penumbra, a pesar de que habia una serie de ventanas que daban al mar, pero los cristales estaban cubiertos con planchas de conglomerado que apenas dejaban pasar pequenos rayos de luz.

El silbido del viento se oia claramente en la oscuridad del lugar.

– Aqui arriba el viento corre a sus anchas -comento Katrine, e hizo una mueca-. La ventaja de esta ventilacion es que la casa se ha mantenido seca: apenas tiene humedades.

– Vaya, eso esta bien. -El periodista observaba el suelo de corcho abombado, el papel de la pared manchado y estropeado y las telaranas que colgaban de las vigas del techo-. Aun queda mucho trabajo por hacer.

– Si, lo sabemos -asintio Katrine.

– Estamos deseando empezar -anadio Joakim.

– Seguro que quedara bien… -dijo Nyberg, y a continuacion pregunto-: ?Que saben de esta casa?

– ?Se refiere a su historia? -inquirio Joakim-. No mucho, pero el agente inmobiliario nos conto algo. Se construyo a mediados del siglo diecinueve, al mismo tiempo que los faros. Pero luego se han hecho bastantes ampliaciones… El porche acristalado de la parte delantera parece ser del siglo veinte.

A continuacion miro a Katrine con gesto interrogativo para ver si deseaba anadir algo mas -quiza sobre como les fue a su madre y a su abuela cuando vivieron alli-, pero su mujer ni siquiera lo miro.

– Sabemos que los responsables y los guardas de los faros vivian en la casa con sus familias y el servicio -se limito a decir Katrine-, asi que ha correteado mucha gente por estas habitaciones.

Nyberg asintio y echo un vistazo general al sucio piso de arriba.

– No creo que demasiada durante los ultimos veinte anos -dijo-. Hace cuatro o cinco anos, sirvio como centro de acogida de refugiados politicos, familias que habian huido de los Balcanes. Pero no se quedaron mucho tiempo. Es una pena que haya estado deshabitada…, es un lugar magnifico.

Comenzaron a bajar la escalera. De pronto, incluso las habitaciones mas sucias de la planta baja parecian luminosas y acogedoras comparadas con las del piso de arriba.

– ?Sabe si tiene algun nombre? -pregunto Katrine, y miro al periodista-. ?Lo sabe?

– ?Que?

– Esta casa -contesto ella-. Siempre se llamo ludden, pero eso es solo el nombre del lugar.

– Si, ludden en lgrundet, donde se reunen las anguilas en verano… -dijo Nyberg como si recitara un poema-. No, no creo que la casa tenga nombre.

– En general, suelen tener uno -apunto Joakim-. A nuestro hogar de Bromma lo llamabamos Appelvillan.

– Esta casa no tiene nombre, por lo menos yo no lo conozco. -Nyberg acabo de bajar la escalera, y anadio-: Sin embargo, existen una serie de leyendas sobre ella.

– ?Leyendas?

– Yo he oido unas cuantas… Se dice que cuando alguien estornuda aqui, el viento sopla con mas fuerza en ludden…

Katrine y Joakim se echaron a reir.

– Entonces tendremos que quitar el polvo con frecuencia -bromeo ella.

– Tambien circulan unas cuantas historias de fantasmas -anadio Nyberg.

Se hizo el silencio.

– ?Historias de fantasmas? -repitio Joakim-. El agente inmobiliario deberia habernos avisado.

Estaba a punto de sonreir y negar con la cabeza, pero su mujer se adelanto:

– Los Carlsson, nuestros vecinos, me contaron unas cuantas cuando me invitaron a tomar cafe. Pero me dijeron que no las creyera.

– La verdad es que no nos queda mucho tiempo para fantasmas -senalo Joakim.

Nyberg asintio y dio unos pasos hacia el recibidor.

– No, pero cuando una casa se queda deshabitada durante un tiempo, la gente empieza a hablar -dijo-. ?Podemos salir y tomar unas fotos, ahora que aun hay luz?

