autopista, un camino por el que se evadia de aquel lugar. Debieron darse cuenta de que la cosa venia en serio y que estaban empezando a molestarlo. Tadeo no era un tipo violento, pero tampoco se dejaba tomar el pelo. Otro dia, con mas fuerza en el cuerpo, no hubiera aguantado tanta burla a costa de su padecimiento. Los miro con una mezcla de rabia y apatia, que fue lo maximo que logro reunir de su interior maltrecho. Pero ellos seguian en su mundo y ya se habian enfrascado en una discusion acerca del derecho a quitarse la vida y otras cuestiones que a el le sonaban tan ajenas al estado de desesperanza que estaba viviendo. En ese momento, le hubiera gustado que estuviera Horacio para entenderse sin necesidad de hablar.

Lubak irrumpio cerca de las siete. Estaba excitadisimo y no queria que a nadie se le escapara el dato de que venia de una tarde de buen sexo. Tampoco queria caer en la vulgaridad de andar contando detalles, asi que su cuerpo hablaba por el, rojo a rabiar, con unas gotitas finas de sudor empozadas en el hueco de las ojeras y una cara de satisfaccion que se traslucia detras de la sonrisa. Victor le palmeo la espalda y carraspeo con una complicidad adolescente.

– ?Que se cuenta, che?

– Lubak se acomodo en su silla y le hizo senas a Ramiro para que le trajera su cerveza con la picada especial de la que todos terminaban comiendo.

– ?Que contas vos? Se te ve contento -contesto Victor.

– ?Pasaste por el quiosco? -pregunto a Moura.

– Pase mas temprano. Todo en orden. Nada mas una cuenta que despues quiero que veas, algo de impuestos con una multa o algo asi.

– ?Pero si yo pague todo en fecha!

Eran los cuatro o cinco minutos de cada martes en los que Lubak y Moura se encerraban en su pequeno mundo de diarios y revistas y los demas quedaban fuera. Pero Lubak estaba demasiado pleno como para permitir que una multita de mas o de menos le arruinara el placer que todavia tintineaba en cada gesto, en la languidez de la mirada. Tadeo recordo la deuda que mantenia con el, vestigio del delirio de escritor que alguna vez habia tenido. Ramiro trajo unos platitos de colores, con manies, aceitunas, longaniza y cubitos de queso.

– ?De que hablaban? -pregunto Lubak e inauguro la picada, un gesto que los demas observaban por respeto antes de lanzarse a comer como si fueran a pagar aquello entre todos. Ramiro se acerco con la cerveza y Lubak aprovecho para pedirle que trajera pan.

– ?Vos que opinas de la gente que se mata?

– Depende… -contesto Lubak con la seriedad de las declaraciones sesudas-… del punto de vista desde donde se mire. Por ejemplo, religioso. Recuerden que el cristianismo impuso la nocion del sufrimiento casi como algo deseable, las autoflagelaciones para expiar culpas. De ahi a la muerte habia un paso. Sin embargo…

– Catolicismo, querras decir -preciso Moura.

– Digamos catolicismo, esta bien, tenes razon, dejemos al cristianismo de lado porque convengamos en que el mensaje cristiano es pro vida en todo sentido, seas o no creyente. En cambio, con la Iglesia ya aparecen otros mecanismos de control. Pero, volviendo a lo otro, no hay forma de que un catolico acepte el suicidio como medio para poner fin al sufrimiento si ese sufrimiento no puede ser sino la consecuencia de la lucha entre el bien y el mal, y eso esta bien visto.

– Yo lo veo desde otro punto de vista, y vos sabes que soy agnostico, pero me parece que es mas una cuestion del origen de la vida, del Dios Padre que te la da y es el unico que te la puede quitar, bla, bla, bla… - completo Moura, casi con animo de corregir en aquella minima competencia que mantenian.

– Pero, ?como me explicas el martirio de Cristo, entonces? -tercio Victor que siempre era el mas pragmatico y que compensaba su carencia de conocimientos con intentos de transgresion, bombazos que estallaban en la mesa y de los cuales se derivaba una nueva discusion o se traia la anterior a carriles donde el podia manejarse con algo de solvencia.

– Como una entrega por algo superior, el projimo en este caso.

– A mi me parece que Cristo predico la vida ante todo. No me cierra que eligiera la muerte para salvar a otros. Es como si se hubiera suicidado.

