Jessica Steele

Desafortunado Encuentro

Misleading Encounter

CAPITULO I

La lluvia que cayo durante toda la noche se habia convertido en una llovizna por la manana. 'Una buena excusa para renunciar a la carrera matinal que se habia propuesto', penso Jennifer. En ese momento, con seguridad, nadie en su sano juicio estaria despierto. Despues de todo, era su primer dia de vacaciones. Se cubrio bien preparandose para otra siesta de media hora.

Sin embargo, se acordo de la promesa que se hiciera a si misma de que seria mas productiva, porque necesitaba aprovechar mas el tiempo. Se levanto rapidamente y diez minutos mas tarde, vestida con un chandal de color rosa, salio de la casa. Sintiendose mejor dispuesta a cada paso, llego a la conclusion de que el sacrificio no habia sido en vano.

Y mientras corria, observo las viejas casas, silenciosas, reflexionando sobre como los seres humanos pueden ser contradictorios. La soledad, que tanto tuvo que sufrir por la muerte de la senora Gemmill, ahora le daba cada vez placer.

Recordando la muerte de su amiga, se entristecio. Despues de todo, la anciana era para ella casi una madre.

Regreso a la idea de hace cuatro anos antes de mudarse a la casa de su vecina. La Sra. Gemmill se gozan de perfecta salud y Jennifer, se acaba de graduar en la escuela de secretariado, habia empezado a trabajar en la Fabriba de porcelana Laffard. Sus padres se divorciaron y vivia con su madre. El padre, quien rara vez habia visto, pagaba los gastos de alquiler las sustentaba a ambas.

La madre de Jennifer, Daphne Cavendish, era una mujer atractiva y despertaba mucho interes en los hombres. Pero uno de esos hombres en particular, Bruce Humphreys, estaba de vacaciones de su trabajo en Hong Kong, empezo a ir a casa. Daphne comenzo portarse como una adolescente enamorada, no fue dificil para Jennifer deducir que el pretendiente en ultima instancia acabaria por llevarse a su madre con el cuando regresara a China.

Cuando Daphne regreso a casa con el anillo de compromiso en su dedo, le dijo que la boda seria en breve, Jennifer sintio que su futuro ya habia sido asignado. Estaba en lo cierto. Un dia, aprobechando el momento en que su hija estaba en la oficina, la Sra. Cavendish tuvo una larga conversacion con su vecina.

Al regresar del trabajo, Jennifer encontro todo resuelto. La madre empezo el tema, explicando que el contrato de alquiler estaba por expirar, no tenia la intencion de renovarlo. El tono de la conversacion hasta el momento indicaba que la llevarian a vivir con ellos a China.

– Eso es normal, mama. No quieres tener una casa aqui y otra en Hong Kong. Seria un desperdicio.

– Me alegro de veas las cosas desde ese angulo, querida. Gemmill ha convenido en aceptarte como huesped a cambio de una pequena cuota. – Esas palabras cayeron como una bomba a Jennifer:

– Tengo que vivir con la senora Gemmill? ?Por que no puedo quedarme aqui en esta casa?

Las emociones se mezclaron, Jennifer aun luchaba por aceptar la idea de que no habia lugar para ella en la nueva vida de su madre. De repente, tenia que vivir con una senora que, a pesar de que parecia ser una buena persona, era muy anciana a los ojos de una muchacha de diecisiete anos.

– Trata de entender, querida. Como dije, no voy a renovar el contrato. Ademas, no me gusta la idea de que vivas sola.

Jennifer se conformo un poco al ver que la madre todavia se preocupaba por ella.

– No hay problema, voy a estar bien. Puede…

Su madre la interrumpio:

– De todos modos, incluso si la propiedad permitiese a una nina de tu edad renovar un contrato de arrendamiento, lo cual dudo, nunca serias capaz de mantenerla con lo que ganas.

