calle principal de Centralville hacia el Cuartel General. Al pasar por el Luau penso con avidez en otro vodka; pero en ese momento entraba el capitan Davidson y Lyubov no se detuvo.

La gente del Shackleton ya estaba reunida en la sala de conferencias. El comandante Yung, a quien Lyubov conocia de antes, habia bajado con algunas caras nuevas esta vez.

No llevaban el uniforme de la Armada. Al cabo de un momento se dio cuenta con un ligero sobresalto de que eran humanos no terricolas. En seguida, intento que se los presentaran. Uno de ellos, el senor Or, era un cetiano peludo, de color gris, bajo y serio; el otro, el senor Lepennon, era alto, blanco y bien parecido: un hainiano. Saludaron a Lyubov con interes, y Lepennon le dijo: —Acabo de leer su trabajo sobre el control consciente del sueno paradojico entre los athshianos, doctor Lyubov.

Era un comentario agradable. Y tambien lo era que le llamasen por su bien merecido titulo de doctor. Por su conversacion, parecia que los extraterrestres habian estado en la Tierra, y que podian ser expertos en esvis o algo parecido; pero el comandante, al presentarselos, no lo habia mencionado.

La sala se iba llenando. Llego Gosse, el ecologista de la colonia, y tambien los oficiales; y el capitan Susun, director de Desarrollo Planetario —operativo talado —cuyo cargo, igual que el de Lyubov, era un invento necesario para la tranquilidad de espiritu de los militares. El capitan Davidson entro solo, apuesto y erguido, el rostro enjuto de facciones marcadas, sereno y un tanto serio. Habia guardias custodiando todas las puertas. Todos los senorones del Ejercito estaban tiesos como estacas. La conferencia era, lisa y llanamente, una investigacion. ?Quien tenia la culpa? Yo, yo tengo la culpa, penso Lyubov con desesperacion, pero esa misma desesperacion le llevo a mirar hacia la mesa al capitan Davidson con odio y desprecio.

El comandante Yung hablo con voz muy tranquila.

—Como ustedes saben, senores, mi nave se detuvo aqui, en Mundo 41 para bajarles un nuevo cargamento de colonas, y nada mas; el destino del Shackleton es Mundo 88, Prestno, uno de los planetas del Grupo Hainiano. SI embargo este ataque a un campamento de avanzada, desencadenado durante nuestra larga permanencia aqui, no puede su ignorado; sobre todo a la luz de ciertas circunstancias de las que se informara un poco mas adelante, en el curso normal de los acontecimientos. El hecho es que el status del Mundo 41 como Colonia Terraquea esta en estos momentos en discusion, y la masacre del campamento podria precipitar las decisiones de la Administracion Colonial.

Naturalmente, las decisiones que nosotros podamos adoptar tienen que ser tomadas en seguida, pues no puedo retener aqui mi nave durante mucho tiempo. Ahora bien, antes que nada, deseamos estar seguros de que los hechos pertinentes son de conocimiento de todos. El informe del capitan Davidson sobre los sucesos de Campamento Smith fue grabado y escuchado por todos nosotros en la nave; ?lo han escuchado tambien todos ustedes? Muy bien. Si alguno de ustedes desea preguntarle algo al capitan Davidson, adelante. Yo, personalmente, tengo una pregunta. Usted volvio al solar del campamento al dia siguiente, capitan Davidson, en un helicoptero grande y acompanado por seis soldados; ?tenia usted permiso de algun superior aqui en Central?

Davidson se puso de pie.

—Lo tenia, senor.

—?Estaba usted autorizado para aterrizar e incendiar el bosque proximo al campamento?

—No, senor.

—Y sin embargo lo hizo.

—Si, senor. Estaba tratando de que los creechis salieran del bosque. —Muy bien.

?Senor Lepennon?

El alto hainiano se aclaro la voz.

—Capitan Davidson —dijo—, ?cree usted que la gente que trabajaba bajo sus ordenes en Campamento Smith estaba contenta en general?

—Si, lo creo.

La actitud de Davidson era firme y directa; el hecho de que se encontrara en dificultades no parecia molestarle. Por supuesto, estos oficiales de la Armada y esos extranjeros no podian obligarle a nada. De la perdida de doscientos hombres y de las represalias que el habia tomado sin autorizacion, no tenia que responder ante nadie, excepto al coronel. Pero el coronel estaba alli, escuchando.

