antepasados, eramos una gran nacion, nos extendiamos de oceano a oceano, segun cuentan las leyendas de mi pueblo, y ahora estamos arrinconados en un rincon de nuestro territorio, hambrientos, enfermos, moribundos y avergonzados. En el Norte, nos vemos empujados por los Ojibways y los Crees; en el Sur, los Seminolas se apoderan de nuestras tierras metro a metro; y en el Este, los Sioux se apoderan de un trozo mas de New Jersey, y los Cheyennes cortan otra rebanada de Elmira y Buffalo. ?Cuando terminara esto? ?A donde vamos a ir?

El anciano se retorcio angustiosamente las manos, y en su voz hubo la misma angustia al decir:

.Es duro, lo se; creeme, no niego que es duro. Pero los hechos son los hechos, y los pueblos mas debiles siempre salen perdiendo… Ahora, hablemos del resto de tu mision. Si no nos retiramos, como solicitas, exiges la devolucion de vuestros rehenes. Me parece razonable. Sin embargo, no consigo recordar que tengamos ningun rehen. ?Tenemos algun rehen vuestro?

Con la cabeza inclinada y el cuerpo exhausto, Jerry murmuro en tono avergonzado:

—Si. Todas las naciones indias que limitan con nosotros tienen rehenes nuestros. Como prueba de nuestra buena voluntad y de lo pacifico de nuestras intenciones.

Brillante Cubierta de Libro chasqueo los dedos.

—Aquella muchacha, Sarah Cameron… o Canton… o como se llame.

Jerry alzo la cabeza.

—?Calvin? —pregunto—. ?No sera Calvin? ?Sarah Calvin? ?La hija del Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos?

—Sarah Calvin. Eso es. Lleva con nosotros unos cinco o seis anos. ?La recuerda, jefe? Es la muchacha a la cual su hijo ha estado rondando.

Tres Bombas de Hidrogeno parecio sorprendido.

—?Ella es el rehen? Crei que era una muchacha blanca que se habia traido de sus plantaciones de Ohio. Bien, bien, bien. Generador de Radiaciones responde al viejo refran: de tal palo tal astilla, no cabe duda. Se puso repentinamente serio—. Pero la muchacha no querra marcharse. Preferira quedarse con nosotros. Y, ademas, cree que mi hijo se casara algun dia con ella. O algo por el estilo.

Miro fijamente a Jerry Franklin.

—Un asunto muy dificil, hijo mio. ?Por que no esperas fuera mientras nosotros lo discutimos? Y llevate el sable. No lo dejes aqui. Por lo visto, mi hijo no lo quiere.

Jerry se inclino a recoger el sable y salio del jacal con expresion de desaliento.

Sin prestar demasiada atencion, vio al grupo de guerreros Sioux que rodeaba a Sam Rutherford y a sus caballos. Luego el grupo se separo por un momento y vio a Sam con una botella en la mano. ?Tequila! El muy imbecil habia aceptado tequila de los indios… estaba borracho como una cuba.

?No sabia que los hombres blancos no podian beber, que no resistian la bebida? A pesar de cultivar hasta la ultima pulgada de las tierras de que disponian, los alimentos obtenidos eran insuficientes y todos se encontraban al borde de la depauperacion. En su economia no cabian lujos tales como las bebidas alcoholicas. Ningun hombre blanco, en el transcurso de toda su vida. llegaba a beberse un vaso de alcohol. Darle a uno de ellos una botella entera significaba convertirle en un pingajo humano.

Sam era un pingajo humano en aquellos momentos. Andaba de un lado para otro, haciendo eses, empunando la botella por el gollete y blandiendola estupidamente. Los Sioux se reian a carcajadas, dandose mutuamente golpecitos en la espalda y senalando a Sam. Este acabo vomitando sobre los harapos que cubrian su pecho y su vientre, trato de echar otro trago, y cayo de espaldas. La botella siguio vertiendose sobre su rostro hasta que quedo vacia. Sam empezo a roncar como un cerdo. Los Sioux sacudieron sus cabezas, haciendo muecas de disgusto, y se alejaron de alli.

Jerry sintio que la pena desgarraba su corazon. ?A donde podian ir? ?Que podian hacer? Y al fin y al cabo, ?que importaba? Tal vez seria preferible estar tan borracho como Sam. Al menos, no sentiria nada.

Miro el sable que llevaba en una mano. la brillante pistola nueva que llevaba en la otra. Logicamente, deberia tirarlas. ?No era ridiculo, si se pensaba un poco en ello, no era patetico… un hombre blanco armado?

Sylvester Thomas salio de la tienda.

