Deborah Crombie

Todo ira bien

Kincaid & James 02

All shall be well

© 1995 by Deborah Darden Crombie

Traduccion: Mari Carmen Llerena

Para Katie

Agradecimientos

Como siempre, quiero dar las gracias a The Every Other Tuesday Night Writers («Los escritores de un martes si y otro no»): Diane Sullivan, Dale Denton, Jim Evans, Viqui Litman, John Hardie y Aaron Goldblatt. Mi agradecimiento en particular a Terry Mayeux que me dio los animos que necesitaba para terminar los ultimos capitulos del libro. Me gustaria tambien expresar mi gratitud a mi editora, Susanne Kirk, y a mi agente, Nancy Yost, por su amistad y su competencia profesional. Sin olvidar, aunque los cite en ultimo lugar, a mis padres, Mary y Charlie Darden, por su apoyo incondicional.

En verdad el pecado es causa de todo este dolor.

Pero todo ira bien, todo ira bien y

todas las cosas sin excepcion iran bien.

Juliana of Norwich, siglo xv.

1

Jasmine Dent apoyo la cabeza sobre la almohada y cerro los ojos. La morfina recubre la mente como el terciopelo de un melocoton, penso adormilada, y sonrio levemente ante la metafora. Por un rato floto entre el sueno y la vigilia, consciente de los sonidos lejanos que entraban por la ventana abierta, asi como de la luz del sol que fluia a traves de los pies de su cama, pero incapaz de levantarse.

Sus primeros recuerdos eran de calor y polvo, y la prematura calidez de esa tarde de abril conjuraba olores y sonidos que bailaban en su mente como espectros perdidos. Jasmine se pregunto si las lentas, largas horas de su ninez seguirian encerradas en alguna celda de su cerebro, esperando estallar sobre su conciencia con la lucidez que se atribuye a los recuerdos de los moribundos.

Habia nacido en la India, en Mayapore, hija de la disolucion del Imperio britanico. Su padre, un funcionario menor, habia transcurrido la guerra en un despacho oscuro. En 1947, opto por quedarse en la India y mantenerse con su pension del ICS *.

De su madre tenia pocos recuerdos. Cinco anos despues del nacimiento de Jasmine, habia dado a luz a Theo y murio tan discretamente como habia vivido. No dejo mas que una leve fragancia de rosas inglesas que en la mente de Jasmine se mezclaba con el golpe de los postigos al cerrarse y con el zumbido de los insectos.

Un peso suave en la cama devolvio a Jasmine a la conciencia. Levanto la mano y hundio los dedos en el pelo mullido de Sidhi, abrio los ojos para mirarse la mano, las articulaciones nudosas, fragiles puentes de piel y musculos. El cuerpo del gato, una mancha negra sobre la colcha de un rojo anaranjado, vibro contra su cadera.

Al cabo de un rato, Jasmine hizo una ultima caricia a la lustrosa cabeza del gato y se incorporo con dificultad, sentandose en el borde de la cama, y se palpo automaticamente el cateter del pecho. Instalar una cama de hospital en su salon habia eliminado la claustrofobia que habia sentido al verse confinada durante largas temporadas en el pequeno dormitorio. Rodeada por sus cosas, con el ventanal abierto sobre el jardin y el sol de la tarde, la reduccion de su mundo se le hacia mas soportable.

Primero tomaba el te, luego lo que pudiera aprovechar de la comida que le dejaba Meg, y despues se acomodaba para pasar la tarde delante de la tele. Un plan con pocos estimulos, que daba el mismo peso a cada acto; era la tecnica que habia adoptado para llegar al final del dia.

Se levanto haciendo palanca sobre la cama y fue arrastrando los pies hasta la cocina, envuelta en los colores brillantes de un caftan indio de seda. Nada de insulsas franelas britanicas, aunque ahora los pliegues del caftan le caian como ropa colgada a secar. Algun accidente genetico la habia dotado de un aspecto mas exotico de lo que le correspondia por su parentesco ingles: el cabello y los ojos oscuros y un trazo delicado la habian convertido en objeto de burla entre sus companeras inglesas de la escuela que habian permanecido en Calcuta. Pero ahora, con el cabello oscuro muy corto y los enormes ojos en el delgado rostro, se la veia delicada, y a pesar de su enfermedad, mas joven de lo que era.

Puso la tetera a hervir y se apoyo en la repisa de la ventana, descorrio el pestillo y se asomo al jardin de abajo.

Sus expectativas se cumplieron: el comandante, con las tijeras de podar en mano, patrullaba por el jardin del tamano de un sello vestido con su uniforme de ancho jersey gris y pantalones de franela, listo para atajar cualquier ramita insubordinada. Levanto la cabeza y saludo con las tijeras. Jasmine le invito: «?Una taza de te?». El asintio y ella volvio junto a los fogones para llevar a cabo, cuidadosamente, el ritual de la preparacion del te.

Jasmine saco los tazones hasta los peldanos que bajaban de su piso al jardin. El comandante vivia en la planta baja y consideraba el jardin como su territorio. Duncan, el vecino de arriba, y ella eran solo espectadores privilegiados. Las tablas del peldano superior chocaron contra sus huesos cuando se sento.

El comandante subio agilmente y se sento a su lado, aceptando el tazon con un grunido.

– Precioso dia -dijo, a modo de agradecimiento-. Esperemos que dure. -Dio un sorbo al te, al tiempo que se le escapaba un pequeno silbido entre el bigote-. ?Ha estado bien hoy?

La miro un momento de reojo y luego volvio a observar la profusion de narcisos y tulipanes.

– Si -respondio Jasmine con una sonrisa, pues el comandante era un hombre de pocas palabras en cualquier circunstancia. Sus breves comentarios equivalian para el a un monologo, y aquella pregunta era la unica referencia que hacia siempre a su enfermedad. Bebieron en silencio, absorbiendo el calor del te tanto como el del ultimo sol de la tarde que penetraba en sus pieles, hasta que Jasmine dijo:

– Me parece que nunca habia visto el jardin tan bonito como esta primavera, comandante. ?Soy yo, que aprecio las cosas mas estos dias, o de verdad esta mas bonito este ano?

– ?Mmmm! -mascullo el, hundido en su taza, y se aclaro la garganta para desempenar la dificil tarea de responder-. Puede ser. El tiempo ha sido favorable. -Fruncio las cejas y paso los dedos por el borde de las tijeras, comprobando que no hubiera oxido-. Aunque los tulipanes casi se han pasado ya.

No iba a permitir que los tulipanes duraran mas alla de su apogeo. Al primer petalo que cayera, el

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