Shelby miro el reloj.

– Veinte dolares a que no aparece.

Mas le valia aparecer. El hospital le habia prometido que iria a trabajar alli con una sonrisa y haria todo lo posible por rectificar el dano que les habia causado.

Faith contaba con ello. El doctor Luke Walker era muy respetado en la comunidad. La gente lo escuchaba. Con un poco de suerte, seria mas amable con la clinica cuando los viera en accion y trabajase en ella.

– Aparecera.

– De acuerdo, pero solo faltan unos minutos para que lleguen los pacientes, y si el no esta aqui…

– Lo se, lo se -se imaginaba a los pacientes enfadados, quejandose y marchandose, algo que no podia permitir que sucediera.

Aun asi, esperaron al doctor treinta minutos y, cuando vieron que los pacientes se acumulaban, Shelby y Faith se encontraron en el pasillo con cara de preocupacion.

– Habitualmente, hoy seria su dia libre -dijo Faith-. Quiza se haya quedado dormido sin querer.

– Entonces, estamos acabadas.

– No. No lo estamos -agarro sus llaves-. Dame su direccion.

– Esta en tu escritorio -sonrio Shelby-. ?Vas a sacarlo de la cama?

– Si hace falta. Se que ya vamos retrasadas, pero si consigo traer a otro medico, merecera la pena que me ausente un momento -Faith se mordio el labio-. Sera mejor que me desees suerte.

– Oh, si, te deseo suerte. Vas a necesitarla

Faith llamo de nuevo a la puerta de la casa que el doctor Luke Walker tenia en la costa. Al ver que nadie contestaba, comprobo la direccion del papel que tenia en la mano. Tenia que estar en el lugar adecuado. La casa era un palacete, el lugar perfecto para un prestigioso doctor, igual que el jaguar verde que habia aparcado en la entrada.

Ella miro hacia su Ford Escort de finales de los ochenta y suspiro. No era una mujer a la que le gustaran los enfrentamientos, a pesar de que era testaruda y siempre queria tener razon. Pero cuando se trataba del futuro de su clinica…

La maldicion del caracter de las pelirrojas, supuso, y se acaricio la melena rojiza. Bien, al retrasarse, el doctor le estaba pidiendo que le mostrara su caracter. El tenia un compromiso, ese sabado y todos los sabados durante tres meses, con ella y con la clinica.

Llamo de nuevo, pero con mas fuerza. Espero con paciencia, y al ver que nadie contestaba, comenzo a dar golpecitos con el pie. Miro otra vez el coche que le aseguraba que habia alguien en casa.

Y llamo otra vez, escuchando con satisfaccion el eco de sus golpes reverberando en el interior de la casa.

?Estaria dormido? Maldito hombre, roncando placidamente mientras su vida estaba a punto de desmoronarse…

Entonces, se abrio la puerta y ella se encontro frente al torso desnudo de un hombre. Levanto la vista y, al ver el rostro del doctor Luke Walker, trago saliva.

Por supuesto, habia oido hablar de el en el articulo del periodico en el que hizo los nefastos comentarios sobre su clinica. Pero en carne y hueso, el doctor Luke Walker era algo que nunca habia visto antes. Era mas delgado y fuerte de lo que ella esperaba, las facciones de su rostro eran mas duras, y su cuerpo semidesnudo mucho mas irresistible de lo que nunca hubiera imaginado.

– ?Si? -la mirada de sus vivos ojos azules se poso sobre Faith y, por algun motivo, ella no fue capaz de emitir palabra. Tenia el cabello corto y oscuro y estaba muy serio. Al ver que ella permanecia en silencio, comenzo a palpitarle un musculo de la mejilla. Ah, y no llevaba mas que unos pantalones de chandal que ni siquiera se habia molestado en atar. Sin duda, Faith lo habia sacado de la cama, pero no habia nada de dormido en su mirada fulminante-. ?Quien es? ?Por que intenta tirar mi puerta abajo?

– Me llamo Faith McDowell -dijo ella, tratando de no fijarse en su cuerpo musculoso de piel bronceada. Por algun motivo, al verlo semidesnudo se sentia insegura.

