– Corio envio a Alberto en tu busca, ovejita, pero habias desaparecido. Alberto no pudo hacer otra cosa que ir con los demas -explico Wulf, pero Cailin no queria zanjar el tema.

– Podria haberselo dicho a las mujeres -insistio, olvidando que ella misma las habia ocultado. -Tuve que encerrarme en la buhardilla para escapar a las desagradables atenciones de Ragnar ?Te habria gustado tenerme paseando por la casa y haciendo de amable anfitriona de ese cerdo salvaje? -Estaba furiosa.

– Pero anoche no escapaste a mi tio -dijo Aelfa mezquinamente, con una desagradable sonrisa en el rostro. -Tienes bastante buen aspecto, considerando la noche tan activa que has debido de pasar debajo de mi tio.

– ?Le matare si te ha tocado! -exclamo Wulf.

– Ya lo he hecho yo -declaro Cailin, y Aelfa palidecio. -No me ha violado, mi senor, aunque lo ha intentado.

– ?Como has podido matar a un hombre tan corpulento? -le pregunto su esposo. -?Decia Cailin la verdad?, se pregunto.

– Le he cortado el cuello -respondio sin inflexion en la voz.

– ?Con que? -pregunto el. Por todos los dioses, estaba tan palida…

– Mi voz interior no dejaba de hablarme -empezo. -No se por que lo hice, pero cuando partiste para visitar las aldeas puse un punal debajo del lecho de plumas de nuestro espacio para dormir. Cuando el me monto a horcajadas, lo encontre y lo mate. ?Habia tanta sangre, Wulf! Jamas podre volver a dormir ahi arriba. ?Jamas! - Prorrumpio en llanto.

El la consolo con carino y cuando ella se recupero, le dijo:

– Tengo noticias, ovejita, y buenas. -Entonces vio la mancha que se extendia en su tunica y pregunto asustado: -?Estas herida?

Cailin bajo la mirada y rio debilmente.

– Necesito a Royse -dijo. -Mis pechos rebosan de leche.

– Nellwyn le traera enseguida -dijo el, y la rodeo con un brazo amoroso. -Y tambien a Aurora.

– Cuanto os quereis -observo Aelfa con una sonrisa burlona, -pero ?que sera de nosotros? Me gustaria saberlo.

– Me parece que ha recuperado la memoria -dijo Wulf tratando de bromear.

Entraron en la casa y se sentaron a la mesa. Aelfa les siguio, pero se situo al lado de Haraldo.

– Nunca la perdio -dijo Cailin. -Dejame contarte una historia que aprendi de nina. En los tiempos antiguos, un rey griego llamado Menelao tenia una hermosa reina que se llamaba Helena. El rey era viejo pero amaba a su esposa. La reina, sin embargo, era joven y se enamoro de otro hombre, mas joven y apuesto, Paris. Huyeron a la ciudad del padre de el, Troya. Estallo una guerra entre Troya y varios poderosos estados griegos por el agravio a Menelao y para recuperar a Helena.

»Sin embargo, Troya se consideraba inexpugnable. Unas murallas enormemente altas la rodeaban, y habia buen suministro de agua y comida. Durante muchos anos los griegos la sitiaron, pero no pudieron tomarla.

Por fin acordaron un armisticio y, en gesto de paz, al partir los ejercitos griegos dejaron un enorme caballo de madera sobre ruedas para los troyanos. Los ciudadanos de Troya abrieron las puertas de la ciudad y entraron el caballo. Todo el dia celebraron su victoria sobre Menelao y sus aliados.

»En la oscuridad de la noche, cuando todos dormian, el ejercito griego, que se habia ocultado en el vientre del caballo troyano, salio y tomo la ciudad de Troya sin mostrar clemencia. Mataron a todos y destruyeron la ciudad.

»Aelfa fue el caballo de Troya de Ragnar. Se dejo pegar y fingio no recordar nada de si misma, solo su nombre, para ganarse nuestra simpatia. Luego se dedico a seducir a nuestros dos vigilantes porque no sabia cual de ellos estaria de guardia la noche que tenia planeado dejar entrar a su tio y a sus hombres en Caddawic.

– Alberto y Branhard me contaron lo sucedido -dijo Wulf. -Les he perdonado a los dos. Han aprendido una valiosa leccion. -Miro hacia los hombres de Ragnar. -Ahora tengo que decidir que hacer con estos hombres. ?Los mato o muestro clemencia?

– ?Clemencia, senor! -gritaron los hombres al unisono. -?Clemencia!

