nombre le producia nauseas. Pero a la prensa le encantaba aquello. BB-Barbie quedaba divinamente en las portadas. Aunque su verdadero nombre era Lillemor Persson. Uno de los diarios de la tarde lo habia averiguado. Ademas, habian encontrado fotos suyas de hacia un tiempo, de cuando era una chica esqueletica con el pelo castano y unas gafas demasiado grandes, que no se parecia en nada a la bomba rubia de silicona que era en la actualidad. Jonna se echo a reir cuando vio aquellas fotos en el ejemplar del periodico que les llevaron a La Casa. Pero Barbie lloro. Y luego quemo el diario.

– ?Mira cuanta gente hay! -Barbie senalaba excitada la aglomeracion de personas hacia la que parecia dirigirse el autobus-.;Te das cuenta, Jonna? Todo esto es por nosotros, por nosotros, ?no lo entiendes? -Barbie no era capaz de estarse quieta, y Jonna la miro con desprecio. Luego se puso los auriculares del reproductor de mp3 y cerro los ojos.

Patrik rodeo el coche despacio. Habia caido por una pronunciada pendiente hasta que lo freno el arbol. La parte delantera estaba completamente aplastada pero, por lo demas, el vehiculo habia quedado intacto. No debia de ir a mucha velocidad.

– Parece que el conductor se dio contra el volante. Yo diria que esa fue la causa de la muerte -opino Hanna, que se hallaba en cuclillas junto al lateral del conductor.

– Bueno, yo creo que eso es mejor dejarselo al forense -dijo Patrik con un tono algo mas cortante de lo que pretendia-. Quiero decir que…

– No pasa nada -atajo Hanna-. La mia ha sido una apreciacion absurda. En lo sucesivo, me limitare a observar, no a sacar conclusiones. O al menos, todavia no -anadio.

Patrik habia dado la vuelta alrededor del coche y fue a acuclillarse al lado de la colega. La puerta del conductor estaba abierta de par en par y el accidentado seguia alli, aun con el cinturon puesto, pero con la cabeza sobre el volante. Tenia la cara llena de sangre, que tambien habia goteado hasta el suelo.

De repente oyo el clic de la camara de uno de los tecnicos que fotografiaba el lugar del accidente.

– ?Os estorbamos aqui? -pregunto Patrik dandose la vuelta.

– No, ya hemos tomado la mayor parte de las fotos que necesitamos. Pensabamos incorporar el cadaver y sacarle algunas instantaneas. ?Podemos? Me refiero a si ya habeis visto lo que queriais, por ahora.

– ?Tu que dices, Hanna? -pregunto Patrik, procurando no excluir a su colega. Se imaginaba lo dificil que era ser nuevo en un puesto de trabajo y el estaba decidido a hacer lo posible por facilitarle las cosas.

– Si, eso creo. -Tanto ella como Patrik se pusieron de pie y se apartaron para que el tecnico pudiera acceder al cadaver. El hombre cogio cuidadosamente por los hombros a la victima y la apoyo en el reposacabezas. Entonces vieron que era una mujer. Llevaba el pelo corto y ropa neutra, de ahi que en un primer momento pensaran que se trataba de un hombre, pero su cara les dijo, sin asomo de duda, que la accidentada era una mujer de unos cuarenta anos.

– Es Marit -declaro Patrik.

– ?Marit? -pregunto Hanna.

– Tiene un pequeno comercio en la calle Affiarsvagen, donde vende te, cafe, chocolate y cosas asi.

– ?Tiene familia? -La voz de Hanna sono un tanto extrana al hacer la pregunta, y Patrik la miro de soslayo, pero su nueva companera tenia el mismo aspecto y penso que serian figuraciones suyas.

– Pues la verdad es que no lo se. Tendremos que averiguarlo.

El tecnico habia terminado de hacer las fotos y se retiro. Patrik dio un paso al frente y Hanna lo imito.

– Ten cuidado, no toques nada -le dijo Patrik instintivamente. Antes de que Hanna hubiese podido responder, anadio-: Perdona, se me olvida que eres nueva aqui, no en la Policia. Deberas tener un poco de consideracion conmigo -le dijo a modo de disculpa.

– No exageres -se rio Hanna-, No soy taaaaan sensible.

Patrik rio con ella, aliviado. No era consciente de hasta que punto se habia acostumbrado a trabajar con gente a la que conocia bien y sabia como funcionaban. Seguramente, seria muy saludable para el la llegada de sangre nueva. Ademas, era un lujo, en comparacion con Ernst.

Que lo hubieran despedido despues de su actuacion arbitraria del otono pasado habia sido… bueno, ?un milagro!

– Venga, dime que ves -le pregunto Patrik acercandose a la cara de Marit.

