Me miro de reojo.

– No te ahogues en un vaso de agua. Tengo el collar… tu y yo todavia podemos zafarnos de este lio. -Busco en su bolso y saco la caja de cuero-. ?Mira! ?Aqui lo tengo! ?Un millon de dolares! ?Dijiste que podias venderlo! Juntos podemos ir a La Habana. Podriamos empezar una nueva vida.

?Juntos? ?Con ella? Senti un escalofrio.

– ?Venderlo? ?Vivir contigo? -dije-. No viviria contigo asi fueras la ultima puta del mundo. Ese collar no vale ni un centavo. ?Es falso!

Se inclino hacia delante. Estaba tensa y sus ojos brillaban con una nueva locura.

– ?Estas mintiendo!

– ?Es una copia de cristal, pedazo de imbecil! -le grite-. ?Crees que iba a dejar que tu y tu estupido hermano os largarais con un collar de un millon de dolares?

Dejo escapar un grito y contuvo el aliento.

Esperaba que reaccionara con una furia terrible, pero lo que habia dicho parecio anonadarla.

– Se lo habia advertido -dijo, a media voz-. Supe que eras una vibora desde el momento en que te vi, pero el no quiso escucharme. «Ese tipo es bueno», me decia, pero yo sabia que no. -Se reclino en el asiento-. Muy bien, senor Rata Carr, usted gana. Si me enganchan, me encerraran de por vida. Ya he pasado ocho anos en la carcel… Se lo que es. Usted no. Fel tampoco. ?Es una suerte que este muerto!

No soportaba seguir mirandola.

– ?Fuera! -le grite-. Habla todo lo que quieras cuando te cojan. Ya no me importa. ?Fuera de aqui, vete!

Parecia no escucharme.

– He estado dos semanas encerrada en esa mugrienta habitacion -dijo-. ?Dos semanas! Cada minuto esperaba que la policia viniera a buscarme. ?Dios, necesito un trago!

Se llevo las manos a la cara. No me daba lastima. Queria librarme de ella, regresar a Paradise City y aguardar alli a que la policia viniera a buscarme.

– ?Vete! -le grite-. Estas podrida por dentro. Ni siquiera una lagartija como Spooky te quiere. ?Alejate de mi!

– Fel era el unico que no podia vivir sin mi -dijo ella. Comenzo a reirse como una histerica-. Bueno, supongo que este es el fin para mi… Me pregunto que se sentira estando muerta…

Entonces, vi que tenia el arma en la mano.

– ?Sueltala!-le grite.

– Adios, Rata… ya llegara tu momento.

Cuando quise abalanzarme sobre ella, ya se habia llevado el arma a la cabeza y disparo. La luz del disparo me cego y el ruido me ensordecio. Senti algo humedo y tibio sobre la cara y, estremeciendome, sali del coche. Me quede de pie temblando, secandome la cara con un panuelo, mientras una fina columna de humo se escapaba por la puerta abierta.

El sargento O'Halloran estaba sentado detras de su escritorio, jugueteando con un lapiz en la mano.

Cinco integrantes de la banda de Spooky estaban sentados contra la pared: chicos de entre diez y quince anos, sucios, taciturnos, con el uniforme de tejanos y camisa negra.

Asombre a aquellos muchachos cuando dos policias me introdujeron en la sala: podia entenderlo. Con la peluca en la punta de la cabeza, la sangre de Rhea en la camisa, una raspadura en el lado de la cara en que me habia pegado uno de los policias y esposado, mi aspecto causaria sensacion en cualquier parte.

Los chicos empezaron a hablar y a moverse y el sargento O'Halloran grito:

– ?Quietos! ?Obedeced o tendre que obligaros!

Uno de los policias se adelanto y empezo a pasar el informe a O'Halloran. Solo alcance a oir unas palabras: «Tamiami Trail… murio de un balazo… el revolver en la mano…» Bajo el tono de la voz y siguio hablando con el sargento.

