primitivos. Observen ustedes las formas arcaicas de estos modelos de servidores electronicos. Respondian unicamente a la voz, sin celulas telepaticas que les hicieran adelantarse a los deseos del propietario, lo que suponia, como es logico, un gasto extra de energia que invalidaba muchas acciones.

Yannakopoulos se asomo a la puerta. Un grupo de gente vestida con tunicas tan livianas como la que el llevaba, seguia docilmente a un hombre alto y uniformado que parecia ser el guia de la extrana procesion. ?Una visita turistica a su propia casa! Yannakopoulos salio como una fiera, rojo de ira:

– ?Que hacen ustedes en mi casa?… ?Desde cuando les sirve.a ustedes de museo de antiguedades?… ?Vamos, quien les ha dado permiso para venir aqui!… Los turistas volvieron la cabeza y le miraron asombrados. El viejo, palido todo su cuerpo y el rostro encendido, se abalanzaba sobre ellos. Cuando estaba a cinco metros, el guia se volvio a los turistas:

– Sera mejor que sigamos la leccion en otro sitio. Vengan conmigo, por favor.

Y, ante sus propias narices, ?todos aquellos seres repugnantes que habian tomado su casa por asalto, se desvanecieron! Por un instante, Yannakopoulos se sintio desorientado. Luego, despacio y sin fuerzas para caminar -las emociones le estaban estropeando el sistema nervioso, tan largo tiempo sometido a la inactividad- se dirigio a una de las grandes ventanas de la casa. La ventana se abrio sola cuando estuvo cerca. Entro la luz del sol. Brillante, molesta, como mas pura que cuando la abandono ya no sabia cuanto tiempo antes. Miro hacia la calle que se extendia mas alla del jardin hidroponico. Llegaban hasta el voces, risas, rumor de multitud. Vio las verjas ionizadas que habia mandado poner su secretario y, tras las rejas, una multitud de hombres y mujeres. Le estaban mirando. Y, cuando se asomo mas, ofreciendose involuntariamente a la vista de los otros, el rumor crecio y muchas manos, desde lejos, le senalaron. Estaba siendo un objeto de curiosidad, el Hombre-Mas-Viejo-Del- Mundo. Oia sus voces y sus gritos, destacandose sobre el rumor general:

– ?Ahi esta!… ?Miradle!…

Yannakopoulos se retiro de la ventana. La ventana se cerro y oyo un prolongado y multiple silbido en la calle, un silbido de desilusion en muchas gargantas. Se dirigio a uno de los botones de llamada de los criados electronicos. Lo pulso. No contestaba nadie.

– Estoy solo… Me han dejado solo, como a una reliquia. Solo totalmente. Los otros y yo ya no tenemos nada en comun. Tengo ciento sesenta y un anos. ?No soy tan viejo! Me siento joven. Pero soy otro. ?Otro!… Entre ellos y yo no hay casi nada en comun. He regresado en un mal momento, seguramente… Tendria que haber esperado, hasta que me olvidasen… hasta que hubiera podido recorrer las calles sin que nadie se fijase en mi… Las calles y el mundo… Con mi… ?con mi dinero?… ?Tengo acaso dinero?… ?Soy el hombre mas rico del mundo?…

Mientras descendia lentamente las escaleras que conducian al sotano, a la camara de hibernacion, el aire se lleno del rugido de los cohetes interestelares que surcaban el espacio sideral en busca de otras galaxias. Yannakopoulos penso para si:

– Cuando despierte de nuevo, viajare hacia las estrellas…

***

16 de marzo de 2148.

