hacer, y tiro de su cintura para urgirlo a penetrarla. El movio las piernas y cambio de posicion.

Ella comprendio que no iba a ser facil, no como con Michael. Apreto los dientes y se restrego contra el hasta lograr que la penetrase. Aun asi, el no se movia demasiado, asi que tiro de su cintura, exigiendole rapidez, que la llevase donde queria llegar, que acabara antes de que los lloriqueos invadiesen su ebrio cerebro convirtiendose en llanto y tuviese que enfrentarse al hecho de que estaba infringiendo todo aquello en lo que creia… y ?eso estaba mal!

El se echo hacia atras y la miro con aquellos ojos ardientemente gelidos. Ella cerro los ojos para no mirarle, pues resultaba impresionante. El deslizo la mano entre sus cuerpos y la acaricio, pero su morosidad solo empeoraba las cosas. El vino se agitaba en su estomago. Ella aparto su mano y movio las caderas. Finalmente, el capto la indirecta y empezo a embestirla de forma lenta y profunda. Ella se mordio el labio inferior y empezo a sentir las arremetidas, le aparto las manos otra vez e intento combatir aquella cruda sensacion de traicion hacia si misma.

Pasaron eones antes de que el alcanzase el climax. Ella resistio sus embestidas esperando el momento de que se dejase caer a un lado. Cuando lo hizo, ella se levanto de la cama con un brinco.

– Annette?

Ella le ignoro y se puso su ropa.

– Annette? Che problema c'e?

Ella hurgo en su bolso, arrojo un punado de billetes sobre la cama y salio de la habitacion.

4

Dieciocho horas mas tarde, el terrible dolor de cabeza aun no habia remitido. Se encontraba en algun lugar al suroeste de Florencia, en plena noche, conduciendo un Fiat Panda por una carretera desconocida con indicaciones en un idioma que desconocia. Su vestido de punto estaba hecho un ovillo bajo el cinturon de seguridad, y se habia sentido demasiado mareada como para peinarse.

Se odiaba a si misma por sentirse tan desorganizada, alterada y deprimida. Se pregunto cuantos errores podia cometer una mujer hasta dejar de poder llevar la cabeza bien alta. Teniendo en cuenta el actual estado de su cabeza, demasiados.

Una senal quedo atras antes de que pudiese descifrarla. Disminuyo la velocidad, se detuvo en el arcen y dio marcha atras. No temio que alguien pudiese chocar por detras, porque no habia visto un solo coche en muchos kilometros.

La campina de la Toscana tenia fama de ser preciosa, pero ella habia viajado de noche, asi que no habia visto demasiado. Deberia haberse levantado mas temprano, pero no consiguio salir de la cama hasta mucho despues del mediodia. Despues se limito a sentarse ante la ventana y fijar la vista, intentando rezar, pero fue incapaz de hacerlo.

Los faros del Panda iluminaron la senal: casalleone. Torcio en la rotonda para observar las diferentes direcciones y comprobar que, de algun modo, se las habia ingeniado para tomar la carretera adecuada. Dios protegia a los tontos.

Pero ?donde estabas anoche, Dios?

En algun lugar lejano a ella, sin duda. Pero no podia culpar a Dios, ni a todo el vino que habia bebido, por lo ocurrido. Sus propios defectos de caracter la habian llevado a cometer aquella monumental estupidez. Habia traicionado todo aquello en lo que creia, solo para descubrir que la doctora Favor estaba en lo cierto, como solia suceder: el sexo no podia curar las heridas del alma.

Se adentro en la carretera. Como muchas otras personas, sus heridas interiores se habian originado en la ninez, pero ?hasta cuando puede uno culpar a sus padres de sus propios errores? Sus padres habian sido profesores universitarios sumidos en el caos y los excesos emocionales. Su madre, una gran bebedora, era brillante e intensamente sexual. Su padre, bebedor, brillante y violento. A pesar de ser autoridades en sus respectivos terrenos academicos, ninguno de los dos poseia plaza fija en la universidad. Su madre tenia una autoindulgente tendencia a mantener relaciones intimas con sus alumnos, y su padre sentia predileccion por meterse en lios con sus colegas. Isabel habia pasado su ninez de una ciudad universitaria en otra, testigo involuntaria de unas vidas fuera de control.

