Parecia que la senorita Newbold dejaba todo lo que poseia a un hombre de quien ella, y estaba segura de que tambien era el caso de Georgia, nunca habia oido hablar en su vida. Despues de leerlo una segunda vez, notando que el nombre de Stallard Beauchamp aparecia en todas partes y que nunca se mencionaba el nombre de Henry Presten ni el de Georgia, Farran entubo tan tensa que apenas le quedo sensatez, suficiente para revisar la fecha del documento. Estaba fechado hacia menos de un mes.

Farran pensaba en lo que esto significaria para los planes de Georgia, cuando alzo la vista para encontrarse con la mirada socarrona del extrano. Eso la enfurecio.

– ?Quien es Stallard Beauchamp? -inquirio, irritada.

– ?Ja! -el hombre la miro de nuevo con desprecio-. Su acto de duelo no duro mucho en la iglesia, ?verdad? - mientras Farran se percataba de que el desprecio de que fue objeto, era motivado porque el creia que solo fingio estar triste durante la misa, cuando en realidad estuvo mas concentrada en su asunto con Russell que con la pobre tia Hetty, el desconocido prosiguio-: Permitame presentarme.

Farran se percato de que, de no estar tan impresionada por el nuevo giro que tomaban los acontecimientos, ella misma habria podido deducir quien era el hombre. Como sintio que necesitaba mas tiempo para pensar que hacer, le entrego el documento y pregunto con frialdad:

– ?Usted es Stallard Beauchamp?

– El mismo -respondio con sarcasmo-. ?Que familiar entristecido es usted… Georgia Presten o Farran Henderson?

Farran de nuevo recibio una fuerte sacudida. ?Como sabia ese hombre su nombre?

– Soy Farran Henderson -le aclaro-. ?Como es que usted sabe de mi, mientras que yo nunca he oido hablar de usted?

No parecio preocuparle el tono de voz exigente.

– Los nombres de Georgia Preston, Henry Presten y Farran Henderson aparecian en el testamento anterior de la senorita Newbold -explico.

– Ya… veo -Farran veia poco, salvo el hecho de que ahora Georgia podia despedirse de su sueno de comprar la verduleria y de que, al parecer, la tia Hetty debio anadir una clausula en su anterior testamento para dejarle a ella misma alguna pequena herencia.

Sin embargo, Farran intento no mostrar azoro al enterarse, por medio de Stallard Beauchamp, de que la senorita Newbold le dejo mas que una pequena herencia.

– La fortuna, senorita Henderson, seria dividida en partes iguales entre ustedes tres. Que lastima que la caja de documentos personales que la senora Allsopp me entrego, tambien contuviera este testamento -se burlo-. Este testamento -lo blandio con arrogancia frente a la chica-, hace que los demas no sean efectivos. Lo cual significa - le aclaro por si acaso la chica no pudiera percatarse de ello sola-, que ni usted ni sus parientes politicos tienen derecho a nada.

Este momento, Farran fue de la opinion de que Stallard Beauchamp debia ser el hombre mas detestable sobre la tierra. Era obvio que pensaba que el unico motivo de su presencia alli, era recoger el testamento de la senorita Newbold. Quiso aclararle que solo fue a High Monkton por respeto a la anciana, pero, al abrir la boca para decirselo, se dio cuenta de que no era cierto. Claro que habria asistido al entierro, pero nunca hubiera ido a la casa y subido al cuarto de la tia Hetty, de no ser por el pedido de Georgia.

Como ya habia abierto la boca para decir algo, recordo que el sabia cual era su relacion con Georgia y su padrastro. Pero, ?y el?

– ?Quien es usted? -inquirio la chica y cuando el la miro como para decirle que eso no era un asunto de su incumbencia, anadio-: Ni siquiera esta emparentado con la senorita Newbold -hablo tambien con cierta arrogancia-. Eso lo se a ciencia cierta.

– No tengo ningun lazo de sangre -sus ojos se entrecerraron-. Sin embargo, no senti que necesitaba tener un lazo de parentesco para saludar a la senora cada vez que pasaba.

– ?Se hizo la norma de visitarla?

– He estado en esta casa muchas veces durante el ano pasado -replico y su voz adquirio un matiz duro-. ?En donde estuvieron usted y sus parientes en los ultimos doce meses? -quiso saber.

