Exley se puso en pie.

– Una pregunta antes de que se marche.

– ?Senor?

– ?Algun amigo suyo le dijo que empujara por la ventana a Sanderline Johnson?

– No, senor. Pero, ?no se alegra de que el tipo saltara?

Pase la noche fuera, en una habitacion del Biltmore. Los periodistas ya debian de haber localizado mi piso. No sone nada. Servicio de habitaciones: seis de la tarde, desayuno, periodicos. Nuevos titulares: «La Fiscalia Federal, furiosa con el policia 'negligente'»; «Detective dice lamentar el suicidio de un testigo». Puro Exley: la nota a la prensa, mis lamentaciones…, todo cosa suya. Pagina tres, mas Exley: sin pistas del asunto Hurwitz; una banda con expertos en electronica y herramientas se habia llevado mas de un millon en pieles. Foto: un guardia de seguridad lleno de vendajes; Dudley comiendose con los ojos un vison.

Robos, agradable trabajo: pescar al ladron y quedarse con el botin.

Manos a la obra con el comunista: llamadas telefonicas.

Fred Turentine, el de los microfonos: si, por quinientos. Pete Bondurant: si, por uno de los grandes, y el pagaria al fotografo. Pete, intimo de Hush-Hush: mas presion en el chantaje.

La celadora de la carcel para mujeres me debia un favor; una tal La Verne Benson la libero de la deuda. La Verne: tercera denuncia por prostitucion, sin fianza, sin fecha de juicio. La Verne al telefono: supon que perdemos tu ficha… ?Si, si, si!

Inquieto. Mi estado habitual despues de matar. Entre inquieto e impaciente. Subo al coche.

Una ronda por mi casa. Periodistas. Imposible quedarse alli. Sigo hacia Mulholland, semaforos en verde/sin trafico: 90, 100, 120. Coleadas, derrapaje en una curva: mas despacio, me digo.

Pienso en Exley.

Inteligente, frio. En el cincuenta y tres se cargo a cuatro negros: punto final del caso del Night Owl. Primavera del cincuenta y ocho: las pruebas demuestran que los muertos no tenian nada que ver. El caso fue reabierto; Exley y Dudley Smith se encargaron de el: el mayor trabajo en la historia de Los Angeles. Homicidios multiples/redes de obscenidad/conspiraciones interrelacionadas: Exley lo resolvio de una vez por todas. Su padre, un rey de la construccion, se suicido sin razon aparente; Ed, ya inspector, heredo su dinero. Thad Green dejo el puesto de detective jefe; Parker, el gran jefe, se salto a Dudley para reemplazarlo por Edmund Jennings Exley, treinta y seis anos.

No se llevaban bien, Exley y Dudley: dos odios mutuos.

Ninguna remodelacion en la seccion de Detectives; simplemente, Exley frio como un tempano.

Semaforos en verde hasta la casa de Meg. Su coche delante de la entrada. Meg, en la ventana de la cocina.

La observe.

Lavando los platos. Una cadencia en sus manos; quizas una musica de fondo. Sonriente. Casi mi mismo rostro, pero en dulce. Toco el claxon…

Si; un rapido retoque: el cabello, las gafas. Una sonrisa. Nerviosa.

Subi los peldanos al trote. Meg aguardaba con la puerta abierta.

– Tenia el presentimiento de que me traerias un regalo.

– ?Por que?

– La ultima vez que saliste en los periodicos me compraste un vestido.

– Eres la mas lista de la familia. Vamos, abrelo.

– Que cosa mas terrible, ?no? Lo han dado por la tele.

– El tipo estaba sonado. Vamos, abrelo.

– David, tenemos que hablar de un asunto.

Con suavidad, la empuje adentro.

– Vamos…

Meg tira, rasga. Jirones de papel de envoltorio. Una exclamacion, una carrera al espejo: seda verde, la talla perfecta.

– ?Te va?

Un torbellino. Las gafas casi vuelan.

– ?Me subes la cremallera?

Se lo ajusta y tiro de la cremallera. Perfecto.

Meg me dio un beso y se miro en el espejo.

– Cielos, tu y Junior. El tampoco puede dejar de admirarse.

Un giro, un recuerdo: el baile de promocion del treinta y cinco. El viejo dijo que llevara a Sissy; los chicos que la perseguian no eran adecuados.

– Es bonito. Como todo lo que me regalas. -Meg suspiro-. ?Que tal Junior Stemmons, ultimamente?

– Gracias, de nada, y Junior Stemmons esta regular. En realidad, no esta hecho para el trabajo de detective y, si no fuera porque su padre me consiguio el mando de Subdireccion, le devolveria a su puesto de instructor de una patada en el culo.

– ?No tiene una personalidad suficientemente energica?

– Exacto. Y con una sensibilidad de perrito caliente que aun lo hace resaltar mas. Y mas nervios que si estuviera vaciando la caja fuerte de las drogas en Narcoticos. ?Donde esta tu marido?

– Repasando los planos de un edificio que esta proyectando. Y ya que hablamos de eso…

– Mierda. Nuestros edificios, ?no? ?Morosos? ?Alguien se ha ido sin pagar?

– Somos caseros de barrio pobre, asi que no te sorprendas. Son las casas de Compton. Tres inquilinos con atrasos.

– Aconsejame, pues. Tu eres la agente inmobiliaria.

– Dos de los morosos deben un mes; el otro, dos. Conseguir una orden de desahucio lleva noventa dias y precisa una vista ante el juez. Y tu eres el abogado.

– Detesto los litigios, maldita sea. ?Y sientate de una vez!

Meg se arrellano en una silla. Una silla verde, el vestido verde. El verde en contraste con el pelo: negro, un poco mas oscuro que el mio.

– Eres un buen litigador, pero se que te limitaras a enviar a unos cuantos matones con papeles falsos.

– Es mas sencillo de este modo. Enviare a Jack Woods o a alguno de los muchachos de Mickey.

– ?Armado?

– Si, y peligroso. Ahora, dime otra vez que te encanta el vestido. Dimelo para que pueda irme a casa y dormir un rato.

Contando puntos, nuestra vieja costumbre:

– Uno, me encanta el vestido. Dos, me encanta mi hermano mayor, aunque se llevara todo el atractivo y la mayor parte del cerebro. Tres, como novedades te dire que he dejado de fumar otra vez, que estoy harta de mi trabajo y de mi marido y estoy pensando en acostarme con alguien antes de que cumpla los cuarenta y pierda el resto de mis encantos. Cuatro, si conocieras a algun hombre que no fuera policia o ladron, te pediria que me lo presentaras.

Replica a los puntos:

– Yo tengo el atractivo de Hollywood, tu tienes el autentico encanto. No te acuestes con Jack Woods, porque la gente tiene una extrana propension a dispararle y porque la primera vez que Jack y tu intentasteis vivir juntos, la cosa no duro mucho. Y conozco algunos fiscales, pero te aburririan.

– ?Quien me queda? Como consorte de un gangster, fui un fracaso.

La habitacion oscilo. Se consumio el tiempo.

– No lo se. Vamos, acompaname a la puerta.

Seda verde; Meg la acaricio.

– Estaba pensando en ese curso de logica al que asistimos en la universidad. Ya sabes, causa y efecto.

– ?Si?

– Yo… en fin, los periodicos traen un delincuente muerto,

y yo recibo un regalo…

Oscilo de mala manera.

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