Sabia que estaba acusandome del asesinato de Rhea y no me importo. Ya nada me importaba. Durante el largo trayecto hasta Luceville habia tenido tiempo de pensar. El suicidio de Rhea me habia devuelto al hombre que era antes del accidente que termino con la vida de Judy. Ahora me veia tal como era. La codicia subconsciente que siempre habia debido estar dentro de mi habia salido a la superficie. A causa de aquella codicia habia causado la muerte de Sydney. A causa de aquella codicia habia asesinado a Fel Morgan. Recorde el momento en que lo cogi por los pantalones y lo empuje al vacio. Durante el trayecto a Luceville, habia hallado mi momento de la verdad.

Por fin, O'Halloran termino de escribir y me hizo senas. No me movi. Me quede mirandole hasta que el policia me dio un empujon.

– ?Nombre? -pregunto O'Halloran con su voz ronca.

– Laurence mil quinientos dolares Carr-respondi.

Se inclino hacia delante, abrio enormemente sus porcinos ojos y parecio reconocerme.

– Quitale esa peluca -indico al policia, que me la arranco de golpe y la coloco sobre la mesa.

O'Halloran suspiro y despues de un momento me advirtio:

– Todo lo que diga podra ser usado en su contra… Hable si quiere.

– Ella estaba harta de la vida, como yo -dije-. Ella queria morir, asi que le dispare.

Resoplo y le hizo senas al agente.

– Es un loco. Llevalo a Homicidios.

Me llevaron al departamento de homicidios. El teniente responsable era un hombre bajo, de cabello blanco y ojos azules, cara roja y una mandibula agresiva.

Me hizo muchas preguntas pero yo no queria hablar. Me quede sentado con la mirada fija en el suelo y ni cuando me golpeo en la cara abri la boca. Me encerraron en una celda.

Permaneci alli sentado, odiandome por haber causado la muerte a un hombre que habia hecho tanto por mi y me habia dejado casi toda su fortuna.

Me trajeron comida pero no probe bocado.

Mas tarde, O'Halloran vino a verme y, sujetandose el cinturon con los pulgares, me dijo:

– Esta metido en un serio problema, amigo. -Su ronca voz parecia sorprendentemente amable-. ?Que es lo que queria probar? Todavia hay tiempo… ?Quiere contarmelo todo?

Lo mire directamente a los ojos.

– Yo la mate -declare-. El resto de la actuacion les corresponde a ustedes.

O'Halloran se rasco la axila derecha.

– El teniente quiere saber si va a hacer una declaracion. -Se empujo la gorra hacia atras-. Mire, amigo, si fuera usted no lo haria, pero cumplo ordenes.

Vi que estaba preocupado.

– ?Y por que no? -le pregunte.

Se quito la gorra, la observo y luego volvio a colocarsela en la cabeza.

– Entre nosotros, creo que usted esta loco y no creo que la haya matado. Por eso pienso que lo mejor es que mantenga la boca cerrada hasta que consiga un abogado.

– ?Usted cree que estoy loco?

Asintio.

– Si… lo crei desde el principio. Desde que llego a esta ciudad. Ahora, siga mi consejo. Mantenga la boca cerrada. Ya hemos llamado a Paradise City. Hay un abogado de primera fila que se dirige hacia aqui con su socio, el senor Luce. Ellos arreglaran todo esto.

Lo ultimo que queria era que Tom Luce me sacara de aquel lio.

– Digale al teniente que estoy preparado para hacer una declaracion.

– Mire, amigo, usted puede ser un loco, pero tiene algo que me atrae. -Se inclino hacia delante y bajo el tono de la voz-. No se da cuenta del problema en que esta metido. Mire… supongamos que llamo a la senorita Baxter y se lo digo… ella lo ayudara. ?Que le parece?

?Jenny?

Vi que Jenny se habia ido en la misma forma que Judy… un recuerdo maravilloso, un sueno, pero ya no para mi.

– Digale al teniente que hare una declaracion -respondi.

O'Halloran se seco el sudor de la frente con una mano.

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