Tento las paredes y tuvo el convencimiento de que se encontraba metido en una pecera. Oyo un ruido en lo alto y vio el tubo por el que entraba el oxigeno que le permitia respirar. A traves del cristal espeso que le separaba del resto del mundo, a una incierta luz que le parecio de amanecer, vio otras peceras semejantes a aquella en la que se encontraba el metido. En la mas proxima paseaba tranquilamente un orangutan. En otra caminaba un leon. Zonas de hierba rojiza y reseca separaban unas peceras de otras. En la que estaba proxima a sus espaldas habia tres pajaros, de una especie que no habria sabido definir, porque el nunca estuvo demasiado enterado del mundo de los pajaros. Serian gorriones, o golondrinas;o cualquiera sabe que!…

Recorrio su pecera. Podia dar seis pasos de lado a lado. Comenzo a inquietarse. Quiso salir de alli. Busco algun boton que pulsar, pero no habia ninguno. Entonces, golpeo con las palmas el cristal que le envolvia. Una vez, dos, muchas veces, cada vez con mas fuerza, como un salvaje.

A traves del cristal oyo como unos pasos metalicos que se aproximaban rapidamente. Se volvio hacia donde los oia y vio acercarse un robot pulido y brillante, de forma asombrosamente antropomorfa. Las celulas que le servian de ojos despedian reflejos azules. Y Yannakopoulos le oyo decir con voz metalica:

– ?Que quieres, Homo Sapiens?

– ?Sacame de aqui! -le ordeno, como ordenaba a sus servidores electronicos.

Pero el robot se mantuvo imperterrito. Solo la luz azul de sus celulas opticas se troco en verde.

– No puedes salir. Homo Sapiens… No hay atmosfera para que puedas respirar… ?No ves la luz? Este planeta no tiene oxigeno. Solo puedes respirar ahi dentro…

– ?Llama a un hombre!… ?Hazle venir!

– No hay ninguno, Homo Sapiens… Tu eres el unico ejemplar que queda sobre la tierra… Los demas la abandonaron ya hace mucho tiempo…

– ?No!… ?Donde estan?

– En los planetas… En alguna parte de la Galaxia, no se…

– ?Quiero ir con ellos!

– No podemos llevarte. Nosotros no tenemos cohetes…

– ?Vosotros? ?Quienes… sois vosotros?

– Los Homo Sapiens nos dejaron aqui… Nosotros ocupamos ahora todo el Planeta, nos construimos unos a otros y el mundo es nuestro…

– ?Y este lugar?

– Lo conservamos para Museo de la Universidad Planetaria… Hemos tratado de conservar convenientemente un ejemplar de cada especie celular que hubo antes de nosotros… Desde la ameba hasta ti mismo… Toda la serie vegetal y animal… Sois el mas completo museo del Planeta. Estamos orgullosos de el.

El robot se retiro lentamente, y Yannakopoulos vio desfilar durante todo el largo dia, hasta que el sol se oculto, una interminable procesion de robots, todos iguales, todos pulidos, todos brillantes, que se detenian a mirarle fijamente, igual que se detenian ante las demas peceras que contenian a los otros animales. El viejo se sintio animal durante todo el dia.

Por la noche, cuando ya no quedaban visitantes y los demas animales se habian retirado a sus cubiles, Yannakopoulos golpeo nuevamente el cristal con las palmas de las manos. Aparecio de nuevo el robot, caminando lentamente. No supo si seria el mismo u otro cualquiera. Todos, absolutamente todos los que habia visto durante el dia le parecieron iguales. El robot despedia luz rosada por sus celulas opticas.

– ?Que quieres, Homo Sapiens?… Es hora de dormir.

– Oye, amigo… ?Como te llamas?

– 3-XV-575-A-3.

– ?Puedo pedirte un favor?

– Supongo, si esta en mi mano…

– Quiero morir, amigo… He vivido demasiados anos y estoy cansado… Tu puedes hacer algo para matarme…

El robot retrocedio un paso y sus pupilas cambiaron de color al rojo vivo.

– ?No!…

– ?No te atreves?…

– No puedo, Homo Sapiens… Eres una pieza de Museo, una pieza valiosisima… Te hemos preparado el organismo celular para que vivas siempre, ?no te das cuenta? Eres el unico Homo Sapiens que nos queda. ?No podemos perderte!

– ?Pero yo quiero morirme!…

– No puedes, Homo Sapiens… ?No podras nunca!…

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