ensangrentado. El estruendo junto a su oido cuando Lasse apreto el gatillo por puro reflejo lo dejo completamente sordo, y vio que Lasse caia hacia atras en silencio y Assad se abalanzaba sobre el con la navaja en alto para apunalarlo.

– ?No! – chillo Carl, y apenas oyo lo que gritaba. Intento levantarse, pero se dio cuenta del alcance del disparo que habia recibido. Miro al suelo, donde la sangre se habia corrido en forma de rayas. Luego se llevo la mano al muslo y apreto mientras se levantaba.

Assad, sangrando, estaba sentado sobre el pecho de Lasse, y tenia la navaja contra su cuello. Carl no lo oyo, pero vio que Assad gritaba al hombre que tenia debajo, y que Lasse escupia a Assad despues de cada palabra.

Entonces poco a poco fue recuperando la audicion en un oido. Ahora el rele del techo habia vuelto a empezar a aspirar aire de la camara. Esta vez el silbido estaba un tono mas alto que antes. ?O era quiza el sentido del oido que le jugaba una mala pasada?

– ?Como se para este puto trasto? ?Como se cierran las valvulas? ?Sueltalo! -grito Assad sabe Dios cuantas veces, seguido cada vez por los escupitajos de Lasse.

Entonces Carl se dio cuenta de que por cada escupitajo que recibia, Assad apretaba un poco mas con la navaja la garganta de Lasse.

– ?He rebanado el pescuezo a mejores personas que tu! -grito Assad, aranandolo y haciendo que brotara la sangre.

Carl no sabia que pensar.

– Aunque lo supiera, no lo diria -mascullo Lasse entre dientes. Carl miro la pierna de Lasse, donde Assad lo habia apunalado. La hemorragia no parecia grave. No era como cuando se corta la arteria femoral, pero no dejaba de ser peligroso.

Miro al manometro, donde la presion disminuia lenta pero continuamente. ?Donde cono se habian metido los refuerzos? Los de Holmen ?no habian dado la voz de alarma a sus companeros, como les pidio? Carl se apoyo en la pared, saco el movil y marco el telefono del servicio de guardia. Iba a llegar ayuda dentro de pocos minutos. Sus companeros y las ambulancias iban a tener de que ocuparse.

No sintio el golpe contra su brazo, solo observo que el movil golpeaba el suelo y su brazo caia al costado. Se volvio de pronto y vio que el ser flaco que estaba detras asia la placa de hierro que habian empleado para romper el candado y golpeaba a Assad en la sien.

Assad cayo a un lado sin decir palabra.

Despues el hermano de Lasse avanzo un paso y pisoteo el movil hasta descuartizarlo.

– Dios mio, ?es grave, mi nino? -se oyo detras. La mujer avanzo en su silla de ruedas con el disgusto pintado en su rostro. No presto atencion al hombre desvanecido en el suelo. No veia mas que la sangre que brotaba de los pantalones de su hijo.

Lasse se levanto con dificultad y miro cabreado a Carl.

– No es nada, mama -la tranquilizo, sacando un panuelo del bolsillo del pantalon, quitandose el cinto de un tiron y apretandolo bien en torno al muslo, ayudado por su hermano.

La mujer paso junto a ellos y miro al manometro.

– ?Como te va, puta zorra? -grito hacia el cristal.

Carl miro a Assad, que respiraba debilmente tumbado en el suelo. Tal vez sobreviviera. Carl deslizo la mirada por el suelo, esperando divisar la navaja. Tal vez estuviera debajo de Assad, tal vez quedara a la vista cuando el tipo flaco se moviera un poco.

Fue como si el flaco lo hubiese notado. Se volvio hacia Carl con una expresion infantil en el rostro. Como si Carl fuera a robarle algo o quiza incluso a pegarlo. La mirada que dirigio a Carl estaba modelada por la soledad de la infancia. Por otros ninos que no entendian lo vulnerable que podia ser un individuo candido. Levanto la placa de hierro y apunto a la garganta de Carl.

– ?Quieres que lo mate, Lasse? Puedo hacerlo.

– No hagas nada -gruno la mujer, acercandose.