Bengt Nyberg finalizo la visita con un paseo por el cesped y los caminos de piedra del patio. Inspecciono rapidamente las dos alas: a un lado el enorme establo, cuya planta baja era de piedra caliza con la parte superior de madera pintada de rojo; al otro lado estaba la pequena cabana.

– Me imagino que tambien reformaran esto -dijo al echar un vistazo por la ventana polvorienta de la cabana.

– Por supuesto -contesto Joakim-. La iremos arreglando poco a poco.

– ?Y luego la alquilaran en verano?

– Quiza. Habiamos pensado abrir un bed & breakfast dentro de unos anos.

– A mucha gente en la isla se le ha ocurrido la misma idea -replico Nyberg.

Lo ultimo que hizo fue sacar una veintena de fotografias de la familia Westin sobre la explanada de hierba pajiza frente a la casa.

En el frio viento, Katrine y Joakim, de pie, miraron en la misma direccion, hacia los dos faros junto al agua. Joakim irguio la espalda cuando la camara hizo clic y penso en la casa de sus vecinos en Estocolmo, que habia salido tres veces a doble pagina en la revista mensual Vackra villor del ano pasado. Ellos se tendrian que conformar con un articulo en el Olands-Posten.

Llevaba a Gabriel a hombros. El nino vestia un anorak verde que le iba demasiado grande, mientras Livia permanecia de pie entre Katrine y el, con un gorro blanco de lana calado hasta las cejas. Miraba a la camara con recelo.

La casa de ludden se alzaba tras ellos como un castillo de madera y piedra que vigilara en silencio.

Mas tarde, cuando el periodista se hubo marchado, toda la familia bajo a la playa. El viento era mas frio que en los dias precedentes y el sol ya alcanzaba el tejado de la casa, detras de ellos. El aire transportaba un aroma a algas marinas.

Bajar a la playa de ludden era como llegar al fin del mundo, a la ultima etapa de un largo viaje, lejos de todo y de todos. A Joakim le gustaba esa sensacion.

El nordeste de Oland parecia estar formado por un cielo enorme y una estrecha franja de tierra ocre. Los pequenos islotes semejaban arrecifes herbosos. La costa llana de la isla, con sus profundas calas y estrechos istmos, se sumergia imperceptiblemente en el agua formando un fondo poco hondo y regular de arena y barro, cuya profundidad aumentaba a medida que penetraba en el mar Baltico.

Un centenar de metros mas alla, las blancas torres de los faros se alzaban hacia el cielo azul marino.

Los dos faros de ludden. A Joakim le parecian artificiales los dos islotes sobre los que se asentaban, como si alguien hubiera colocado dos pilas de piedras y grava en el agua y las hubiera unido con grandes bloques de cemento. Desde la playa un largo espigon se extendia cincuenta metros al norte: un muelle ligeramente curvado de grandes piedras, casi con toda seguridad construido para proteger los faros de las tormentas de invierno.

Livia llevaba a Foreman bajo el brazo y de pronto echo a correr hacia el rompeolas de un metro de ancho que conducia a los faros.

– ?Yo tambien! ?Yo tambien! -grito Gabriel, pero Joakim le sujetaba con fuerza la mano.

– Iremos juntos -dijo.

Al cabo de una decena de metros, el rompeolas se bifurcaba sobre el mar, como una gran Y con dos brazos mas estrechos que conducian uno a cada faro. Katrine grito:

– ?Livia, no corras! ?Cuidado con el agua!

La nina se detuvo, senalo hacia el gran faro del sur y grito con una voz que apenas se oia a causa del viento:

– ?Es mi torre!

– ?La mia tambien! -grito Gabriel tras ella.

– ?Y punto! -exclamo Livia.

Era su expresion favorita de ese otono, algo que habia aprendido en la guarderia. Katrine se le acerco apresurada y senalo con la cabeza el faro norte.

– Entonces esa sera la mia.

– De acuerdo, yo me encargare de la casa -intervino Joakim-. Sera coser y cantar si me echais una mano de vez en cuando.

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