Federico Moccia

Carolina se enamora

Traduccion de Patricia Orts

A Giulia, mi hermosisimo sol

Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo.

J.D.Salinger

Hoy es uno de esos dias que, de verdad, empieza con una sonrisa. ?Sabes cuando miras en derredor y todo te parece mas bonito: los arboles que te rodean, el cielo o una nube tonta con aire de tener algo que decir? Pues eso, en pocas palabras, que te sientes en perfecta sintonia con el mundo, tienes lo que se dice un buenfeeling… Con el mundo, ademas. Y no porque yo me haya alejado mucho del sitio donde vivo. Bueno, pensandolo bien, el invierno pasado cruce por primera vez la frontera italiana. Estuve en Badgastein.

– Una ciudad preciosa y risuena -comento mi padre.

Y yo sonrei haciendo que se enorgulleciese de sus palabras. Tuve la impresion de que las habia leido en alguna parte, en uno de los folletos que habia llevado a casa tras decidirse a hacer ese viaje. Pero no quise insistir mucho ni hacerselo notar, y por un instante llegue incluso a desear que fuesen suyas. Por otra parte, eran las primeras vacaciones que mi padre se tomaba en invierno desde que yo vine al mundo. Asi pues, desde hace casi catorce anos. De modo que sonrei e hice como si nada, si bien todavia no lo habia perdonado. ?Perdonado por que?, me preguntareis. Pero ese es otro capitulo y no se si tengo ganas de abordarlo. Ahora no, por lo menos, eso seguro. Hoy es mi dia y no quiero que suceda nada que me lo pueda arruinar. Tiene que ser perfecto. De hecho, estos son los tres deseos que he querido concederme:

1) Comprar unos cruasanes de Selvaggi, los mejores del mundo, al menos en mi opinion. Cuatro. Primero dos y luego otros dos. ?Y despues que?, me direis… Esto si tengo ganas de contarlo, solo que lo hare despues.

2) Pedir una botella de cristal y llenarla de capuchino. Pero ha de ser de esa dase de capuchino ligero hecho con cafe que no este quemado y leche desnatada, que te bebes cercando los ojos y cuando lo haces casi te parece ver una vaca que te sonrie y te dice: «Te gusta, ?eh?» Y tu asientes con la cabeza mientras alrededor de la boca se te queda un ligero bigote de espuma de nata y cafe, y sonries encantada con tu manana.

– Perdone, ?podria ponerme un poco de nata montada?

– ?Asi esta bien, senorita?

– Si, gracias.

Dios mio, cuanto odio que me llamen «senorita». Te hacen sentir mas pequena de lo que eres, corno si mis pensamientos no estuviesen a la altura de los de ellos. Puede que me falte la experiencia, no lo niego, pero la inteligencia no, eso seguro. En cualquier caso, me hago la sueca y cuando me da el ticket voy a pagar a la caja. Apenas me pongo a la cola, una senora -y no una senorita, por descontado- se me adelanta.

– Perdone…

Me mira con aire de fingida indiferencia y hace oidos sordos. Es una rubia con un fuerte perfume y un maquillaje aun peor, con un azul que ni siquiera Magrita habria tenido el valor de usar en uno de sus cuadros mas expresivos. Lo se porque lo hemos estudiado en el colegio este ano.

– Perdone -le repito.

Es cierto que hoy no tengo en absoluto ganas de arruinarme el dia, pero si no lo hago tendre que tragarme el abuso y quiza despues este me suba de nuevo por la garganta. Y no querria que ese estupido recuerdo me negase justamente en un momento de felicidad. Porque estoy convencida de que hoy sere feliz. De forma que le sonrio concediendole una ultima oportunidad.

– Quiza no se haya dado cuenta de que yo estaba primero. Ademas, por si Le interesa, detras de mi esta este senor.

Mientras le hablo indico al hombre que esta a mi lado, un tipo elegante de unos cincuenta anos, o quiza sesenta, en cualquier caso, mayor que mi padre. El tipo sonrie.

– Bueno, la verdad es que ella estaba antes -dice.

