– Ya empiezo a entenderlo.

– Exacto. Cada fin de semana, Ben contrata a alguien para que se pasee por la carretera con carteles que anuncian los negocios que hay de camino a su tienda y asi atraer compradores. He sido la ultima en picar.

– La recien llegada a la ciudad.

– Es dificil encontrar a alguien lo suficientemente desesperado como para hacer el trabajo dos fines de semana seguidos.

– ?Y el cartel? No importa. Lo habra dejado con la cabeza.

– Era imposible regresar a la ciudad con la cabeza puesta.

Lo dijo como si el fuera corto de entendederas. Dean sospechaba que esa mujer ni siquiera habria intentado regresar al pueblo con el disfraz puesto si llevara ropa debajo.

– No he visto ningun coche por la carretera -dijo el-. ?Como llego hasta alli?

– Me llevo la mujer del dueno despues de que mi Camaro escogiera precisamente este dia para pasar a mejor vida. Se suponia que tenia que venir a buscarme hace una hora, pero no aparecio. Estaba tratando de decidir que hacer cuando de pronto vi al rey de los gilipollas en el Ford Focus que yo misma le ayude a pagar.

– ?Su novio?

– Ex novio.

– El que quiere asesinar.

– No estoy bromeando. -Miro por el lado de la cola-. Alli esta la iglesia. Gire a la derecha.

– ?Si la llevo al lugar del crimen, me convertire en su complice?

– Solo si quiere.

– Claro. ?Por que no? -Giro en la calle llena de baches que conducia a un barrio residencial de clase media donde la mayoria de las destartaladas casas estilo rancho estaban rodeadas de hierbajos. Aunque Rawlins Creek estaba solo a unos treinta kilometros al este de Denver, no corria peligro de convertirse en una ciudad dormitorio popular.

– Es esa casa verde con el cartel en el patio -dijo ella.

El se detuvo frente a un rancho de estuco, donde un ciervo metalico entre girasoles dorados montaba guardia desde un cartel movil en el que se podia leer: SE ALQUILAN HABITACIONES. Algun graciosillo habia escrito un gran NO delante. Un sucio Ford Focus plateado estaba aparcado en el camino de entrada. Al lado, una morena de piernas largas apoyaba las caderas contra la puerta del copiloto mientras se fumaba un cigarrillo. Cuando vio el coche de Dean se enderezo.

– Esa debe de ser Sally -siseo Castora-. El ultimo ligue de Monty. Yo fui el anterior.

Sally era joven, delgada, con grandes pechos y mucho maquillaje, lo que dejaba a Castora con el pelo sudado en gran desventaja a pesar de que aparecer en un Aston Martin deportivo con el tras el volante podria haber puesto un estadio en pie. Dean vio por el parabrisas como un tio melenudo con aspecto de bohemio y gafas redondas de montura metalica salia de la casa. Ese debia de ser Monty. Llevaba unos pantalones militares con una camisa que parecia robada a una pandilla de revolucionarios sudamericanos. Tendria unos treinta y tantos, era bastante mayor que Castora y mucho mas viejo que Sally, que no debia de tener mas de diecinueve.

Monty se detuvo en seco cuando vio el Vanquish. Sally apago el cigarrillo con la punta de una brillante sandalia rosa y se los quedo mirando. Dean se tomo su tiempo para salir, rodear el coche y abrir la puerta del acompanante para que Castora pudiera soltar su jerga aniquiladora. Por desgracia, cuando ella intento poner las patas en el suelo, la cola se interpuso en su camino. Trato de echarla a un lado, pero lo unico que consiguio fue que se desenrollara y le golpeara en la barbilla. Se quedo tan aturdida por el golpe que perdio el equilibrio y se cayo de bruces a sus pies con la gran cola balanceandose sobre su trasero.

Monty se la quedo mirando fijamente.

– ?Blue?

– ?Esa es Blue? -dijo Sally-. ?Es payasa o algo asi?

– No la ultima vez que la vi. -Monty desvio la atencion de Castora, que trataba de ponerse a cuatro patas, a Dean-. ?Y tu quien eres?

El tio tenia ese tipo de tono falsete de la clase alta que hacia que Dean quisiera escupir tabaco y decir: «?Quepacha tio?»

– Un hombre misterioso -dijo con acento arrastrado-. Amado por unos. Temido por otros.

Monty parecio desconcertado, pero cuando Castora logro finalmente ponerse en pie, su expresion se volvio francamente hostil.

– ?Donde lo tienes, Blue? ?Que has hecho con el?

– ?Mentiroso, hipocrita, poetucho de tres al cuarto! -Ella arrastro los pies por el camino de grava con la cara brillante de sudor y el asesinato reflejado en los ojos.

– No te he mentido. -Lo dijo de una manera tan condescendiente que si a Dean, que no tenia por que molestarse, le enfurecio, no podia imaginarse como se lo tomaria Castora-. No te he mentido nunca -seguia diciendo-, te lo explicaba todo en la carta.

– Una carta que no lei hasta despues de haberlo abandonado todo, plantado a tres clientes y conducido mas de dos mil kilometros a traves del pais. ?Y que me encontre cuando llegue aqui? ?Me encontre al hombre que llevaba los dos ultimos meses rogandome que dejara Seattle para venir a vivir con el? ?Me encontre con el hombre que lloraba como un bebe al telefono, me hablaba de que se iba a suicidar, me decia que era la mejor amiga que habia tenido nunca y la unica mujer en la que confiaba? No, claro que no. Lo que encontre fue una carta en la que ese hombre, que juraba que yo era la unica razon de su existencia, me decia que ya no me queria porque se habia enamorado de una chica de diecinueve anos. Una carta donde tambien se me decia que por favor no me lo tomara como algo personal. ?Ni siquiera tuviste el valor de decirmelo a la cara!

Sally dio un paso hacia delante con expresion furibunda.

– Eso es porque eres una tocapelotas.

– ?Tu ni siquiera me conoces!

– Monty me lo conto todo. No quiero que creas que soy una bruja, pero deberias ir a terapia. Te ayudara a dejar de sentirte amenazada por el exito de otras personas. En especial de Monty.

Las mejillas de Castora se pusieron de un rojo brillante.

– Monty se pasa la vida escribiendo poemas penosos y haciendo trabajos para chicos universitarios que son demasiado vagos para hacerlos ellos mismos.

La fugaz expresion de culpabilidad de Sally llevo a Dean a sospechar que asi era exactamente como habia conocido a Monty. Pero aquello no la detuvo.

– Tienes razon, Monty. Es una vibora.

Castora tenso con fuerza la mandibula y avanzo de manera amenazadora hacia Monty.

– ?Le has dicho que soy una vibora?

– Si, pero no siempre -dijo Monty con arrogancia-. Solo lo eres cuando se trata de mi trabajo creativo. -Se coloco las gafas-. Ahora dime donde esta mi CD de Dylan. Se que lo tienes tu.

– Si soy tan vibora como dices, ?por que no has podido escribir ni un solo poema desde que abandonaste Seattle? ?Por que me dijiste que yo era tu musa?

– Eso fue antes de conocerme a mi -interpuso Sally-. Antes de que nos enamoraramos. Ahora su musa soy yo.

– ?Si lo conociste hace dos semanas!

Sally se recoloco el tirante del sujetador.

– El corazon no necesita mas tiempo para reconocer a su alma gemela.

– Su alma de mierda querras decir -replico Castora.

– Eso ha sido cruel, Blue -dijo Sally-, y muy ofensivo. Sabes que es la

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