– ?Popular? Eso no es lo mio -sus ojos vagaban por el rostro de Rachel, viendo mas de lo que nadie habia visto nunca-. Pero me gustaria conocerte.

Y lo habia hecho. La habia conocido como nadie mas lo habia hecho jamas.

– ?Mama? -Em miro preocupada a Rachel-. Vuelve, me estas asustando.

Exacto. Volver al presente era mucho mejor que quedarse en el pasado.

Estaban hablando de Ben. Ben, un hombre que le habia ensenado mas sobre la pasion, los sentimientos y la vida que nadie. Y aunque habian pasado trece anos desde que se habian separado, continuaba resentida. Resentida con el.

– Mira, olvidalo, ?vale? Olvidate ahora de papa -Emily se mordisqueo la una y busco otro tema de conversacion-. Entonces… ?que has almorzado hoy? ?Han vuelto a darte esa gelatina de color repugnante?

Rachel tomo aire, con el corazon rebosante de dolor.

– Emily, carino, tu eres como el. Eres igual que el en tantas cosas… Y como tu padre es mortalmente guapo, tu tambien lo eres.

Emily parecia aturdida por el rumbo que estaba tomando la conversacion.

– Entonces -Rachel se aclaro la garganta y cambio de tema-, ?Mel y tu habeis contratado a una enfermera? ?Y estas conforme con eso?

Emily bajo la mirada hacia la mano de Rachel, que habia estrechado reconfortantemente entre la suya.

– Me gustaria que no te preocuparas tanto por mi.

– Es logico que una madre se preocupe. ?Y crees que me va a gustar?

– Oh, Dios. ?No puedes esperar hasta que la veas? -Emily alzo su mano libre-. Ahora tengo que irme. Tengo muchos deberes que hacer.

– Buena tecnica para aludir el tema. ?Quien es, Em? ?Atila?

– Muy graciosa, mama. Deberias escribir una tira comica.

– Emily Anne, ?que te propones?

Emily la miro con expresion de absoluta inocencia.

– ?Que te hace pensar que me propongo algo?

– La intuicion -contesto Rachel secamente.

– Eh, lo unico que me propongo es que estes cuanto antes donde quieres estar: en casa.

Capitulo 3

A pesar de la necesidad desesperada de regresar a South Village inmediatamente, Ben tardo casi una semana en hacerlo. Invirtio dos dias en salir de la selva. Y otros dos esperando encontrar plaza en un avion que lo llevara a un aeropuerto internacional. Y despues, cerca de dos dias mas entre viajes y escalas.

Cuando por fin aterrizo en Los Angeles, estuvo a punto de ahogarse en la niebla. No eran ni las doce y ya estaban a treinta grados. El calor era sofocante y el aire tan espeso que respirar era una opcion poco aconsejable.

Por supuesto, Ben habia soportado mucho mas calor y mucho mas humedo durante muchos meses. Pero, de alguna manera, la primavera en el sur de California le parecia el peor infierno que podia recordar.

De acuerdo, era algo mas que el clima. Era el hecho de que habia vuelto a sus adversos inicios despues de todos aquellos anos, a un lugar en el que procuraba no pensar y evitaba visitar. Lo habia dejado a los diecisiete anos, siendo un adolescente demasiado pobre como para que nadie le prestara atencion, y arrastrando consigo un corazon roto. Y habia hecho todo lo posible por permanecer lejos de alli.

Durante la mayor parte del tiempo, lo habia conseguido. Para ello, habia tenido que convencer a la hermana de Rachel, Mel, para que le llevara a su hija a donde quiera que el estuviera. Por ampliar su educacion, habia dicho para defender el hecho de que tuvieran que arrastrar a la nina por todos los rincones del planeta. Los rincones mas sordidos en ocasiones.

Afortunadamente, Ben no habia tenido que volver a South Village en mucho tiempo. Y sin embargo, alli estaba de nuevo, cortesia de su propio miedo a un loco que podia o no saber de la existencia de Emily y de Rachel.

