– Si.

El suspiro fue muy prolongado.

– Sigues moviendote rapido, querido.

– He tenido suerte.

– ?Vas a decirmelo?

Cerre los ojos y la recorde en la cama. Si fingia, era muy buena. Si no lo hacia, era por algo. Tenia tres muertos y un monton de cosas que hacer. Pero a veces hay adicciones. Retenerla, y retener su voz, era una de ellas.

Sabia que iba a llorar.

Todavia era una mujer capaz de eso.

Uno siempre tiene fe en la raza humana.

XXXVI

Unos diez minutos despues de desearnos mutua buena suerte, continuaba en mi saco de bolitas, pensando en ella.

Julia, Laura, Alex, Elena y el resto de los personajes de la Gran Comedia Humana.

Laura, de Otto Preminger.

Ni yo era Dana Andrews ni la realidad se parecia en nada a la ficcion, por mas que los Malla del mundo se empenaran en decorar sus escenas.

Es curioso, pense en ello de pronto: la noche en que mataron a Laura, yo creia haber oido gritos. Primero se me antojo un sueno; despues, al descubrir su cuerpo, me dio por pensar que habian sido reales. Casi me senti culpable. Ahora volvia a resultar un sueno. Malla no les habia dado tiempo a gritar, a ninguno de los dos. Y yo sone gritos. Mi subconsciente sono gritos.

Extrano.

Me levante y fui a mi discoteca casera. Necesitaba un poco de musica. Necesitaba a mis Beatles. Mire los discos y recorde que ellos nunca le habian cantado a ninguna Laura, pero si a una Julia. La madre de Lennon. Era uno de los temas del doble album blanco.

El mismo de «Helter Skelter» y de «Piggies».

Escuche «Julia» una sola vez.

Esa fue mi senal para ponerme en marcha.

Regrese al telefono, maldije una vez mas el hecho de que Paco no regresara de sus vacaciones hasta el domingo por la noche, y marque el numero de la policia. No conocia a nadie salvo a el, asi que me daba igual con quien hablar. Una voz grave y recia me sacudio el timpano desde el otro lado.

– Central, ?digame?

– Quiero denunciar un crimen -dije.

Al otro lado del hilo telefonico, el hombre se puso en situacion.

– Hable -me pidio con voz aun mas grave.

– Ha habido un asesinato en Juan Sebastian Bach.

– Aguarde, ?quien? Juan Sebastian que? ?Es la victima?

Tuve ganas de echarme a reir, pero de verdad, liberando mis nervios y la tension de aquellas veinticuatro horas. Reir por encima del cansancio, el calor y el recuerdo de mi vecina destripada y llena de moscas.

Las malditas moscas hijas de puta.

– Juan Sebastian Bach es el nombre de la calle -dije despacio-. ?Se lo deletreo?

El policia tomo nota.

– Tambien hay un hombre muerto en una torre de la calle Pomaret y otro en un piso de la calle Mallorca, entre Aribau y Muntaner.

– Oiga, ?me toma el pelo?

– Que mas quisiera yo.

– Repitamelo despacio, y digame quien es usted.

– Pasense por aqui y se lo cuento todo, ?de acuerdo?

Tomo nota de mi nombre y de la direccion. Imagine que ya estarian movilizandose. Los tendria en casa en menos de cinco minutos. Un enjambre y la locura.

– No se mueva de donde esta, ?de acuerdo? Y no toque nada.

Se iban a enfadar, y mucho, aunque les diera el caso resuelto.

?No tocar nada?

Colgue el telefono.

Cinco minutos.

?Que hace uno en cinco minutos mientras espera a la policia?

Tenia que llamar al periodico, darles la noticia, soltar a los perros antes de que me los echaran a mi, hablar con Carlos Pastor y calmar a Primi Moncada, y pedir que mandaran a alguien para que les contase la historia.

O parte de ella.

La justa.

Solo la justa.

Pero no me movi, segui pensando en Julia hasta que volvi a poner la cancion de los Beatles.

A veces basta un minuto de paz antes de la tormenta.

Justo cuando termino la ultima nota, escuche el aullido de las sirenas de la policia acercandose a toda velocidad.

Jordi Sierra i Fabra

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