– Bueno, Faith McDowell, ?que es lo que quiere?

– Yo… He venido a llevarlo a la clinica porque es evidente que su coche no funciona, lo que explicaria por que no ha aparecido en la clinica hace una hora, cuando debia -el la miro sin mas. Ella trato de no mirar el reloj-. Tenemos pacientes citados con usted, ?recuerda? -«digame que lo recuerda».

– Lo recuerdo dijo el, en un tono que afirmaba que ir a la clinica era lo ultimo que le apetecia hacer-. Ojala no lo hiciera.

– Entonces… ?no ha sonado el despertador? -esa vez no pudo contenerse y, al mirar el reloj, le entro el panico.

– No es la hora de que suene.

– Claro, porque como medico, puede llegar a la clinica una hora despues de que se abra, sin que le preocupe como afectara eso a nuestro horario «?como puedo haberme olvidado de lo arrogantes que son los medicos?»-. Mira, siento que no quieras hacer esto, pero hoy tenemos muchos pacientes. Gracias a tu impuntualidad vamos muy retrasados. Cuanto mas tiempo este aqui esperandote, peor sera la cosa.

– ?Mi impuntualidad?

– Si nos demoramos mucho mas antes de la hora de la comida, creeme que no sera divertido.

El se paso la mano por el menton.

– Me dijeron a las nueve.

– Siete.

– Eso no es lo que me dijeron.

Habia sido un malentendido. Bien. Podrian superarlo.

– Lo siento, pero te informaron mal.

Luke se rasco el pecho, ese que ella trataba de no mirar. Era evidente que, durante el dia, hacia algo mas que cuidar de sus pacientes, porque su cuerpo no mostraba ni un poco de exceso.

– No habria aceptado ir a las siete -dijo el-. Es demasiado temprano.

– Bueno, pues asi sera durante los fines de semana de los proximos tres meses, asi que tendras que acostumbrarte -desde luego, deberia ser ilegal ser tan atractivo y tan insensible al mismo tiempo.

Se encontraba en esa situacion por su culpa. La gente lo estaba esperando, aunque ella imaginaba que asi era la historia de su vida. El doctor Luke Walker habia nacido para curar, o eso decia la leyenda en South Village Medical Center, uno de los hospitales mas famosos de California. Sus manos hacian milagros cada dia. Y sus pacientes lo veneraban por ello.

La gente que trabajaba con el, los otros medicos, las enfermeras y demas personal, comprendian y respetaban su maravilloso don, pero segun se rumoreaba, no habia nadie que sintiera mucho carino por el como persona. Faith sabia que habia mucha envidia en todo eso. Despues de todo, el solo tenia treinta y cinco anos y se especulaba que, a los cuarenta, podria estar dirigiendo el hospital.

Si pudiera corregir la costumbre de decir lo que pensaba…

Porque aunque era tierno y compasivo con sus pacientes, no trataba a nadie mas de la misma manera, ni siquiera a sus companeros de trabajo. Faith habia oido muchas historias sobre el y suponia que su intencion no era ser tan brusco e impaciente, sino que no sabia como aceptar la estupidez de la gente.

Sin embargo, en esos momentos, Faith se preguntaba si es que le faltaba el gen de la amabilidad.

– Comprendo que trabajar en la clinica no es importante para ti, pero lo prometiste -el suspiro y, para Faith, fue la gota que colmo el vaso-. De todos modos, es culpa tuya. Si no hubieras hecho ese comentario que salio en la prensa diciendo que nuestra clinica no merecia la pena, no tendrias que pagar penitencia todos los sabados durante tres meses y podrias estar jugando al golf…

– ?Jugando al golf? -pregunto incredulo. Jugar al golf…

– O lo que sea que hagais los doctores ricos con el dinero que le sacais a vuestros pacientes.

– Cielos, tienes una boca bien grande.

Si. Asi era. Y por ello se habia metido en mas de un lio pero, maldita sea, aquello era muy importante para ella. Faith trago saliva y dijo:

– Lo siento -eran palabras que no empleaba a menudo-. Es solo que te necesitamos de veras.

Con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceno fruncido, parecia mas un maton que un medico. Un maton

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