Ben se habia puesto en contacto con la policia de los Estados Unidos, que lo habia remitido al FBI. Los agentes del FBI se habian mostrado educados con el y le habian dicho que dudaban que Asada fuera suficientemente estupido como para aparecer por el sudeste de California. Al fin y al cabo, no habian pasado ni dos semanas desde que habia aparecido su fotografia en un programa de television sobre los delincuentes mas buscados. A menos que Asada tuviera algun interes en morir, en aquel momento estaria perfectamente escondido. Aun asi, le habian prometido patrullar de vez en cuando por la zona en la que vivian Rachel y Emily, ademas de investigar el accidente de la primera, por si acaso no hubiera sido un accidente.

Una posibilidad que hacia que se le helara la sangre en las venas.

Ben tenia una reunion esa misma noche con uno de los agentes del FBI con los que habia hablado, el agente Brewer, y esperaba que le proporcionara nuevas informaciones. Algo asi como que habian detenido a Asada.

Mientras subia por las escaleras del aeropuerto, observo con ojo critico su propio reflejo en los espejos que se alineaban en las paredes. Un lugubre desconocido le devolvio la mirada.

No le habia hablado a Emily de Asada. Y de ninguna manera pensaba ser el el que le dijera la verdad sobre el frio, cruel y peligroso mundo en el que vivia.

Y Rachel… Bueno, de momento esperaria. Por lo que ella sabia, el habia ido alli para ayudarla. Aunque el hecho de que Rachel hubiera estado dispuesta a aceptar su ayuda era algo que escapaba a su capacidad de comprension. Suponia que la desesperacion debia haber jugado un gran papel en aquella decision, pero no era capaz de imaginar a la unica mujer que habia sido capaz de igualar la intensidad de su jubilo y las profundidades de su tristeza estando tan desesperada.

Por supuesto, Ben ya no era capaz de adivinar hasta el ultimo de sus pensamientos, como en otro tiempo habia ocurrido. En aquel mismo instante estaba lesionada, herida… y el no podia poner mas carga sobre sus hombros hablandole de Asada.

No, Asada era su propia cruz.

Salio de la terminal y el calor agoto sus energias. O quiza fuera el hecho de estar alli.

Su propia culpa.

Con un suspiro, Ben se colgo la bolsa de viaje en el hombro y se dirigio hacia los coches de alquiler, resignado a asumir su destino.

Para Rachel, South Village era su dulce hogar. Su vida. En unos pocos kilometros cuadrados, uno podia comer en un restaurante propiedad de cualquier celebridad, ver lo ultimo de la temporada teatral, tomarse una copa, comprar un regalo en una libreria o una tienda original o, simplemente, pasear por las calles tomando cafes con hielo y disfrutando de sus vistas.

Pero no eran esos los motivos por los que Rachel adoraba aquella ciudad. En ella podia estar rodeada de gente. Podia perderse en medio de la multitud. Sencillamente, podia limitarse a ser.

Alli habia podido permitirse el lujo de poder conocer un lugar al dedillo por primera vez en su vida.

Ella vivia en North Union Street, justo en el corazon de la ciudad. A la izquierda tenia el One North Union, un viejo hotel que habia sido remodelado para albergar en su interior una serie de galerias de arte. A la derecha continuaba la que habia sido la oficina del sheriff en los tiempos del antiguo Oeste y que en aquel momento era la casa de su vecino. En el otro lado estaba el mercado Tanner, practicamente oculto tras un patio de ladrillo rebosante de flores y fuentes.

Para Rachel, lo mejor de aquella manzana de edificios era su casa. Gracias al exito de Gracie, habia podido comprarse cinco anos atras el viejo parque de bomberos. Era un edificio de ladrillo de tres pisos que ya habia sido remodelado para ser utilizado como vivienda, pero que Rachel y Emily habian personalizado todavia mas, convirtiendolo en un verdadero hogar. Cada pared, cada suelo, cada mueble, habia sido elegido con amor.

Aquella era la primera casa verdadera de Rachel. En ella habia vivido mas tiempo que en ningun otro lugar y, si por ella fuera, seria la ultima.

En aquel momento, Rachel estaba sentada en una silla de ruedas que se habia prometido no necesitar para el final del dia. Miro a su alrededor. Habia pasado casi una semana desde que le habian prometido sacarla del hospital, y, por fin, despues de varias sesiones de rehabilitacion y una larga discusion con el medico, estaba en

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