—?Quiere decir, entonces, que estaban bien alimentados, alojados decentemente, sin demasiado trabajo, en la medida en que esto es posible en un campamento de frontera?

—Si.

—?La disciplina era muy rigurosa?

—No.

—?Que opina usted, entonces? ?Que provoco la rebelion?

—No comprendo.

—Si no habia descontentos, ?por que unos masacraron a los otros y lo destruyeron todo?

Hubo un preocupado silencio.

—Si se me permite una breve intervencion —dijo Lyubov—, fueron los esvis nativos, los athshianos empleados en el campamento y los que habitaban en el bosque quienes atacaron a los humanos terricolas. En su informe el capitan Davidson se refiere a los athshianos como los “creechis”.

Lepennon parecia molesto y ansioso.

—Gracias, doctor Lyubov. Quiere decir que me equivoque de medio a medio. A decir verdad, supuse que la palabra “creechi” aludia a una casta terricola que desempenaba tareas menores en los campamentos de lenadores. Creyendo, como todos nosotros, que los athshianos eran una especie intermedia no agresiva, nunca pense que ellos fueran “los creechis”. En realidad, tampoco sabia que cooperaban con ustedes en los campamentos. De todos modos, sigo ignorando que pudo provocar el ataque y el motin.

—No lo se, senor.

—?Cuando el capitan dijo que la gente que trabajaba bajo sus ordenes estaba contenta, incluia tambien a los nativos? —pregunto Or, el cetiano, en un aspero murmullo.

El hainiano entendio enseguida, y le pregunto a Davidson, con voz Preocupada y cortes: —?Cree usted que los athshianos que vivian en el campamento estaban contentos?

—Hasta donde yo se.

—?No habia nada fuera de lo comun en la situacion de esta gente, o en el trabajo que hacian?

Lyubov sintio como se elevaba la tension, una vuelta de tuerca, en el coronel Dongh y la plana mayor, y tambien en el comandante de la astronave. Davidson se mantenia tranquilo y desenvuelto.

—Nada fuera de lo comun.

Lyubov sabia ahora que solo sus estudios cientificos habian sido enviados al Shackleton; las protestas, y hasta los informes anuales acerca de la “Adaptacion de los Nativos a la Presencia Colonial” pedidos por la Administracion, habian quedado arrinconados en el cajon de algun escritorio del cuartel general. Estos dos humanoides no terraqueos desconocian por completo la forma en que se explotaba a los atlishianos. El comandante Yung estaba enterado, desde luego; no era la primera vez que bajaba, y habria visto las pocilgas de los creechis. De todos modos un comandante de la Armada Colonial no tenia mucho que aprender sobre las relaciones entre los terraqueos y las especies nativas inteligentes. Aprobase o no la politica de la Administracion Colonial, poco o nada podia sorprenderle. Pero un cetiano y un hainiano ?que podian saber, a menos que la casualidad los trajese a una colonia terraquea mientras iban a alguna otra parte? Levennos y Or no habian tenido nunca la intencion de bajar. O quiza no habian pensado bajar, pero al enterarse de los disturbios, ellos mismos habian insistido. ?Por que les habia traido el comandante: por iniciativa propia o porque ellos lo habian querido asi? Quienesquiera que fuesen habia en ellos un aura de autoridad, una vaharada del aspero, embriagador olor del poder. El dolor de cabeza de Lyubov habia desaparecido como por encanto, se sentia alerta y excitado, las mejillas un tanto acaloradas.

—Capitan Davidson —dijo—, tengo un par de preguntas, a proposito de su enfrentamiento de anteayer con los cuatro nativos. ?Esta usted seguro de que uno de ellos era Sam, o Selver Thele?

—Creo que si.

—Usted no ignora que el esta resentido contra usted.

—No se nada.

—?No lo sabe? La mujer de Selver murio en las habitaciones de usted inmediatamente despues de una relacion sexual, y el le considera responsable de esa muerte, ?no lo sabia usted? Selver le ataco una vez, antes, aqui en Centralville; ?lo habia olvidado? Y bien, lo cierto es que el odio personal de Selver hacia el capitan

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