Juliette Benzoni

La alcoba

de la reina

Secreto de Estado I

A la memoria de la princesa Isabelle de Broglie,

que mostro el camino.

Nota de la autora

Esta es una novela.

Segun un principio al que permanezco fiel, los personajes reales se mezclan con los de ficcion de una manera que espero resulte agradable.

Sin embargo, aunque he reflejado los acontecimientos historicos con tanta fidelidad como me ha sido posible, no por ello he dejado de utilizar los privilegios del escritor de ficcion, con el fin de aportar mi punto de vista personal y exponer determinadas hipotesis, que por lo demas comparten otros autores.

Despues de todo, ?y si fuese verdad?

Agradecimientos

Son numerosas las obras que he necesitado consultar para elaborar la trilogia que comienza con este libro. La lista es larga, demasiado larga y, por otra parte, de mencion innecesaria en una novela.

Digamos que empieza por La vie quotidienne au temps de Louis XIII de Emile Magne y la inevitable Vie de Louis XIII de Louis Vaunois, y que continua hasta la admirable y apasionante Anne d'Autriche de Claude Dulong (Hachette Litterature), uno de los textos mas bellos aparecidos sobre esa epoca agitada.

Pero me parece importante rendir aqui un homenaje muy especial al fantastico compendio de investigacion y trabajo que es Les Batards d'Henri IV de Jean-Paul Desprats, publicado en 1994 en Librairie Academique Perrin. Me ha ayudado a salvar muchos escollos y a colmar no pocas lagunas, y esas son cosas que conviene subrayar. A todos los que deseen mayor precision en cuanto a hechos o detalles aqui narrados, les recomiendo fervorosamente la lectura, por lo demas apasionante, de ese exhaustivo trabajo.

PRIMERA PARTE

La nina de los pies descalzos

1626

1

El sello de lacre rojo

El cielo se oscurecia. Lanzado al galope, el joven jinete dirigio una mirada de rencor a la nube negra instalada encima de su cabeza desde que salio del castillo de Sorel. Si no hubiese sido tan buen cristiano, habria levantado el puno, pero eso habria sido ofender a Dios, y un chiquillo de diez anos no podia permitirselo, aunque se tratara de Francois de Vendome, principe de Martigues y uno de los numerosos nietos del rey Enrique IV.

Si la tormenta estallara en ese momento, le retrasaria y no contribuiria a mejorar la situacion, ya muy comprometida, en que se encontraba. Sin embargo, sabia los riesgos que corria al marcharse de Anet sin avisar —?el mismo se habia ensillado el caballo!—, y las consecuencias de su escapada eran faciles de adivinar. La unica esperanza de evitarlas era que su regreso pasara inadvertido. Llegar despues de la alarma que provocaria el aguacero seria una verdadera catastrofe porque su preceptor, Monsieur d'Estrades, no permitia bromas con la disciplina: Francois recibiria una tunda. Estaba preparado para ello, pero siempre era preferible ahorrarse unos cuantos correazos. Por no mencionar la acogida que le dispensaria la duquesa, su madre...

Le preguntaria de donde venia y, como el todavia no sabia mentir, lo diria. El castigo llegaria despues, pero en ese momento habria de sufrir su mirada severa, tanto mas penosa porque pesaria sobre el en silencio y le daria plena conciencia de haber decepcionado a una madre a la que queria y admiraba hasta el punto de considerarla casi una santa. Sin embargo, habia desobedecido con pleno conocimiento de causa, porque hay casos en los que una persona se ve obligada a elegir entre el deber y los impulsos del corazon.

El impulso de Francois lo atraia desde hacia ya tiempo hacia el castillo de Sorel, pero ese dia la atraccion se habia vuelto irresistible: el muchacho acababa de enterarse de que la pequena Louise sufria una enfermedad cuyo nombre no recordaba, pero de la que era posible morir o quedar desfigurado. Una idea insoportable para aquel enamorado de diez anos: ?tenia que ir a verla!

Habia conocido a la pequena Seguier el 14 de marzo, unos dias antes del comienzo de la primavera. Cada ano por aquellas fechas se celebraba una misa de accion de gracias en la abadia benedictina de Ivry, en memoria de la victoria obtenida por el rey Enrique IV sobre las tropas del duque de Mayenne. Los Vendome en pleno asistian al oficio sin atender al hecho de que la duquesa, nacida Francoise de Lorraine-Mercoeur, contaba al vencido entre sus parientes. Asi lo queria el duque Cesar, hijo mayor del gran rey y de la arrebatadora Gabrielle d'Estrees. Naturalmente, todas las familias de alguna importancia que habitaban en la region consideraban un deber estar presentes. Tambien la de un rico consejero del parlamento de Paris, Pierre Seguier,[1] conde de Sorel, acompanado por su esposa, Marguerite de la Guesle, y por su hija. Louise era la unica descendencia de una pareja que la adoraba y se sentia orgullosa de ella.

Y con toda razon: nadie podia ver a aquella chiquilla de seis anos sin sentir ganas de abrazarla o al menos de sonreirle. Fresca, sonrosada y delicada como una rosa silvestre, tenia un precioso cabello rubio y rizado que la cofia de terciopelo azul —?del mismo azul que sus grandes ojos!— apenas conseguia mantener en su lugar. Docilmente sentada junto a su madre, mantuvo durante toda la larga ceremonia los ojos bajos, fijos en el rosario

Вы читаете La Alcoba De La Reina
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×