembros de la pareja, los adolescentes suelen ser los que eligen que se compra. De hecho, influyen a los adultos a la hora de tomar decisiones, desde que cereales a que coche comprar. Ademas, estan mas que familiarizados con los ordenadores. Para ellos, bajarse informacion de Internet es la cosa mas normal del mundo.

– Veo que te interesa el trabajo.

– Ya te dije al principio que para mi este trabajo seria como estar en el paraiso y no lo decia como cumplido. Me encantaria ocuparme del departamento de Internet.

El entusiasmo de Samantha era palpable y contagioso y Jack estaba encantado. Sabia que Samantha era una persona que, cuando se ilusionaba con un proyecto, daba lo mejor de si misma.

Lo habia sorprendido gratamente ver su nombre en la corta lista de candidatos para el puesto porque habian trabajado muy bien juntos durante la carrera y sabia que era una mujer con la que era facil trabajar en equipo y en la que se podia confiar.

– Si lo quieres, el trabajo es tuyo -le dijo-. La oferta formal te llegara a traves del departamento de recursos humanos manana por la manana.

Samantha lo miro con sus grandes ojos verdes muy abiertos.

– ?Hablas en serio?

– ?Por que te sorprendes tanto? Eres una mujer de talento, cualificada y, ademas, me siento muy comodo trabajando contigo.

– Por como lo dices, cualquiera diria que soy un perro de rescate.

Aquello hizo sonreir a Jack.

– Si encuentras alguno que sepa manejar un ordenador…

Samantha se rio.

– Esta bien, si. Me interesa el trabajo, pero te advierto que soy una persona muy creativa y que quiero completo control sobre mi equipo.

– Trato hecho.

– No vamos a ir vestidos de chaqueta y corbata.

– Por mi, como si llevais trajes de neopreno. Mientras hagais vuestro trabajo, vestid como os de la gana.

Samantha no estaba del todo convencida.

– Esto no es como el Derecho, Jack. Las respuestas no siempre estan en los libros.

– No hace falta que me vengas con ese sermon -contesto Jack divertido-. Se perfectamente que la gente creativa sois diferente. No hay problema.

– Muy bien, veo que estamos de acuerdo.

Samantha se puso en pie y Jack hizo lo mismo. Con tacones, solamente era un par de centimetros mas baja que el. Jack dio la vuelta a su mesa y le tendio la mano.

– Dejale tu numero de telefono a la senorita Wycliff. El departamento de recursos humanos te llamara manana a primera hora.

Samantha le estrecho la mano y, tal y como le habia ocurrido al llegar, Jack sintio un cosquilleo seguido de una sensacion de calor en la anatomia que habia debajo de su cinturon.

Diez anos despues de haberse acostado con ella, Samantha Edwards tenia la capacidad de ponerlo de rodillas. Sexualmente hablando, claro. No tenia ninguna intencion de que ella se diera cuenta. La relacion que habia entre ellos ahora era puramente laboral.

– ?Cuando puedes empezar? -le pregunto acompanandola a la puerta.

– La semana que viene -contesto Samantha.

– Muy bien. Me gusta tener una reunion con los empleados todos los martes por la manana. Espero contar contigo para la proxima.

– Jack, quiero que sepas que estoy encantada con esta oportunidad y que mi intencion es que mi fichaje sea bueno para la empresa.

– No lo dudo.

Samantha lo miro a los ojos.

– ?Sabes? Yo si tenia mis dudas, no sabia si me ibas a considerar para el puesto. Lo digo por nuestro pasado.

Jack fingio que no sabia de lo que le estaba hablando.

– ?Lo dices porque nos conocemos de la universidad?

– No -contesto Samantha.

Jack espero.

Samantha se sonrojo, pero no bajo la mirada.

– Lo digo por lo que sucedio aquella noche entre nosotros. Cuando… -carraspeo-. Bueno, ya sabes…

– Agua pasada -dijo Jack.

Lo cierto era que nunca habia sido un hombre de estar constantemente rememorando el pasado. Ni siquiera las ocasiones especiales; ni siquiera si esa ocasion especial habia sido una noche que lo habia hecho creer en los milagros.

Posiblemente, porque cuando habia amanecido se habia enterado de que los suenos eran para los tontos y de que los milagros no existian.

A las tres en punto de la tarde, la senorita Wycliff llamo a la puerta del despacho de Jack.

– Pasa -le dijo Jack guardando el archivo con el que estaba trabajando en el ordenador y mirando a la que fuera secretaria de su padre.

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