—Tenga preparados sus caballos, mi querido senor —susurro—. Este dispuesto a salir corriendo en cuanto yo regrese. ?DE prisa!

El joven se acerco a los caballos y siguio aquellas instrucciones… simplemente porque no sabia que otra cosa hacer. Salir corriendo, ?para donde? ?Para que?

Levanto a Sam Rutherford y lo ato a su caballo. ?Regresar a casa? ?Regresar a la grande, a la poderosa, a la respetada capital de lo que en otro tiempo habian sido los Estados Unidos de America?

Thomas regreso con una muchacha que luchaba ferozmente por soltarse del embajador de la confederacion. Llevaba un precioso vestido, como el de una princesa india. Su pelo estaba peinado a la moda de las mujeres Sioux. Y su rostro habia sido cuidadosamente tenido con algun producto destinado oscurecer la piel.

Sarah Calvin. La hija del Presidente del Tribunal Supremo. Entre Thomas y Jerry la ataron al caballo de carga.

—Ha sido cosa del jefe Tres Bombas de Hidrogeno —explico el negro—. Le disgusta que su hijo ande rondando tanto alrededor de las mujeres blancas. Quiere quitar a esta de en medio. El muchacho de be sentar la cabeza, prepararse para las responsabilidades del manso. Esto puede ayudarle a conseguirlo. Y, escuche, al anciano le gusta usted. Me ha encargado que le dijera una cosa.

—Muchas gracias. Agradezco todos los favores, por insignificantes que sean, por humillantes que sean.

Sylvester Thomas sacudio la cabeza perentoriamente.

—Deje la amargura a un lado, joven. Si quiere salir adelante, tiene que estar muy alerta. Y no se puede estar amargado y alertas al mismo tiempo… El jefe me ha encargado que le advierta para que no regrese a su casa. No podia decirselo claramente en el consejo, pero el motivo de que los Sioux hayan cruzado el Delaware no tiene nada que ver con los Seminolas. El motivo es la situacion creada en el Norte por los Ojibways y los Crees. Han decidido ocupar la costa oriental… que incluye lo que ha quedado del pais de usted. En estos momentos, probablemente estaran en Yonkers o en el Bronx, en plena ciudad de Nueva York. Dentro de unas horas, su gobierno habra dejado de existir. El jefe tuvo noticias de ese proyecto, y creyo necesario que los Sioux establecieran una especie de cabeza de puente en la costa, antes de que la nueva situacion quedara definitivamente establecida. Al ocupar New Jersey trata de evitar que los Objiways y los Seminolas lleguen a unirse. Pero al jefe le ha sido usted simpatico, como ya le he dicho, y desea advertirle para que no regrese a su casa.

—Estupendo. Pero, ?a donde voy a ir? ?A esconderme en una nube? ?A tirarme a un pozo?

—No —respondio Thomas muy serio. Ayudo a montar a Jerry—. Puede usted venir conmigo a la confederacion… —Hizo una pausa, y cuando vio que la hosca expresion del rostro de Jerry no cambiaba, continuo—: Bueno, en tal caso, puedo sugerirle —y este es un consejo mio, no del jefe— que se dirija directamente a Asbury Park. No esta muy lejos… y puede llegar a tiempo si no se entretiene por el camino. Segun los informes que he podido recoger, hay alli varias unidades de la Marina de los Estados Unidos, la Decima Flota, para ser mas exacto.

—Digame —pregunto Jerry, inclinandose sobre su montura—. ?ha oido usted alguna otra noticia? ?Algo respecto al resto del mundo? ?Que ha sido de los ruskis. o de los sovietskis, o como se llamaran? Los que lucharon contra los Estados Unidos hace muchisimos anos.

—Segun los informes que posee el jefe, los rusos sovieticos tienen muchas dificultades con una gente llamada Tataros. Creo que les llaman Tataros. Pero, no se entretenga mas, joven. Ya tendria que estar usted en camino.

Jerry se inclino un poco y estrecho la mano del embajador.

—Gracias —dijo—. Le agradezco muchisimo todas las molestias que se ha tomado por mi.

—No vale la pena hablar de ello —replico mister Thomas—. Despues de todo, no debemos olvidar que en otra epoca formamos parte de la misma nacion…

Jerry espoleo a su caballo, llevando a los oros dos de la brida. Puso al animal al trote, limitandose a las precauciones que el estado de la carretera hacia imprescindibles. Cuando llegaron a la carretera 33, Sam Rutherford, aunque no despejado del todo, se sintio capaz de mantenerse sobre la silla. Entonces pudieron desatar a Sarah Calvin y obligarla a cabalgar entre los dos.

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