– No, Gracias. No creo que pueda tolerar un poco mas de alcohol.

No habia estado durmiendo bien y su acento ingles era mas pronunciado que nunca. Su abrigo se abrio y ella echo un vistazo a su vestido bordado con pedreria de Armani.

Vestido de Armani… Pieles de Fendi. Zapatos de Mario Valentino. Cerro los ojos, recordando de repente un tiempo no tan lejano, una tarde caliente de otono cuando caminaba por una carretera de Texas llevando un par de tejanos sucios con veinticinco centavos metidos en el bolsillo trasero. Ese dia habia sido el principio para ella. El principio y el fin.

La limusina giro al sur en la Quinta Avenida, y sus recuerdos se deslizaron mas atras, a los anos de su ninez en Inglaterra antes de que supiera que existia un lugar llamado Texas. Habia sido un pequeno monstruo, mimada y protegida, con su madre Chloe llevandola de un pais europeo a otro, de una fiesta a la siguiente.

Aun de nina ella habia sido perfectamente arrogante, tan absolutamente segura que la famosa belleza de Serritella abriria el mundo para ella junto con alguna configuracion nueva que deseara. La pequena Francesca… una criatura vana e irreflexiva, completamente desprevenida para lo que la vida le depararia.

Tenia veintiun anos ese dia de 1976 cuando andaba por la polvorienta carretera de Texas. Veintiun anos, soltera, sola, y embarazada.

Ahora tenia casi treinta y dos, y aunque poseia todo lo que habia sonado tener siempre, se sentia como si fuera ahora y estuviera en esa tarde caliente de otono. Cerro los ojos con fuerza, intentando imaginar que hubiera pasado si nunca hubiera salido de Inglaterra. Pero America la habia cambiado tan totalmente que apenas podia reconocerse.

Sonrio para si misma. Cuando Emma Lazarus escribio el poema acerca de masas apinadas que anhelan respirar aire puro, ella ciertamente no podria haber estado pensando en la llegada de una inglesa, joven y egoista a este pais llevando un sueter de cachemir y una maleta de Louis Vuitton. Pero las pequenas ninas ricas podian sonar tambien, y el sueno americano estaba resultando demasiado grande para abarcarlo todo.

Stefan sabia que algo molestaba a Francesca. Habia estado excepcionalmente calmada toda tarde, en absoluto como era ella. Habia planeado pedirle que se casara con el esta noche, pero estaba empezando a pensar que tal vez seria mejor esperar a otro dia.

Era diferente de las otras mujeres y el sabia que nunca podria predecir exactamente como reaccionaria a nada. Sospechaba que las docenas de hombres que habian estado enamorados de ella habian experimentado algo del mismo problema.

Si el rumor se podia creer, la primera conquista importante de Francesca habia ocurrido a la edad de nueve anos en el yate Christina cuando ella habia golpeado a Aristoteles Onassis.

Rumores… Habia tantos de ellos rodeando a Francesca, la mayor parte no podian ser posiblemente verdad… Excepto, acerca de la clase de vida que habia llevado, Stefan penso que quizas esos si lo eran. Ella le dijo una vez casualmente que Winston Churchill la habia ensenado a jugar al gin rummy, y todos sabian que el Principe de Gales la habia cortejado.

Una tarde no mucho tiempo despues de conocerse, habian estado tomando champan y cambiando anecdotas acerca de sus ninez.

– La mayoria de los bebes son concebidos en el amor -le habia informado -pero yo fui concebida en una pasarela de desfiles de la seccion de pieles en Harrods.

Cuando la limusina pasaba por Cartier, Stefan sonrio. Una historia divertida, pero no creia una palabra.

El viejo continente

Capitulo 1

Cuando colocaron a Francesca recien nacida en los brazos de Chloe Serritella Day esta se echo a llorar e insistio que las hermanas en el hospital privado de Londres donde habia dado a luz habian perdido su bebe. Cualquier imbecil podia ver que esta criatura pequena, fea, con su cabeza aplastada y parpados hinchados no podia haber salido de su cuerpo exquisito.

