Carmen Posadas
Pequenas infamias
Premio planeta 1998
PRIMERA PARTE
Se de corazon de leon; ten arrogancia
y no te cuides de lo que se agite o conspire contra ti.
Macbeth no sera nunca vencido hasta
que el gran bosque de Birnam suba marchando
para combatirle a la alta colina de Dunsinane.
Shakespeare,
1
Tenia los bigotes mas rigidos que nunca; tanto, que una mosca podria haber caminado por ellos igual que un convicto sobre la plancha de un barco pirata. Solo que no hay mosca que sobreviva dentro de una camara frigorifica a treinta grados bajo cero: y tampoco Nestor Chaffino, jefe de cocina, repostero famoso por su maestria con el chocolate
Y
Vamos a ver: estan los duenos de la casa, naturalmente. Tambien Serafin Tous, ese viejo amigo de la pareja que llego a ultima hora. Da la casualidad de que Nestor lo habia conocido semanas atras, aunque muy brevemente, eso si. Luego estan los dos empleados de su empresa de comidas a domicilio La Morera y el Muerdago a los que habia pedido que se quedaran para ayudarle a recoger al dia siguiente: Carlos Garcia, su buen amigo, y tambien el chico nuevo (Nestor nunca acierta a la primera con su nombre). ?Karel? ?Karol? Si, Karel, ese muchacho culturista checo tan despierto para todo, que lo mismo bate claras a punto de nieve que descarga cien cajas de coca-cola sin un jadeo, mientras tararea
?Cual de ellos escuchara sus gritos, atendera a sus golpes contra la puerta, a las repetidas patadas, bang, bang, que retumban dentro de su cabeza como otras tantas patadas en el cerebro? Carajo, no
Calma, no va a pasar nada. Nestor sabe que la tecnologia americana, incluso la mas antigua, lo tiene todo previsto. En alguna parte, quiza cerca del marco de la puerta, debe de haber un dispositivo de emergencia que, seguro, segurisimo, hace sonar un timbre en la cocina y entonces alguien lo oira; ante todo hay que mantenerse tranquilo y pensar. ?Cuanto puede resistir un hombre vestido con una chaquetilla blanca y pantalones de algodon a cuadritos a treinta grados bajo cero? Mas de lo que uno imagina, coraje, viejo, y la mano tantea con bastante serenidad (dadas las circunstancias) pared arriba, pared abajo, ?hacia la derecha no!, cuidado, Nestor.
Sus dedos acaban de tropezar con algo gelido y fino. Santa Madonna, en las camaras frigorificas siempre hay bichos muertos, liebres, conejos de hirsutos bigotes…
De pronto, estupidamente, Nestor piensa en el dueno de casa, el senor Teldi, y entonces lo evoca, no como lo ha visto hace unas horas, sino en el recuerdo, veinte o veinticinco anos atras. Claro que el famoso bigote de Ernesto Teldi no era en aquella epoca (ni tampoco ahora) escaso y largo como el de una liebre, sino recortado, muy suave, parecido al de Errol Flynn. Y ese bigote ni siquiera se habia curvado un milimetro al verlo en el salon la primera vez, indiferencia total; pero es logico, un caballero como Teldi no tiene por que fijarse en el servicio domestico, menos aun recordar a un jefe de cocina al que solo habia visto en una ocasion hacia ya un siglo, alla por los anos 70, una tarde de tantas y tan terribles emociones.