de trabajar, ya que era el dueno de su negocio-. ?Acaso tendran que tragarse que iras de nuevo al funeral de tu abuela? -lo adoro cuando lo vio sonreir, y el sonido de su risa deleito los oidos de ella.

– ?Ya te dijeron que tienes una estructura facial fantastica? -inquirio el y le parecio que no podia controlar sus palabras y que las dijo en contra de su voluntad.

– Si asi fue, no me di cuenta -contesto ella con amabilidad. No podia creer que ese dia los dioses estuvieran de su parte-. Mmm… ?quieres ir muy lejos? -penso que era mejor bajar un poco a tierra.

– Necesitaras un sueter. Iremos a ver las Islas Ballestas… seria bueno que llevaras contigo la camara.

Una hora y media despues, Bliss reflexiono que habia tenido demasiado. Machu Picchu con Quin fue maravilloso; la emocion de ver Nazca con el no podia expresarse en palabras; el dia anterior, estar a su lado en Pisco y San Andres fue algo increible, y ahora… era algo fuera de este mundo.

Hacia una hora, habia ido al muelle que estaba cerca del embarcadero, donde Quin estaba sacando una pequena lancha con cabina. La ayudo a abordar tomandola de las manos, y ella, por necesidad, se acerco mucho a el, tanto, que pudo percibir su olor masculino. Lo solto y se alejo tan pronto como pudo para recuperar el control de sus emociones.

Sin embargo, la adrenalina aun fluia por su sangre al estar de pie junto a el mientras Quin sacaba el barco de su puerto privado. Poco, despues, Bliss descubrio por que Quin le sugirio que llevara su camara. Habia pajaros… cientos de ellos. Pajaros en el aire, en las rocas, en los acantilados, en todas partes.

– ?Es eso un cormoran? -inquirio Bliss con emocion cuando Quin disminuyo mucho la velocidad y supo que no encallarian si desviaba su atencion hacia un ave.

– Es el cormoran neotropico -le anuncio y senalo en otra direccion-. ?Ves el ave que tiene patas rojas… alla? -Bliss no podia verla y el corazon le dio un vuelco cuando Quin la rodeo con el brazo y la hizo volverse un poco-. Alla -senalo de nuevo.

– Ah, si -su voz temblo y no sabia como el podia estar tan tranquilo, cuando ella estaba convertida en una gelatina por dentro por el solo hecho de que la tocara.

Quin la solto cuando ella decidio de pronto fotografiar cualquier pajaro que estuviera cerca. Bliss haber sacado unas buenas tomas de gaviotas dominicanas, pelicanos y buitres.

Quin apago el motor y se acercaron flotando a una cueva rocosa.

– ?Escucha! -sugirio el, pero Bliss no oyo nada. Escucho de nuevo y entonces oyo un sonido ronco y musical.

– ?Que es? -susurro.

– Algunos dicen que es el canto de las focas -bromeo al observar el maravillado rostro de la chica-, pero…

– ?Focas? -murmuro ella. Al ver a Quin tuvo la loca impresion de que el se disponia a besarla. Se olvido de que estaban hablando cuando el le contemplo los ojos, la boca y de nuevo los ojos. De pronto, con brusquedad, Quin bajo la vista y miro al frente… y no le costo ningun trabajo recordar de que estaban hablando.

– ?Te gustaria ver algunas? -inquirio y dirigio el bote hacia algunas rocas, donde Bliss vio verdaderas manadas de focas.

Llegaron a una seccion donde algunos enormes machos estaban en el agua y llamaban con fuerza a las hembras, que apenas si sacaban la cabeza del agua.

– ?Alguna vez viste algo tan fascinante? -susurro la chica y se volvio con emocion hacia Quin. Le parecio que este le comunicaba algo con la mirada. Por un momento, el corazon se le acelero al pensar que las profundidades grises de los ojos masculinos parecian decir: “A ti”.

Con rapidez, Bliss presto atencion al mar. No la llevaria a ninguna parte sonar con lo que deseaba, asi que debia controlar su imaginacion… de inmediato.

Hacia tres horas que estaban en el mar y de nuevo a Bliss le parecio que el tiempo paso volando. Al regresar, penso que el dia ya no podia reservarle mas maravillas y, sin embargo, de pronto descubrio otra.

Estaban navegando cerca de la costa, cuando Bliss vio un grabado gigante en una pendiente muy empinada que le parecio ser de arena.

– ?Que es eso? -exclamo y Quin disminuyo la velocidad del bote. Bliss estaba de nuevo hechizada.