Farran deseo poder decirle que Georgia y su padrastro visitaron a la tia Hetty el ano pasado, mas, como no era cierto, todo lo que pudo hacer fue hablar de si misma.

– He estado trabajando en Hong Kong. Regrese tan solo el viernes pasado -anadio, pero la anadidura fue un error.

– ?Vaya, no pierde tiempo para nada! -exclamo Stallard Beauchamp de modo agresivo.

– ?A que se refiere con eso? -replico Farran mientras sus ojos cafes, de costumbre apacibles, chispeaban.

– ?Que otra cosa puedo querer decir mas que, como la senorita Newbold murio el jueves, usted debio tomar el primer vuelo disponible?

– No fue sino hasta que llegue que supe que habia muerto -protesto Farran con furia.

– Claro que no -rezongo, sin creerle nada de lo que decia-. Y claro, solo fue por accidente que usted entro aqui y luego al vestidor de la senorita Newbold. ?Que habria sido mas natural que, al darse cuenta de que cometio un error, usted procedio a hurgar en cosas que no le pertenecen para poder asir, con sus avaras manos, el documento que creyo que le daba derecho a la tercera parte de las propiedades?

Farran lo miro con dureza y deseo que no fuera el tipo de hombre que, si le diera una patada, se la devolveria sin dudarlo. Pero no podia defenderse en contra de la acusacion de haber entrado en el vestidor de la senorita Newbold para hurgar en cosas que no le pertenecian, aun cuando las pesquisas no las hizo en su favor sino en el de Georgia. Asi, despues de ser tratada como si fuera una mujer mezquina, solo le quedaba el ataque para defenderse.

Hizo acopio de dignidad y se dirigio a la puerta.

– Ojala y le aproveche su herencia -le dijo al pasar frente a el-. Es obvio que ha trabajado mucho estos ultimos doce mes para conseguirla.

Pero, sus esperanzas de salir del cuarto con la ultima palabra se frustraron al oir el comentario de Stallard Beauchamp, quien parecia ser el ganador en lo que a ultimas palabras se referia.

– Siendo el tipo de mujer que usted es -contesto antes de que Farran pudiera abrir la puerta-, habria sido imposible que pensara otra cosa.

Farran casi llegaba a Banford antes de poderse calmar. Desde su punto de vista, Stallard Beauchamp era un tipo execrable. Despues de llamarlo con todos los adjetivos y sustantivos mas horribles y desagradables que se le ocurrieron, se percato de que en vez de gastar sus energias en el, debia concentrarse en la manera menos dificil de contarle a Georgia lo sucedido.

Al entrar en la casa, Farran vio primero a Henry Presten y entonces fue cuando se le ocurrio que la herencia de su padrastro tambien significaba mucho para este. Queria tener un torno nuevo y, puesto que nadie penso que la senorita Newbold hubiera podido cambiar su testamento, no una sino dos veces, Farran se dio cuenta de que quiza ya habria ordenado el torno nuevo.

– ?Como estuvo todo? -inquirio el padrastro al dirigirse hacia el taller.

– El funeral estuvo bien, pero…

– Bien, bien -Henry no parecio oir el 'pero' y siguio su camino.

Quiza, se imagino la chica con cierta cobardia, seria mejor decirselo cuando Georgia estuviera presente. Quiza padre e hija se consolarian uno a otro por la perdida de la fortuna.

Mas nada pudo consolar a Georgia cuando esta llego a casa. No pudo esperar hasta la hora de cenar y, tan pronto como entro en la casa, se dirigio a la sala de estar en donde estaba Farran.

– ?Lo tienes? -esa fue la primera pregunta, evitando hacer toda alusion al funeral.

– Creo que sera mejor que te sientes -replico Farran y le narro, tan rapido como pudo, todo lo que sucedio desde que casi tuvo un infarto al oir la voz de Stallard Beauchamp que inquirio con suavidad: '?Es esto le que busca?'

– No puedo creerlo -jadeo Georgia; palidecio tanto que el rubor de sus mejillas sobresalio mucho. Acto seguido, le pidio a Farran que le contara todo de nuevo.

Despues de la segunda vez, Farran sintio mas simpatia por su hermanastra, ya que esta no parecio molestarse al enterarse de que la tia Hetty la incluyo, en el primer cambio de testamento, para heredarle la tercera parte de la fortuna. Pero Georgia si se molesto mucho al enterarse de que un perfecto extrano heredara la

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