marron, que completaba la imagen del tipico burocrata con el que tantas veces se habia tropezado Brunetti, un ser anonimo, parte de cuya preparacion consistia, al parecer, en adquirir la tecnica de hacerse invisible.

– Franco Rossi -se presento el hombre, cambiando de mano la cartera para extender la derecha.

Brunetti la estrecho brevemente y retrocedio para dejarle el paso libre.

Cortesmente, Rossi pidio permiso y entro en el apartamento. Una vez dentro, se paro, esperando a que Brunetti le indicara el camino.

– Por aqui -dijo Brunetti llevandolo hacia la habitacion en la que habia estado leyendo. Se acerco al sofa, tomo el libro, puso el viejo billete del vaporetto a modo de punto de lectura y lo dejo en la mesa. Con un ademan, invito a Rossi a sentarse y se instalo frente a el, en el sofa.

Rossi se habia sentado en el borde del sillon, con la espalda erguida y la cartera, vertical, sobre las rodillas.

– Ya se que es sabado, signor Brunetti, por lo que procurare no robarle mucho tiempo. -Miro a Brunetti y sonrio-. Recibio nuestra carta, ?verdad? Confio en que haya tenido tiempo de examinarla, signore -agrego con otra sonrisa pequena; inclino la cabeza y abrio la cartera. Extrajo una gruesa carpeta azul y golpeteo con los dedos un papel que queria escapar por el borde inferior, hasta volver a tenerlo seguro en su sitio.

– En realidad -empezo a decir Brunetti sacando la carta del bolsillo en el que la habia metido antes de abrir la puerta-, ahora mismo estaba releyendola, y debo decir que el lenguaje me resulta un tanto impenetrable.

Rossi levanto la cabeza, y Brunetti vio en su cara la sombra fugaz de la sorpresa.

– ?En serio? Crei que estaba bien claro.

Con una sonrisa pronta, Brunetti dijo:

– Sin duda lo estara para quienes, como ustedes, tratan estos asuntos a diario. Pero para los que no estamos familiarizados con el lenguaje o la terminologia de su oficina, resulta un tanto dificil de entender. -Como Rossi no decia nada, Brunetti agrego-: Desde luego, todos conocemos el lexico de nuestra propia burocracia, pero no el de la ajena. -Volvio a sonreir.

– ?Con que burocracia esta familiarizado, signor Brunetti? -pregunto Rossi.

Brunetti, que no solia pregonar su condicion de policia, respondio tan solo:

– Estudie Derecho.

– Comprendo -respondio Rossi-. No me parece que nuestra terminologia difiera mucho de la suya.

– Quiza se deba a mi falta de familiaridad con los reglamentos mencionados en su carta -dijo Brunetti suavemente.

Rossi medito un momento antes de responder:

– Si, es posible. ?Que es, concretamente, lo que usted no entiende?

– El significado -respondio sencillamente Brunetti, abandonando ya toda simulacion.

Rossi tuvo otra vez aquel gesto de perplejidad, tan sincero que le daba un aire casi infantil.

– ?Como dice?

– Lo que significa. Lo he leido, si, pero como ignoro la naturaleza de las disposiciones a las que hace referencia, no se a que se refiere.

– Se refiere a su apartamento, naturalmente -respondio Rossi con rapidez.

– Si, eso lo entiendo -dijo Brunetti, que tuvo que hacer un esfuerzo para que no se notara la impaciencia en su voz-. Puesto que la carta viene de su oficina, eso he deducido. Lo que no entiendo es que interes puede tener su oficina en mi apartamento. -Y tampoco entendia por que a un funcionario de aquella oficina se le habia ocurrido ir a verlo en sabado.

Rossi miro la carpeta que tenia en las rodillas y levanto la mirada hacia Brunetti, que observo, sorprendido, que tenia las pestanas oscuras y largas, casi como las de una mujer.

– Ya veo, ya veo -dijo Rossi, asintiendo y volvio a mirar la carpeta. La abrio y saco otra mas pequena, leyo la etiqueta y la dio a Brunetti diciendo-: Quiza esto se lo aclare. -Antes de cerrar la carpeta que conservaba en las rodillas, arreglo cuidadosamente los papeles de su interior.