– El Candelabro -explico Quin y Bliss se dio cuenta de que ahora estaban frente a eso que tenia una forma de candelabro gigante. La chica no podia quitarle la vista de encima.

– ?Que tan viejo es? -quiso saber cuando noto que estaba esculpido en la suave arena y que debia ser una obra humana.

– Las teorias difieren, pero algunos creen que podria estar relacionado con las lineas de Nazca -contesto Quin. Bliss se quedo pasmada.

– ?No puede ser! -susurro con suavidad.

– Claro que puede ser -sonrio el.

– ?Dios mio! -suspiro Bliss. Entonces, se percato de que habian tomado la ruta larga y que antes no pasaron por ese sitio-. ?Guardaste El Candelabro hasta el final premeditadamente?

– ?Crees que seria capaz de algo semejante? -la miro a los ojos sonriendo y Bliss se volvio a enamorar de el.

Comieron tarde y, de nuevo, porque habia tenido demasiado, Bliss se paso el resto de la tarde tratando de hacer lo imposible: revivir y saborear cada momento de esa gloriosa manana, mientras intentaba mantener los pies en tierra firme. Debia agradarle bastante a Quin, ?no? Asi debia ser para que el guardara la impresionante vision de El Candelabro para el final, con la certeza de que eso la emocionaria mucho.

Sin embargo, esa noche, durante la cena, Bliss empezo a dudar de que Quin le agradara. Entro en el comedor muy ilusionada, pero lo saludo con calma, como lo exigia el decoro.

– Buenas noches -contesto el, y parecio silencioso y estar sumido en sus pensamientos durante toda la cena Bliss empezo a sentir que el estaba lamentando haber estado tanto tiempo fuera de su trabajo.

Esa noche, no la invito a ver su biblioteca, aunque Bliss ya habia decidido aceptar si el lo hacia. Asi que la chica tuvo que ir a su cuarto para pensar en muchas cosas.

Media hora despues, todavia estaba preocupada por el cambio de Quin. Pasaron diez minutos mas, en los cuales Bliss trato de convencerse de que en realidad no le desagradaba a Quin sino que el, siendo un hombre de negocios, debia estar preocupado por sus compromisos.

Recordaba que el tenia varias fabricas en Lima, ademas de su negocio en la costa, cuando de pronto alguien llamo a la puerta… y Bliss salto por el susto.

Desde antes supo que no se trataba de la senora Gomez ni de Leya, pues ya podia reconocer la forma en que estas llamaban. Bliss trato de conservar la calma al ir a abrir.

Intento sonreir al abrir la puerta y ver a Quin. Sin embargo, el no sonreia, asi que ella contuvo su alegria. Espero a que el le anunciara por que estaba alli y, cuando no fue asi, de pronto Bliss lo entendio todo.

– Lo siento -estaba atragantada. Se sentia herida, humillada y deseo estar a kilometros de ese lugar. Le dio la espalda por temor a romper a llorar de dolor y verguenza.

– ?Que…? -pregunto Quin. Pero siguio sin decir nada. Bliss se alejo aun mas.

Sin embargo, cuando todavia estaba luchando para no llorar, Quin se acerco a ella.

– Ahora hago mi maleta -anuncio la joven con rapidez y se aparto mas.

– ?Que? -pregunto el.

Bliss supo que todavia estaba alli… ?y mas cerca de lo que imagino!

– Hace dias que debi marcharme. Quise hacer… -se interrumpio, luchando por conservar el control cuando Quin la encaro. Bliss alzo la vista y nunca lo vio mas serio que en ese momento.

– ?De que demonios estas hablando? -inquirio, con palabras que hacian juego con su mirada.

– Yo… -se dio cuenta de que Quin no entendia nada de lo que ella imaginaba. ?Acaso no viniste a pedirme que me fuera?

– ?Que te fueras? -la severidad de su expresion fue sustituida por la incredulidad-. Que mujer tan suscep… - Se interrumpio, sin poder terminar la frase. Sin embargo, como necesitaba actuar de alguna manera, la tomo de los hombros y la abrazo. Entonces, inclino la cabeza y la beso.

Fue un beso breve, igual que los otros. Un beso generoso. Pronto, Quin la abrazo con mayor fuerza y hubo algo mas en su beso… algo que Bliss no pudo definir. Todo lo que sabia era que la alegria y el alivio la inundaban al darse cuenta de que, por estar demasiado sensible, interpreto mal toda la situacion. Quin no estaba harta de dejar de trabajar para sacarla a pasear, tampoco queria que se marchara.

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