de los anos, ganarle la partida al tiempo, solamente transcurrir. Ella se volvio devota del esposo y del hijo y les regalo las horas mas preciosas con un amor absoluto que buscaba consagrarse en el cumplimiento riguroso de las costumbres. Estaba orgullosa de servir las comidas a horas fijas, del punto exacto de la pasta o de la forma en que salaba la carne con una precision casi matematica; de que Nando hubiera tenido su primera caida a los cinco anos y de que creciera sin un solo moreton en las piernas; de los cuellos almidonados y de los punos de nieve, de la linea perfecta de los pantalones y del resplandor de la plateria. Jamas salia sin su marido y el nunca habia faltado a dormir. A veces, se veia envejecer en el espejo y tenia una extrana sensacion de incomodidad, pero la espantaba buscando alguna tarea pendiente antes de que los hombres volvieran.

Florencio tenia una pequena imprenta en el sotano umbrio de una casona que amenazaba con desmoronarse en cualquier momento. Su unico alivio durante las largas jornadas era la promesa de una cena caliente, la cama blanda y la certeza de que alla, en su reino, todo estaria pronto para cuando el llegara. Asi se les fueron los anos sin otra preocupacion que el fantasma de la fragil salud de Mariana. En el refugio de la rutina encontraron el mejor remedio, y se dedicaron a construir con paciencia un ritual de seguridades que los hacia sentir a salvo. El menor cambio alentaba en algun rincon de las almas un panico supremo a la muerte que acababa siendo el triste fundamento sobre el que transitaban sus dias.

Marcos era el preferido de la abuela, Nana, como la habia bautizado a media lengua. El nombre se le habia pegado con tanta firmeza que los conocidos de los ultimos tiempos no sabian que Mariana y Nana eran la misma persona. Habian desarrollado una complicidad cargada de la ternura nunca volcada en los nueve hijos que ella se empecinaba en nombrar como si alguna vez hubieran nacido. Los llamaba en un estricto orden, sin equivocarse, y llegaba en su extremo a atribuirles personalidades definidas. Estaba convencida de que Dios los tenia en un limbo, preservados de todo mal y que eran, los nueve, ni uno mas ni uno menos, angelitos encargados de velar desde arriba, demasiado buenos para este mundo.

Abuela y nieto disfrutaban de las horas compartidas. Lo hacian sin la menor consideracion hacia Andres y Tomas, que habian asumido con algo de dolor aquel lugar de segunda. Apenas Florencio comenzaba su sobremesa de anecdotas inverosimiles, se levantaban con el pretexto de ordenar la cocina, pero se desviaban a la terracita. Despatarrados entre las macetas de malvones rojos, fumando a pitadas largas, construian un mundo en el que a veces sobraban las palabras. Los dos sentian la emancipacion de sus respectivas cadenas y compartian, desde una distancia vital de varias decadas, la ansiedad de querer fumarse la vida a bocanadas: uno, con la perspectiva del futuro; la otra, con la certeza de lo que ya no seria.

– Si tu padre te ve, me mata -le decia ella entre risas.

– Y si nos ve el abuelo…

– ?Que se vaya a cagar! -contestaba Mariana y la risa se volvia carcajada. Aquellas malas palabras eran una de las licencias que solo se permitia con su nieto. En su vida fuera de la terracita, jamas se habia atrevido a decirlas, aunque sabia que tantas veces el poder liberador de una puteada bien puesta le habria ahorrado sufrimientos.

– Y, decime, ?ya te decidiste?

– Ahi ando, Nana.

– Pero, seguis con aquella idea, ?no?

Marcos largo el humo de a poco. Se acerco a la abuela y le apoyo la cabeza en la falda, sentado en el piso con las piernas estiradas.

– Estas tan largo, m'hijo, que dentro de poco no vamos a entrar aqui. Corre esa maceta asi estas mas comodo. Entonces, ?que vas a hacer?

– Y, vos ya sabes, Nana, aca no hay futuro. Mis amigos se estan yendo de a poco. Los que no se van con los padres estan juntando plata para irse solos. Yo no voy a quedarme.