Brunetti abrio la carpeta y saco los papeles que contenia. Al ver el tamano de las letras, se inclino hacia la izquierda, buscando las gafas. En la parte superior de la primera hoja figuraba la direccion del edificio. Al levantarla, encontro los planos de los apartamentos situados debajo del suyo. En la hoja siguiente estaba la relacion de los antiguos duenos de cada uno de aquellos inmuebles, empezando por los almacenes de la planta baja. Las dos hojas siguientes contenian lo que parecia un breve resumen de las reformas realizadas en todos los apartamentos del edificio desde 1947, con indicacion de las fechas en que se solicitaron y concedieron determinados permisos, la fecha en que habian empezado realmente los trabajos, y la fecha en que se habia dado la conformidad definitiva a la obra terminada. No se hacia mencion de su apartamento, lo que hizo suponer a Brunetti que esa informacion debia de figurar en los papeles que aun tenia Rossi.

De lo que alli veia Brunetti dedujo que el apartamento inmediatamente inferior al suyo habia sido restaurado por ultima vez en 1977, cuando se habian mudado a el sus actuales propietarios. Por ultima vez, oficialmente, porque ellos habian cenado en casa de los Calista, disfrutando del amplio panorama que se dominaba desde los ventanales de la sala de estar, cuando las ventanas que se indicaban en el plano eran mas bien pequenas, y solo cuatro, no seis. Tampoco vio en el plano el aseo para invitados situado a la izquierda del recibidor de los Calista. Le hubiera gustado saber como se las habian ingeniado, pero estaba claro que no era Rossi la persona mas indicada a quien preguntar. Cuanto menos supiera el Ufficio Catasto de las reformas del interior del edificio, tanto mejor para sus vecinos.

Lanzando a Rossi una rapida mirada, pregunto:

– Estos datos parecen muy antiguos. ?Tiene idea de cuantos anos tiene el edificio?

Rossi nego con la cabeza.

– Exactamente, no. Pero, por la situacion y numero de ventanas de la planta baja, diria que la estructura original no data de antes de finales del siglo xv. -Reflexiono un momento y anadio-: Y me parece que el ultimo piso se agrego a principios del xix.

Brunetti levanto la mirada de los planos, con gesto de sorpresa.

– No. Es mucho mas reciente. Fue despues de la guerra. -En vista de que Rossi no contestaba, puntualizo-: La segunda guerra mundial. -Como el otro siguiera mudo, Brunetti pregunto-: ?No le parece?

Tras una breve vacilacion, Rossi dijo:

– Yo me referia al ultimo piso.

– Yo tambien -dijo Brunetti secamente; le irritaba que aquel funcionario de una oficina que tramitaba permisos de obras no comprendiera algo tan simple. Suavizando el tono, prosiguio-: Cuando lo compre, me dijeron que esta planta habia sido agregada despues de la ultima guerra, no en el siglo xix.

En lugar de contestar, Rossi senalo con un movimiento de la cabeza los papeles que Brunetti aun tenia en la mano:

– Quiza deberia mirar mas detenidamente la ultima pagina, signor Brunetti.

Desconcertado, Brunetti volvio a mirar los ultimos parrafos, pero solo vio la descripcion de los dos apartamentos inferiores.

– No se que quiere que mire, signor Rossi -dijo levantando la cabeza y quitandose las gafas-. Esto se refiere a los apartamentos de abajo, no a este. Este piso no se menciona en absoluto. -Dio la vuelta a la hoja, para ver si habia algo escrito en el reverso, pero estaba en blanco.

– Por eso estoy aqui -dijo Rossi, irguiendo el cuerpo mas todavia. Luego se inclino y dejo la cartera en el suelo, a su izquierda, conservando la carpeta en las rodillas.

– ?Si? -dijo Brunetti inclinandose hacia adelante para devolverle la otra carpeta.

Rossi la tomo, abrio la carpeta mayor, volvio a introducir en ella la mas pequena y la cerro.

– Siento decirle que existen ciertas dudas acerca del estatus oficial de su apartamento.

– ?El «estatus oficial» -repitio Brunetti, dirigiendo la mirada a la solida pared situada a la izquierda de Rossi y al no menos solido techo-. Me parece que no se a que se refiere.

– Existen dudas acerca del apartamento -dijo Rossi con una sonrisa que a Brunetti le parecio un poco nerviosa, pero, antes de que pudiera volver a pedir aclaraciones, Rossi prosiguio-: Es decir, en el Ufficio Catasto no hay papeles que indiquen que se concediera permiso de construccion para este piso, que se aprobara el proyecto ni que… -aqui volvio a sonreir-, ni que se construyera. -Carraspeo y anadio-: Segun nuestros datos, el piso de abajo es el ultimo.

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