– Sientate, poli de mierda -ordeno Lasse mientras se levantaba completamente-. Ve a buscar la bateria, Hans. Vamos a volar la casa. Es lo unico que podemos hacer. Date prisa. Dentro de diez minutos estaremos lejos de aqui.

Cargo la escopeta de cartuchos y siguio con la mirada a Carl, quien resbalo por la pared hasta quedar sentado con la compuerta a la espalda.

Entonces Lasse arranco la cinta adhesiva de los cristales y tiro de las cargas explosivas hacia si. Con un rapido movimiento de la mano enrosco la mezcla mortal de cables y detonadores en torno al cuello de Carl como si fuera una bufanda.

– No vas a sentir nada, asi que no tengas miedo. Pero para esa va a ser diferente. Asi tiene que ser -dijo Lasse con frialdad, y arrastro las bombonas de gas hacia la pared de la camara de descompresion, detras de Carl.

En ese momento entro su hermano con una bateria y un rollo de cable.

– No, vamos a hacerlo de otra forma, Hans. Vamos a volver a sacar la bateria. Solo tienes que hacer la conexion -declaro Lasse, ensenandole como habia que conectar las cargas explosivas del cuello de Carl al alargador y despues a la bateria-. Deja mucho cable. Tiene que llegar hasta el patio.

Rio, mirando a los ojos a Carl.

– Si, llevaremos la corriente hasta ahi, asi la explosion se llevara la cabeza del capullo a la vez que revientan las bombonas de gas.

– Pero hasta entonces ?que? ?Que hacemos con ese? -pregunto su hermano, senalando a Carl-. Puede romper los cables.

– ?Ese? -Lasse sonrio y arrastro la bateria para alejarla de Carl-. Si, tienes razon. Dentro de un momento podras darle una hostia y dejarlo sin sentido.

Despues cambio de tono y se volvio hacia Carl con la seriedad pintada en el rostro.

– ?Como has llegado hasta mi? Dices que por Dennis Knudsen y Uffe. No lo entiendo. ?Como los relacionaste conmigo?

– Cometiste mil errores, payaso. ?Por eso!

Lasse retrocedio un poco con algo muy cercano a la locura profundamente anclado en las cuencas de sus ojos. Con toda seguridad le pegaria un tiro enseguida. Apuntaria tranquilamente y dispararia. Adios, Carl. No iba a dejarle que impidiera la voladura de todo aquello. Como si no lo supiera.

Con el alma sosegada, Carl levanto la mirada hacia el hermano de Lasse. Estaba manipulando con torpeza los cables, pero estos se negaban a obedecer. En cuanto los desenrollaba volvian a enrollarse.

En el mismo instante noto que el brazo herido de Assad temblaba contra su pantorrilla. Tal vez no estuviera tan gravemente herido. Triste consuelo en aquella situacion. Dentro de poco iban a matarlos, de todas formas.

Carl cerro los ojos y trato de recordar un par de momentos importantes de su vida. Tras unos segundos con la mente en blanco volvio a abrirlos. No le quedaba ni ese consuelo.

Su vida ?le habia dado realmente tan pocos momentos algidos?

– Ahora tienes que salir, mama -oyo decir a Lasse-. Sal al patio y alejate de los muros. Nosotros saldremos enseguida. Y luego desapareceremos.

La madre asintio en silencio. Dirigio la mirada por ultima vez hacia uno de los ojos de buey y escupio al cristal.

Cuando paso junto a sus hijos dirigio una mirada burlona a Carl y al hombre que yacia junto a el. Si hubiera podido patearlos, lo habria hecho. Le habian robado la vida, igual que lo habian hecho otros antes. Se encontraba en un estado de amargura y odio permanentes. Ningun elemento extrano debia entrar en su burbuja de cristal.

No hay sitio para que pases, bruja, penso Carl, y vio lo torcida que estaba una pierna de Assad, estirada hacia un lado.

Cuando la mujer avanzo hacia la pierna de Assad, este solto un rugido mientras se levantaba de pronto y se colocaba de un salto entre la mujer y la puerta. Los dos hombres junto a los ojos de buey se volvieron y Lasse alzo la escopeta cuando Assad, con la sangre manandole de la sien, se inclino tras la silla de ruedas, asio las rodillas huesudas de la mujer y cargo contra los hombres con la silla de ruedas como ariete. Se monto un

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