y anuncio que se marchaba. Gabriela ni se molesto en incorporarse. Le hizo un gesto que el correspondio con la mano. Diana lo acompano hasta la puerta.

– Lamento este desastre.

– No te preocupes -le dijo el-. Tengo entrenamiento en discusiones. Mi divorcio esta siendo un horror. Yo tampoco estoy en mi mejor momento. Ando desconfiado, paranoico, nunca se de donde viene el punal. Estoy viviendo un infierno. Saliendo, bah…

– Mercedes me conto -se mordio el labio con una cierta coqueteria-. No se si tendria que decirtelo, pero supongo que ya sabras por que viniste.

– Desde que vi a tu hermana.

– ?No te molesto?

– Algo. -Y anadio:- No se parecen en nada. No me gustan las mujeres asi -le dedico la mejor sonrisa de la noche-. Me refiero a que tu hermana es un poco…

– ?Terremotica! -completo Diana con la definicion mas exacta que tenia para Gabriela.

– Eso si, y despues de vivir en el caos, lo que uno quiere es un poco de paz.

– A mi me pasa lo contrario, siento que he tenido demasiada paz. -Penso antes de seguir.- Estuve mal, hace un rato, con Nando. No tendria que haber dicho lo que dije. Los hice sentir mal a todos.

– Por favor, fue una noche muy tensa. Ademas, no dijiste nada del otro mundo -se detuvo de golpe, como si hubiera recordado algo importante-. Una pregunta antes de irme: ?por que el dedal?

– ??

– Ibas a tirar el costurero…

– ?Ah! Es que mi hermana siempre me dice que vivo en un dedal. Y tiene razon.

– O sea que viene un tiempo de cambios.

– Si me alcanza el valor.

– ?Y por que no?

– Porque a veces tira mas la comodidad, el miedo…

– Tambien hay un limite para la hipocresia. Uno no puede mentirse todo el tiempo, ?no?

– ?Y de donde salen las fuerzas?

– Del propio cansancio.

– ?Pero como se sabe cuando es el momento?

– Cuando ya no das mas, Diana. Al final, despues de aguantar, despues de enganarse mil veces y esperar el milagro del cambio, uno termina por aceptar que esta siendo un hipocrita, que se miente desde que abre los ojos y sigue mintiendose hasta que los vuelve a cerrar. Eso no es vida. Uno no puede enganarse para siempre. Y es ahi, Diana -le tomo las manos con suma delicadeza-, es ahi cuando hay que decidir si convertirse en buen vino o ser una simple uva desprendida del racimo, una uvita sin importancia que nadie echa de menos…, ?me entendes? Pura granuja.

XXII

Diana no se acosto en su cama. Entro en el dormitorio y oyo la respiracion de Nando perdido en un sueno que le era indiferente. Se sento frente a la pantalla y espero. Pasadas las tres llego el mensaje. Lo leyo con un temblor de alegria y respondio buscando la elocuencia total en la brevedad de las unicas palabras que le salieron sin esfuerzo. Apago la computadora y se sintio tranquila. Despues de un tiempo insondable en el que habia vivido haciendo equilibrio sobre la cuerda imaginaria del autoengano, despues de tanto tiempo se sentia tranquila. Paseo la mirada por la habitacion y le parecio un lugar tan ajeno como cualquier cuarto de hotel, con una tuna triste queriendo ser flor y no. “Quiza manana abra”, penso, “quien sabe”. Volvio a la sala. La casa parecia una playa desangelada al amanecer. Gabriela dormia en el sillon. Acomodo los almohadones, se tapo con una manta vieja y se acurruco vestida, a los pies de su hermana.

Al rato aparecio Mercedes. Le toco el hombro, le dijo que se iba y que mas tarde la llamaba. Diana no estaba dormida, pero no tuvo ganas de levantarse. ?Que importaba? Que cada cual se hiciera cargo de su vida. Bastante tenia ella con aquel tropel de pensamientos empujandose en su mente como una manifestacion enloquecida.

Nando se levanto cerca de las ocho. Paso a su lado en puntas de pie y Diana pudo ver, a traves de la linea fina que dejaban sus ojos entrecerrados, que ya se habia vestido para ir a correr. Tambien sabia que Nando corria para alejarse de aquella casa en la que ya no queria estar. Esa noche, penso Diana, todo iba a cambiar. Nando no encontraria la comida esperando y a ella como una estupida detras del pasaplatos o mirando la tele. Cenaria con Gabriela, afuera o en cualquier otra casa.

Espero que saliera, se levanto con dificultad y estiro la pierna izquierda con fuerza para evitar un calambre que empezaba a endurecerle la pantorrilla. Se mantuvo como una garza absurda, en el medio de la sala, rodeada por un barullo de platos sucios y servilletas de papel. Alguien habia quemado el respaldo del sillon con un cigarrillo. Iba a murmurar una mala palabra, pero le salio una carcajada explosiva que saco a Gabriela del sueno.

– ?Que hora es?

– Temprano. Dormi.

Gabriela se dio media vuelta y quedo de cara a la pared. Diana la tapo con la manta y fue a darse el bano que estaba necesitando desde hacia horas. Fue una ducha memorable. Ni siquiera se enjabono; solamente se dejo estar bajo el agua caliente hasta que no hubo mas. Y mientras lo hacia, pensaba que aquella era la primera ducha de su vida.

Cuando Gabriela se desperto, ya era casi mediodia. Afuera hacia frio y los vidrios de las ventanas estaban empanados, pero habia un sol tibio que invitaba. Diana estaba sentada frente a ella y le sonreia. No habia juntado ni un plato de la mesa. Parecia una reina boba sobre su trono de desperdicios.

– ?Que haces? -dijo Gabriela, pero bien podria haber preguntado: “?Como es que no ordenaste este relajo?”.

– Te miro.

– ?Y por que me miras? ?Que pasa?

– Nada. ?Por que tiene que pasar algo?

– No se. Estas rara. ?Se fueron los demas?

– Hace horas.

– ?Y vos?

– Yo, ?que?

– ?Que haces sentada ahi, mirandome?

– Estaba esperando que te despertaras.

– Me levanto y te ayudo con todo esto.

– Ni te muevas -dijo Diana-. No pienso mojarme las manos.

– ?Queres que limpie yo? Estas rarisima.

Diana volvio a sonreir y estiro los brazos hacia atras.

– Por mi, si queres limpiar…

Gabriela se incorporo de un salto y se sacudio la manta. El sol le daba justo sobre la cabeza y el pelo rojo lanzaba unos destellos de cobre que la hacian mas bella aun. Diana se vio linda en el reflejo de su hermana.

– Gaby, estuve pensando. ?Por que hay que esperar tanto?

– ?De que hablas?

– De tu hija. No es necesario pasar por eso.

Gabriela la miraba y no alcanzaba a comprender que embrujo habia poseido a su hermana mientras ella dormia. Aquello era una mala caricatura de la bella durmiente que despertaba luego de un sueno de cien anos.

– Diana, ?que decis? Tuvimos una noche espantosa. Acabo de abrir los ojos y me salis con esto.

– Escuchame.

* * *
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