Mientras los otros ninos intentaban zafarse de sus padres, Isabel rezaba por una armonia familiar que nunca llego. Sus padres, por el contrario, la usaban como arma arrojadiza en sus batallas. En un acto desesperado de autopreservacion, se fue de casa al cumplir los dieciocho. Se habia mantenido a si misma desde entonces. Su padre habia muerto seis anos atras por problemas hepaticos, y su madre le siguio poco despues. Cumplio con ellos al final, pero no les echo de menos tanto como le dolio que hubiesen malgastado sus vidas.

Los faros iluminaron unas pintorescas casas de piedra al borde de la estrecha carretera. A medida que avanzaba, vio una serie de tiendas, cerradas a esas horas de la noche. Todo en aquel pueblo parecia antiguo y poco corriente, a excepcion del enorme poster de una pelicula de Mel Gibson en la pared de una casa. En letras pequenas, bajo el titulo, pudo leer el nombre de Lorenzo Gage.

Fue entonces cuando cayo en la cuenta. Dante era la viva imagen de Lorenzo Gage, el actor que habia provocado el reciente suicidio de su actriz favorita.

El estomago se le revolvio otra vez. ?Cuantas peliculas de Gage habia viste ?Cuatro? ?Cinco? Demasiadas, segun su punto de vista, pero a Michael le encantaban las peliculas de accion, cuanto mas violentas mejor. Ahora ya no tendria que ver ninguna mas.

Se pregunto si Gage sentiria remordimientos por la muerte de Karli Swenson. Tal vez se habria convertido en otro detalle a anadir en su historial de donjuan. ?Por que los chicos malos fascinaban a las buenas mujeres? La fantasia del rescate, suponia: la necesidad de creer que eran las unicas mujeres capaces de transformar a aquellos perdedores en maridos y padres como Dios manda. Pero eso no resultaba nada facil.

Llego hasta el limite del pueblo y giro en otra rotonda para ver los carteles indicadores. «Siga el camino a Casalleone unos dos kilometros y gire a la derecha cuando llegue al mono herrumbroso.»

?Mono herrumbroso? Se imagino a King Kong tenido de mala manera. Dos kilometros despues, los faros perfilaron una extrana forma a un lado de la carretera. Aminoro y vio que el mono herrumbroso no era un gorila sino los restos de un motocarro, uno de aquellos minusculos vehiculos tan queridos por los campesinos europeos. Este en particular habia sido muy famoso en su tiempo, con sus tres ruedas, aunque los neumaticos hacia tiempo que habian desaparecido.

Cuando giro, las piedras golpearon contra los bajos del coche. Una senal indicaba la entrada de Villa dei Angeli. «Villa de los Angeles», se dijo, y encamino el Panda hacia otra serie de curvas ascendentes antes de ver las verjas de hierro que indicaban el camino de entrada a la villa. El camino de grava que buscaba estaba un poco mas alla. Era poco mas que un sendero, y el Panda fue dando tumbos como si descendiese por una colina, hasta tomar una curva cerrada.

Una edificacion aparecio frente a ella. Piso el freno. Por un momento se limito a mirar. Finalmente apago el motor y las luces y apoyo la cabeza contra el asiento. La desesperacion la embargo. Aquella maltrecha pila de piedras era la casa campestre que habia alquilado. Nada de hermosa restauracion, como habia asegurado el agente inmobiliario, sino un monton de pedruscos que parecian haber sido un establo para vacas.

Soledad. Descanso. Contemplacion. Accion. La curacion sexual ya no formaba parte de su plan. Ni siquiera pensaba en ello.

La casa ofrecia soledad, pero ?como podria descansar alli, encontrar siquiera la atmosfera que condujese a la contemplacion, cuando lo que tenia ante sus ojos era una ruina? Y necesitaba contemplacion si queria completar el plan de accion que habia trazado para que su vida volviese a tomar impulso. Sus errores se acumulaban. Ya no recordaba como era sentirse competente.

Se restrego los ojos. Como minimo, habia resuelto el misterio de por que el alquiler era tan economico.

Apenas tenia fuerzas para salir del coche y cargar con la maleta hasta la casa. El silencio era tan profundo que podia oir su propia respiracion. Habria dado cualquier cosa por oir el amistoso sonido de la sirena de un coche de policia o el amable rugir de los motores de un avion camino del aeropuerto de La Guardia, pero solo oyo el

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