Cailin se inclino y susurro algo a su esposo. -El hermano de Ragnar, Gunnar, creera que sacara provecho de la muerte de su hermano; pero creo que su hija Aelfa es ambiciosa. Querra las tierras de su tio para Haraldo, que sera su esposo. ?No hay alguna manera de enfrentar a estos dos hombres? Si estan ocupados peleando entre si no tendran tiempo para preocuparse por nosotros. Y no olvidemos a nuestra vieja amiga Antonia Porcio. Esas tierras eran suyas antes de que Ragnar se las arrebatara. No creo que Antonia este dispuesta a abandonar sus suenos para su hijo Quinto, todavia.

Wulf sonrio.

– Verdaderamente Flavio Aspar y Bizancio perdieron a una valiosa estratega, ovejita. -Luego se volvio a sus prisioneros con expresion fiera. -Ragnar Lanza Potente ha muerto -les dijo. -Haraldo Espada Rapida, ?me juras lealtad? Si lo haces, no me opondre a que te quedes con las tierras de Ragnar. Creo que eres el heredero natural de tu amo. Sus hijos son demasiado jovenes.

– ?Y mi padre? -pregunto Aelfa. -El es hermano de Ragnar. ?No deberia heredar las tierras de mi tio?

– ?Por que quieres que tu padre tenga lo que podria tener tu esposo, Aelfa Hija de Gunnar? Si Haraldo no reclama las tierras de Ragnar para si mismo, jamas tendra nada de su propiedad. Si es lo bastante fuerte para protegerlas de tu padre, ?por que ha de importarte? ?No deseas ser una gran senora?

– Soy lo bastante fuerte para conservar esas tierras -se jacto Haraldo con voz potente, y se volvio hacia los otros hombres. -?Estais conmigo? -pregunto, y todos gritaron su asentimiento. Haraldo se volvio de nuevo hacia Wulf y dijo: -Entonces te jurare lealtad, senor, y mantendre la paz entre nosotros. Aelfa, ?que dices?

– ?Acepto! Hace tiempo lo decidimos tu y yo, Haraldo, y si estaba dispuesta a aceptarte cuando no poseias tierra, sin duda no te rechazare cuando estas a punto de convertirte en un gran senor con propiedades.

– Entonces -dijo Wulf, -?os libero a todos!

Los hombres le aclamaron con estrepito.

Bebieron cerveza y brindaron por la paz entre Wulf Puno de Hierro y Haraldo Espada Rapida. Despues empezaron a prepararse para marcharse. Wulf llamo a Haraldo y le dijo:

– Ten cuidado con Antonia. Las tierras que ahora reclamas pertenecieron a su familia durante muchas generaciones. Quiza podrias tomarla como segunda esposa para mantenerla lejos de otro hombre que pudiese intentar conseguir esas tierras a traves de ella.

– Gracias por el consejo -dijo Haraldo. -Tal vez no seria mala idea. Ragnar siempre decia que tenia mal genio, pero que follaba mejor que nadie. Dadas las circunstancias, debo casarme con ella o matarla. Lo pensare.

– Sera mejor que te cases -le aconsejo Wulf. -Ella y Aelfa se pelearan constantemente y no se metera en tus asuntos.

Haraldo rio.

– Quiza tengas razon -declaro. -?Si! ?Seguro que la tienes!

Cuando hubieron partido y la manana empezaba a recuperar la normalidad, Wulf cogio a su esposa de la mano y la hizo salir a la luz estival. Pasearon juntos entre el grano que maduraba.

– Este incidente me ha hecho comprender que no podemos quedarnos en Caddawic -le dijo. -Es demasiado facil atacarla en este estrecho valle. Las colinas tambien nos constrinen. He encargado que construyan una nueva casa en Branddun. Esta situada sobre una colina y el enemigo no podra sorprendernos. Seguiremos cultivando estos campos y los huertos que en otro tiempo pertenecieron a tu familia, pero ya no viviremos aqui, ovejita. ?Te importaria mucho?

Cailin nego con la cabeza.

– No -dijo. -Aunque tengo muchos recuerdos felices de ella, la casa en que creci ya no existe. La tierra esta empapada de la sangre de mi familia y ahora tambien de la de Ragnar. No creo que pudiera permanecer aqui aunque me lo pidieras, mi senor.

El asintio, comprensivo, y Cailin prosiguio: -En mi infancia, los caminos que los romanos construyeron para unir las ciudades que habian erigido en Britania se volvieron inseguros. Hubo un tiempo, que no esta en mi memoria pero sin duda si estaba en la de mi padre, en que esos caminos eran seguros; pero cuando las legiones se marcharon, con ellos partio tambien el modo de vida que habiamos conocido durante siglos. Nadie se habria atrevido a atacar la propiedad de Gayo Druso Corinio o de Antonio Porcio en ese lejano pasado. Ahora los tiempos han cambiado, Wulf, y tu pueblo es un pueblo diferente. Para sobrevivir debemos cambiar, y creo que podemos

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