La madre le dijo la verdad. La paga era baja, en consonancia con la posicion del recien formada, que ocupaba Jennifer. Sin embargo, no se dio por vencida. Al dia siguiente visito varias propiedades para saber que tipo de apartamento estaba en condiciones de pagar. Fue frustrante el admitir que incluso los pequenos apartamentos estaban muy por encima de sus posibilidades. No encontro otra alternativa que vivir con la senora Gemmill.

Pero al principio tenia la intencion de mudarse en cuanto recibiera un aumento de sueldo, pronto cambio de opinion. La patrona, jovenes de espiritu, muy inteligente, habia demostrado ser una gran companera, la diferencia de edad fue rapidamente olvidada.

Cuando la senora Gemmill estaba enferma y ya no tenia fuerzas para caminar, Jennifer compro un coche.

Y ese mismo coche era el responsable de sus actuales dificultades financieras, recordo al ver la plaza del pueblo donde vivia. Ese viernes, justo en visperas del viaje tan esperado, habia dejado de funcionar, tendria que tener una fortuna para arreglarlo. Asi que seria necesario posponer una vez mas las bien merecidas vacaciones, que habia sido retrasado desde que el estado de salud se su companera habia empeorado.

Recordo como se agoto fisica y emocionalmente por las vigilias sucesivas y el temor constante de que la Sra. Gemmill no sobreviviera un dia mas.

No deseaba a su peor enemigo las horas que habia pasado cuando sus temores se confirmaron y su amiga fallecio. Ni siquiera recordaba cuando los familiares nunca antes habia visto, aparecieron para reclamar sus derechos.

Disgustada con todo aquello, decidido mudarse lo mas rapidamente posible. Inicialmente, la oferta de los corredores de una casa en Surrey, cerca de New Hampshire, parecia una buena idea. Tenia que viajar seis millas diarias de casa al trabajo. Aun asi fue a verlo porque se sentia ansiosa por mudarse.

Se enamoro de el lugar. El encanto de la antigua aldea de Stanton Verney la habia impresionado tanto que el trastorno del viaje parecia un pequeno precio a pagar por el placer de vivir alli.

La mudanza le habia costado casi todos sus ahorros, se vio obligada comprar muebles y un sinfin de cosas pequenas. El dinero que tenia ahorrado para irse de vacaciones cuando la Sra. Gemmill se habia puesto enferma, fue una entrada providencial.

Ahora la situacion se estaba repitiendo.

La reparacion del coche le dejaba a cero otra vez, no tenia el dinero para el merecido descanso.

Pensando en el coche, o mas bien la falta de el, ya que solo estaria listo al dia siguiente, martes, llego al parque. Tenia la intencion de completar el circuito, ir a casa y tomar un buen bano.

A pesar de vivir alli hacia menos de un mes, tuvo tiempo suficiente para conocer las costumbres de la celosa Sociedad para la Conservacion de los Jardines de la Villa. Por esta razon, trato de evitar pisar la hierba.

Los pensamientos vagaban a cuando el coche se habia detenido en la carretera y ayudada por dos punkis tubo que sacarlo de alli. Sonrio al pensar en los chicos con el pelo verde. La imagen de la extrana vestimenta de uno de ellos se interrumpio de repente. No podia creer lo que veian sus ojos: alguien que nunca habia escuchado a algunos de los defensores de la naturaleza del lugar, habia estacionado en el centro del cesped.

Imaginando el peligro de que el propietario estaba corriendo por no retirar el vehiculo antes de que los residentes se enterasen, Jennifer se acerco.

Pudo notar a continuacion que la situacion era peor de lo que pensaba. El coche habia patinado en la curva, a la izquierda de la carretera, patino hasta detenerse en la hierba, llevandose todas las flores que encontro.

Miro el interior del vehiculo y se sorprendio: habia un hombre desplomado sobre el volante.

Con los ojos fijos en el fue a la ventana para ver mejor. Estaba inmovil, pero no parecia herido.

Un escalofrio le recorrio la columna vertebral: el desconocido se habia elegido el pueblo de Stanton para suicidarse?

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