Por suerte no ha dicho «la chica», de manera que, orgullosa del tanto que acabo de anotarme, avanzo y pago. Ostras, menudo sablazo. ?Siete euros con cincuenta por un poco de nata y tres capuchinos! Este mundo no hay quien lo entienda.

Meto en la cartera los dos euros con cincuenta de la vuelta y me marcho.

Antes de salir, veo que el hombre elegante hace un ademan para dejar pasar a la «coloreada». Y ella avanza como si nada, arqueando una ceja y haciendo incluso una extrana mueca como si dijese «menos mal». La observo mas detenidamente: lleva unos pantalones demasiado ajustados, un cinturon enorme con una H en el centro, un grueso collar de oro o algo por el estilo con dos grandes C y, cuando se vuelve para marcharse, veo que en el culo, que no es moco de pavo, le asoman una D y una G. ?Esa tia es un alfabeto andante! ?Y el tipo elegante la ha dejado pasar!

Es lo que hay. Cuando quieren, los hombres saben como dejarse enganar, desde luego.

Sin embargo, uno que no permitira que lo enganen nunca es Rusty James. Yo lo llamo asi porque, en mi opinion, tiene algo de americano. En realidad se llama Giovanni, es italiano de los pies a la cabeza y, sobre todo, es mi hermano. Rusty James. Erre Jota. R. J. Tiene veinte anos, el pelo largo, siempre esta moreno, a pesar de que no hace nunca rayos UVA, tiene un cuerpo que, segun dicen todas mis amigas., tira de espaldas, cosa que yo suscribo, pese a que no puedo anadir mucho mas ya que soy su hermana y, de otra forma, cometeria pecados aun mas graves que el que voy a cometer hoy. Pero de eso hablaremos despues, ya lo he dicho. En cualquier caso, R.es genial. Siempre me apoya y me comprende. Me basta mirarlo, el me sonrie, cabecea, se atusa el pelo, me devuelve la mirada y me hace enrojecer porque me doy cuenta de que lo ha entendido todo. ?R. J. es verdaderamente guay! Porque, aunque he de reconocer que nunca nos hemos contado gran cosa, siempre nos ha unido una bonita relacion de afecto, hecha de pocas palabras y grandes silencios, de esos que hablan, sin embargo, que te dan a entender que te han comprendido, vaya. Por ejemplo, cuando me rineron en octubre – ?o era febrero?, la verdad es que no resulta facil acordarse de todas las veces que me reganan- y me castigaron como hacia tiempo que no habian hecho, basto una mirada fugaz de el para que me sobrepusiese. Me recordo una pelicula en que actuaba Steve McQueen,Papillon.

Pues bien, yo estaba encerrada en mi habitacion y el vino a verme, llamo a la puerta y yo le abri. Me habia encerrado con llave incluso, nos sonreimos mutuamente y con eso basto. No nos dijimos nada. Pero yo pense que debia de tener la misma cara que Papillon porque habia llorado a moco tendido, y cuando me mire al espejo me espante de ver lo «consumida» que estaba. Con eso no quiero decir que me hubiese frotado mucho los ojos, pero en cualquier caso los tenia como dos tomates, y no se como -dado que no me habia puesto ni una gota de maquillaje porque todavia no domino la tecnica del «maqui», pero bueno, eso tambien sera objeto de otro capitulo-, las lagrimas habian chorreado por mis mejillas dejandolas cubiertas de rayas. Pero de esto no me di cuenta hasta mas tarde. En cualquier caso, R. J. me acaricio bajo la barbilla y a continuacion me sonrio y me dio un fuerte abrazo, como solo el sabe hacer, de forma que, a partir de ese momento, yo podria haber resistido mas aun en mi reclusion. Menor«mal que, sin embargo, esta no duro mucho. En cambio, quien no dio senales de vida ese dia, ni siquiera un hola, un que tal o un mensaje en el movil para transmitir su solidaridad fue Ale. Mi hermana Alessandra. Aunque la verdad es que ni siquiera estoy segura de que sea mi hermana. Con eso quiero decir que es mi polo opuesto. Tiene el pelo oscuro y largo, es alta -mide 1.65- y curvilinea, incluso demasiado, con

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