– No es tanto lo que veo como lo que huelo -respondio Hanna inspirando con fuerza-. Aqui apesta todo a alcohol. Debia de ir como una autentica cuba cuando se salio de la carretera.

– Si, eso parece, sin duda -confirmo Patrik, aunque sono algo vacilante. Con el ceno fruncido, miro el interior del coche. No habia nada de particular en el suelo. Un envoltorio de caramelo, una botella de plastico de coca- cola, vacia, una pagina que parecia arrancada de un libro y al fondo, ya bajo el asiento del acompanante, una botella de vodka, tambien vacia.

– Pues no parece muy complicado. Accidente de un solo vehiculo y un conductor borracho -sentencio Hanna retrocediendo un par de pasos, como dispuesta a marcharse. La ambulancia ya estaba lista para transportar el cadaver y no podian hacer mucho mas.

Patrik observo el rostro de la victima un poco mas de cerca. Examino con atencion las heridas. Alli habia algo que no encajaba.

– ?Puedo limpiarle la sangre de la cara? -le pregunto a uno de los tecnicos, que ya estaba recogiendo el equipo.

– Si, no habra problema, tenemos documentacion mas que suficiente. Aqui tienes un pano. -El tecnico le dio un trozo de tela blanca y Patrik se lo agradecio con un gesto de asentimiento. Con sumo cuidado, casi con mimo, retiro la sangre que habia manado, sobre todo, de la herida de la frente. La mujer tenia los ojos abiertos y Patrik no pudo continuar sin antes cerrarlos despacio con el dedo indice. Debajo de la sangre, aquella cara era como un estudio de todo tipo de heridas y moratones. Sin duda, el volante la habria golpeado con fuerza, pues el coche era un modelo antiguo que no llevaba airbag.

– ?Podrias hacer unas fotos mas? -le pregunto al colega que le habia dado el pano. El tecnico asintio y echo mano de la camara. Rapidamente tomo varias fotos y miro inquisitivo a Patrik.

– Si, asi vale -le dijo Patrik caminando en direccion a Hanna, que parecia confusa.

– ?Has visto algo? -le pregunto.

– No lo se -respondio Patrik con franqueza-. Es que hay algo que… No se… -Desecho la idea con un gesto de la mano-Seguro que no es nada. Venga, volvamos a la comisaria, asi los demas podran terminar con esto.

Entraron en el coche y pusieron rumbo a Tanumshede. Durante todo el trayecto de regreso, reino en el ambiente un extrano silencio. Y en ese silencio, algo reclamaba la atencion de Patrik. Solo que el no sabia que.

Bertil Mellberg sentia una curiosa alegria en su corazon. La misma que solo experimentaba cuando pasaba unos dias con Simon, aquel hijo suyo de cuya existencia nada habia sabido durante quince anos. Por desgracia, Simon no iba a verlo muy a menudo, solo de vez en cuando, pero habian logrado mantener algo parecido a una relacion. No era desbordante, ni apreciable a simple vista, y se desarrollaba discretamente. Pero existia.

Aquella sensacion dificil de explicar se debia a algo muy curioso que le habia sucedido el sabado anterior. Sten, su buen amigo y probablemente el unico, al que quiza incluso cabria definir como simple conocido-, llevaba varios meses insistiendole y presionandolo para que lo acompanase a la verbena de Munkedal, que se celebraba en un granero, con musica folk. Y el habia accedido. Por mas que Mellberg se tuviera por un bailarin bastante bueno, hacia muchos anos que no acudia a un salon de baile y lo de la musica folk sonaba en cierto modo a… hambo y a calcetines con pompones. Pero Sten asistia habitualmente y al final logro convencerlo de que en ese tipo de bailes no solo se disfrutaba de la musica que apreciaba la gente de su generacion, sino que tambien constituian un excelente coto de caza. «Te las encuentras sentadas en hilera, esperando a que alguien las saque a bailar», le habia dicho Sten. Mellberg no podia negar que aquello sonaba bien, el mujerio habia escaseado en su vida en los ultimos anos, y claro que al amigo le hacia falta airearse un poco. Pero su escepticismo se debia a que se imaginaba muy bien que tipo de mujeres solia haber en esos bailes. Viejas urracas desesperadas, con mas ganas de buscarse un hombre con una buena pension en el que clavar sus garras que de darse un revolcon en el granero. Sin embargo, si algun arte dominaba era precisamente el de protegerse de viejas ansiosas de boda, se dijo, de modo que finalmente decidio ir al baile y probar suerte en la caceria. Por si acaso, se habia puesto su mejor traje y se habia rociado con un poco de «huele-bien» aqui y alla. Sten fue a su casa y, juntos, se tomaron un refuerzo para entrar en calor antes de marcharse. Sten se habia encargado de que fueran a buscarlos en coche, de modo que no tenian que preocuparse por mantenerse sobrios. Y no era que a Mellberg lo inquietase

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