John Boyne

La apuesta

Capitulo 1

Todo empezo la tarde de un miercoles de julio, cuando llevaba varios dias de vacaciones del colegio.

Habia estado jugando al futbol con Luke Kennedy, que vivia con su madre y el novio de ella en la casa contigua a la nuestra. Su padre ya no vivia alli. Se habia mudado a otro sitio dos anos antes, el dia despues de que Luke cumpliera los diez. Aquel fin de semana, para compensarlo, lo habia llevado a ver al Norwich, que jugaba contra el Arsenal. El Norwich habia perdido.

No habia nadie en casa cuando volvi, lo que me parecio raro. Solo eran las cuatro y media, asi que sabia que papa aun tardaria un poco en llegar, pero mama no solia salir a esas horas. Fui a la cocina, abri la nevera y bebi un poco de leche directamente del carton. Me gustaba estar solo en casa, aunque era mejor cuando faltaba poco para Navidad, porque entonces podia buscar regalos escondidos. Durante el verano no habia mucho que hacer.

Fui al piso de arriba y me detuve ante la habitacion de Pete. Estaba en la universidad desde octubre y se suponia que tenia que volver para pasar el verano trabajando en la tienda de papa, pero habia telefoneado dias antes para anunciar que iba a recorrer Europa en tren con unos amigos.

– ?Tipico de Pete, joder! -habia exclamado papa despues de la llamada-. Hace una promesa y luego la rompe.

– Es joven -respondio mama-. No puedes culparlo por eso.

Mi madre siempre defendia a mi hermano, que era su favorito. Todo el mundo comentaba que parecia una estrella de cine y que resultaba tan encantador que cualquiera caeria rendido a sus pies.

– No hagas ni caso -me habia dicho la abuela una vez-. Tu eres el cerebro de la familia, y la belleza no lo es todo.

Aquellas palabras me hicieron sentir muy bien.

Pete se llevo la mayor parte de sus cosas a la universidad, o al menos todas las buenas. Cuando se marcho, confie en que hubiese dejado su equipo de musica, porque era mejor que el mio, pero no fue asi. Se llevo tambien casi todos los cedes y solo dejo los mas cutres en un monton junto a la puerta. Su armario estaba practicamente vacio. Las perchas del interior me recordaban esqueletos.

Encima del armario tenia una caja llena de cosas que deseaba conservar, pero que habia decidido dejar en casa. Aunque estaba sellada con precinto, una vez, cuando no habia nadie cerca, la abri para echar un vistazo a las revistas que guardaba. Al dia siguiente compre un rollo de precinto para poder abrirla y mirarlas siempre que quisiera. Asi podia volver a cerrarla sin que nadie se enterara.

Me sente en la cama y desee que Pete estuviera ahi para poder hablar con el. No se parecia a otros hermanos mayores que conocia, esos que aun iban al colegio y jamas hacian caso a sus hermanos pequenos cuando los veian; Pete no era asi.

Volvi a mi habitacion y mire por la ventana. Luke Kennedy hablaba solo arrodillado junto a su bici, comprobando la rueda de atras en busca de pinchazos. No queria que me viera, asi que me arrodille bajo el alfeizar y segui observandolo hasta que volvio a entrar en su casa.

No empece a pensar que algo iba mal hasta un rato despues.

– Ah, hola -saludo papa al llegar. Yo me habia tumbado en el sofa y estaba viendo la television-. ?Que tal te ha ido el dia?

– Bien. He salido en bici con Luke y luego hemos jugado al futbol.

– Deberian prohibir todas las bicicletas en las calles -solto papa negando con la cabeza-. Son un peligro publico.

– A lo mejor lo que deberian hacer es quitar todos los coches, para que asi la gente fuera en bicicleta. Hay demasiada polucion, por si no lo sabias -conteste justo cuando las noticias mencionaban la contaminacion. Por eso lo dije.

– Muy agudo, Danny -repuso el dandome palmaditas en la cabeza como si fuera un perro-. Claro, esa es la solucion.

No respondi. Papa siempre pensaba que era gracioso cuando se mostraba sarcastico.

– ?Donde esta tu madre? -pregunto por fin, mirando alrededor. Parecia sorprendido de no verla alli, en zapatillas y con una taza de te.

– Cuando he llegado ya no estaba.

– ?A que hora has vuelto?

– A las cuatro y media.

– Que raro -comento echando un vistazo al reloj-. ?Y no ha llamado para avisar de que iba a salir?

– No.

– ?Tampoco ha dejado una nota?

– No he visto ninguna -respondi al cabo de unos segundos-. Pero la verdad es que tampoco he mirado.

Normalmente, si no iba a llegar a casa a tiempo, mi madre escribia un mensaje en el bloc de notas que habia junto al telefono. Se me habia olvidado echar una ojeada al llegar a casa. Papa fue al vestibulo y volvio instantes despues, negando con la cabeza.

– No hay ninguna. Debe de haberse retrasado en algun sitio. ?Tienes hambre?

Lo pense un momento.

– Estoy muerto de hambre.

***

A las ocho, mama todavia no habia llegado y papa empezaba a preocuparse. Llamo por telefono a varias amigas de mi madre, pero tampoco sabian nada de ella. Supuse que deseaba telefonear a mas gente, pero en una ocasion anterior lo habia hecho y hubo problemas. Aquella vez resulto que mama se habia encontrado con alguien que conocia en la biblioteca, fueron a tomar una copa y se quedaron mas rato del que pretendian.

– ?Acaso no puedo tener vida propia? -pregunto al enterarse de las pesquisas telefonicas de papa-. ?O he de pedirte primero que autorices mis planes?

– No -contesto papa a la primera pregunta, sonriendo-. Y si.

Como de costumbre, creyo que estaba siendo gracioso. Mama paso varios dias sin dirigirle apenas la palabra, y Pete y yo teniamos que preparar la cena porque papa aseguraba que era incapaz de hervir agua sin quemar el cazo.

– Sera mejor que te vayas a la cama -me dijo a las nueve y media, visto que mama aun no habia vuelto.

– Pero si estoy de vacaciones… -me queje-. Manana no tengo colegio.

– Aun asi, necesitas dormir. De modo que obedece, jovencito, por favor.

Normalmente habria intentado quedarme un poco mas, pero papa estaba preocupado. Tambien yo empezaba a estarlo, asi que supuse que seria mejor preocuparme solo en mi habitacion que alli abajo con el. De manera que subi y puse un cede, pero al cabo de unos segundos lo quite porque queria oir el ruido de las llaves en la cerradura cuando mama llegara.

Me acerque a la ventana y mire afuera. El ventanal de la senora Kennedy estaba enfrente del mio y a veces la veia en su dormitorio, cuando corria las cortinas antes de acostarme. Una vez la habia visto en sujetador y me

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