Como ningun marido estaba presente para aliviar a una Chloe histerica, fueron las hermanas quien la aseguraron que el bebe cambiaria en pocos dias. Chloe ordeno que se llevaran al pequeno impostor feo y no regresaran hasta que hubieran encontrado a su estimado bebe.

Ella entonces arreglo su aspecto y saludo a sus visitantes-entre ellos una estrella cinematografica francesa, el secretario de la oficina matriz inglesa, y de Salvador Dali-contandoles la terrible tragedia que se habia perpetrado contra ella. Los visitantes, muy acostumbrados a la hermosa y dramatica Chloe, la tomaban de la mano y prometian investigar el asunto.

Dali, en una muestra de su magnanimidad, anuncio que pintaria una version surrealista del bebe en cuestion, como un obsequio de bautizo, pero perdio el interes misteriosamente en el proyecto y termino mandando un conjunto de copas de vermeil en su lugar.

Paso una semana. El dia que debia salir del hospital, las hermanas ayudaron a vestirse a Chloe con un vestido negro suelto de Balmain con punos y un cuello ancho de organdi.

Despues, la pusieron en un silla de ruedas y depositaron al bebe rechazado en sus brazos. El tiempo que habia pasado habia hecho poco para mejorar la apariencia del bebe, pero en el momento que ella miro hacia abajo al bulto entre sus brazos, Chloe experimento uno de sus cambios relampago de humor.

Mirando a la cara moteada, anuncio a todos que la tercera generacion de la belleza de Serritella estaba asegurada. Nadie fue capaz de contradecirla, porque, como unos meses mas tarde se demostro, Chloe habia estado en lo cierto.

* * *

La sensibilidad de Chloe en la importancia de la belleza femenina tuvo sus raices en su propia ninez. De nina habia sido rellenita, con una doblez extra de grasa en la cintura y pequenas almohadillas carnosas que oscurecian los huesos delicados de su cara.

No estaba suficientemente gorda para ser considerada obesa a los ojos del mundo, pero era suficientemente rellenita para sentirse fea, especialmente con respecto a su madre suave y elegante, la gran couturiere italiana, Nita Serritella. No fue hasta 1947, ese verano cuando Chloe tenia doce anos, cuando le dijeron por primera vez que era hermosa.

Fue en casa en unas vacaciones breves de uno de los internados suizos donde pasaba demasiado tiempo en su ninez. Estaba sentada tan discretamente como era posible con sus caderas anchas encaramadas en una silla dorada en el rincon del elegante salon de su madre en la calle de la Paix.

Miraba con tanto resentimiento como envidia como Nita, delgada con un severo traje corto negro con grandes solapas de raso color frambuesa, hablaba con una cliente elegantemente vestida.

Su madre llevaba el pelo negro azulado en un corte recto, que le caia hacia adelante sobre la piel palida de la mejilla izquierda en un gran rizo, y el llevaba en el cuello de Modigliani unos collares de perlas negras perfectamente emparejadas. Las perlas, junto con el contenido de una caja fuerte pequena de su dormitorio, eran obsequios de admiradores de Nita, hombres internacionalmente prosperos que eran felices en comprar joyas para una mujer suficientemente exitosa para comprarselas ella misma.

Uno de esos hombres habia sido el padre de Chloe, aunque Nita no recordaba cual, y con el que ciertamente nunca considero casarse.

* * *

La atractiva rubia que recibia la atencion de Nita en el salon de esa tarde hablaba espanol, su acento sorprendentemente comun en 1947. Chloe siguio la conversacion con la mitad de su atencion y dedico la otra mitad a estudiar las modelos de talle fino que desfilaban por el centro del salon ensenando los ultimos disenos de Nita.

?Por que no podria ser ella delgada y alta como esas modelos? Se preguntaba Chloe. ?Por que no podia ser

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