– Lo que pasa -dijo Lubak con aires de catequista rebelde- es que tampoco hay que tomar esa historia al pie de la letra. ?Me extrana, muchachos!

– ?Que? ?No hubo crucifixion?

– Crucifixion, si. Y tambien miedo del hombre que sabia que iba a morir, y a morir con dolor fisico. “Padre, por que me has abandonado”. No se olviden de eso. Pero lo mas importante no esta ahi, sino que luego viene la etapa de la resurreccion.

– ?Ah! ?Y eso si hay que tomarlo al pie de la letra? -ironizo Moura.

– Eso tampoco. Es para que la gente entienda el mensaje. Y el mensaje es: para resucitar, morir primero. ?Me seguis? -y se metio en la boca un punadito de manies que se desgranaron mientras hablaba-. Morir, abandonar el utero, la seguridad, la casa de tus padres -Lubak se limpio los dientes con la lengua-. Pero de ahi a comparar la muerte de Cristo con un suicidio, hay un largo trecho.

– Kierkegaard -tercio Moura y Victor empezo a ponerse nervioso- se preguntaba si el hombre tiene derecho a hacerse matar por la verdad, a elegir su muerte por defender la verdad.

– Seria el caso de Cristo -acoto Victor por decir algo.

– La respuesta que da es que Cristo no puede tomarse como modelo porque fue un ser excepcional y su muerte se vincula con lo sagrado.

– No estoy de acuerdo, Moura, de ninguna manera. Cristo fue un hombre, con unas ideas magnificas, pero un hombre.

– ??Y que me decis a mi, justo a mi?! ?Ya se que fue un hombre! Nada mas queria citar a Kierkegaard.

– Bueno, pero citalo con fundamento.

– ?Leiste a Kierkegaard?

– No, ?y vos?

– No directamente, pero se que decia eso.

Victor se vio venir una horda de Nietzsches, Shopenhauers y Heideggers a caballo y entendio que era el momento de acomodar el nivel de la discusion.

– Pero, al final de cuentas, ?por que terminamos en esto?

Moura y Lubak lo miraron; Victor miro a Tadeo y los tres le clavaron los ojos sin que el pudiera levantar los suyos del hielo que ya se iba derritiendo. Victor lo abrazo y lo atrajo hacia si.

– Es que este nato -le dijo a Lubak- anda diciendo que se va a matar esta noche.

– ?Ah! Con razon ni hablabas. ?Y que te pasa?

Tadeo apuro su bebida y dijo que se iba, que tenia cosas que hacer, pero Victor lo tomo del brazo y lo sento sin esfuerzo.

– Quedate aca. Para eso estamos los amigos, ?no? -despues, se dirigio a los otros como si Tadeo no estuviera ahi o fuera un retardado-. Lo que pasa es que anda solo, ?entienden? Y yo le digo que tiene que buscarse una mujer.

– No se -dijo Moura-, a veces son para problemas. Yo estoy mejor asi.

– Pero a vos no te dejaron, es distinto -aclaro Victor que seguia con su mano sobre las rodillas de Tadeo.

– A mi me dejaron una vez -Lubak suspendio ante su boca una aceituna ensartada en un palillo, y se perdio en un discurso de varios minutos, mucho mas interesante que el suicidio de Tadeo, por cierto.

Lubak ya habia contado esa historia en alguna oportunidad, pero seguramente a todos les paso algo parecido: la poca atencion que se prestaban permitia que aquello sonara mas a un deja vu confuso que a una reiteracion. Cada tanto, algun detalle pintoresco les recordaba que ya habian escuchado eso antes, pero, ademas, Lubak era un tipo previsible hasta para contar chistes y, si volvia sobre una historia, la repetia con los mismos tics graciosos, o pretendidamente graciosos, y los festejaba como si fueran ocurrencias del momento nacidas del chisporroteo de su ingenio. La unica manera de parar aquella catarata soporifera era mencionarle su libro. Moura habia caido en la abulia de la indiferencia, su pequena forma de despreciarlo; y Tadeo estaba y no estaba a la vez, con la cabeza inclinada sobre el pecho y una mano que, por su cuenta, hacia bolitas con las servilletas de papel. Victor se sintio en la obligacion de buscar un mal menor que les

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