– No se quien te metio en la cabeza eso de que aca no hay futuro. Con lo inteligente que sos, te iria bien en cualquier parte.

– Esto es deprimente, Nana. Estudias y no te sirve para nada.

– ?Y vos pensas que afuera es facil? A mi me parece que queres irte porque se te ha pegado esa desesperanza horrible que anda por ahi, y tenes derecho, pero no creas que vas a caminar sobre flores, ?eh? La vida lejos de la familia es brava. ?Bravisima! Pero, bueh, si se te metio en la cabeza no hay nada que hacer. Andate, nomas y que Dios te acompane.

– ?Y como les digo a los viejos?

– No se, pero si me decis que el plazo de inscripcion vence ahora, vas a tener que apurarte.

– Mama va a empezar con idioteces, que me va a extranar, que…

– ?Nene, que queres! Un hijo que se va no es pavada. Le pasa a todas las madres, pero despues se acostumbrara, como una se acostumbra a todo. Y si no, se aguanta y chau. No vas a dejar de hacer lo que queres por eso, ?no?

– ?No! Que se la banque, pero el viejo es duro.

Mariana se estiro por encima de la cabeza de su nieto para arrancar unas flores secas que afeaban la planta.

– Estos malvones necesitan agua -dijo como si hablara sola, y agrego:- ?Si lo sabre! Es duro como el padre. Pero, ?queres que te diga? Son los mas faciles de convencer. Es cuestion de conocer el punto flaco y atacar por ahi.

– Si casi no lo veo, ?cuando queres que le hable?

– ?Y el fin de semana?

– ?El fin de semana? Los viernes sale con amigos y vuelve tardisimo. A veces nos encontramos, yo llego de bailar y el…

– ?Que?

– Llega conmigo. Duerme un rato y sale otra vez.

– ?Sale?

– A correr. Y ya no vuelve, se va al club, almuerza ahi. Aparece de noche, reventado.

– ?Y tu madre?

– ?Que?

– ?Como que? ?No le dice nada?

– Esta en otra. Se la pasa enchufada a Internet, ni se entera de que papa no esta. Mira, con decirte que el domingo, que almorzamos todos juntos, se pone de un humor que no se banca ni ella. Quiere que comamos rapido y, si no, se levanta antes de la mesa y se prende a la maquina toda la tarde.

– Como sea, pero hay que hablarlo cuanto antes. Son muchos detalles para arreglar, Marquitos, permisos, pasaporte, los formularios. No te olvides de que te vas lejos -le acaricio el pelo-. Mi nieto…

Marcos se dejo mimar y estuvieron un buen rato en silencio entregados a una nostalgia anticipada.

– ?Queres que les hable yo?

– No, deja, Nana. Te agradezco, pero no creo que cambie nada. Ademas, no voy a hacerte viajar hasta la ciudad.

– Podriamos organizar un asadito aqui. ?Hace cuanto que no vienen? Y asi, como quien no quiere la cosa…

– Y, si, asi puede ser.

– Dejamelo a mi, que yo te lo arreglo. Vas a ver que el ano que viene me estas mandando una postal desde Londres.

– Nana, tendrias que tener computadora.

– ?Si no se ni como se prende!

– Yo te enseno. Dale.

– Por mi… Al que habria que convencer es a tu abuelo. Imaginate la cara que me va a poner si le digo que quiero una computadora.

– Y ?por que no?

– ?A mi edad! Y justo yo; no creo que pueda entenderlo -se puso subitamente seria-. Vos tenes que hacer lo que quieras, ?escuchaste? La vida se pasa muy rapido, m'hijo. Ahora te parece que esta toda por delante, pero si te descuidas, un dia te das vuelta y la tenes montada sobre la espalda. Y ya no te la podes sacudir, no. Lo que no se hace a su tiempo, no se hace y te quedan las ganas para siempre, que es espantoso.

– ?A vos te quedaron ganas?

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