Los telefonos seguian sonando. Los desconecte y comence a tamborilear con los dedos. Ya solo faltaban diez minutos. De tener que producirse algun cambio en el hipervinculo, ya habria ocurrido. Puse la mano en el raton y aspire profundamente.

Sono el busca.

Yo no estaba de guardia aquella noche. Aquello significaba que se trataba de un error, lo que era frecuente entre los empleados de noche de la clinica o de una llamada personal. Volvio a sonar. Debia de ser de una urgencia. Mire la pantalla.

Era una llamada del sheriff Lowell y senalaba urgente.

Ocho minutos.

Me quede un momento pensativo, no mucho. Cualquier cosa, lo que fuera, antes que seguir enfrascado en mis cavilaciones. Decidi llamarlo.

Tambien Lowell supo quien lo llamaba antes de coger el aparato.

– Siento molestarle, doc -ahora me llamaba doc, como si hubieramos comido en el mismo plato-, solo queria hacerle una simple pregunta.

Puse la mano sobre el raton, movi el cursor sobre el hipervinculo y pulse. El navegador de la red cobro vida.

– Usted dira -dije.

Esta vez el navegador tardo un poco mas. No aparecio el mensaje de error.

– ?Le dice a usted algo el nombre de Sarah Goodhart?

Por poco dejo caer el telefono.

– ?Doc?

Aparte el aparato y fije en el los ojos como si acabara de materializarse en la mano. Iba reuniendo una pieza tras otra. Cuando recupere la voz, volvi a acercarme el aparato al oido.

– ?Por que me lo pregunta?

En la pantalla del ordenador comenzaba a aparecer algo. Yo lo miraba de reojo. Era como uno de esos anuncios que se ponen en el cielo. O en las calles. A eso se le habria podido comparar. Desde hacia un tiempo eran frecuentes en la red. A mi me resultaban utiles a veces los de trafico, sobre todo para saber que retraso habia por las mananas en la circulacion por el puente de Washington.

– Es una historia muy larga -dijo Lowell.

– Lo volvere a llamar, entonces -conteste. Necesitaba librarme de el.

Colgue. Sarah Goodhart. Si, aquel nombre me decia algo. Me decia mucho.

?Que demonios estaba ocurriendo?

El navegador dejo de cargar. En la pantalla aparecio la escena de una calle en blanco y negro. El resto de la pagina estaba vacia. No habia rotulos ni titulos. Sabia que era posible bajar solo parte del contenido. Esto era lo que ahora aparecia en pantalla.

Comprobe el reloj del ordenador.

Eran las 6:12.18 p.m.

La camara enfocaba una esquina con mucho ajetreo, desde unos cuatro metros y medio de la acera. No sabia de que esquina se trataba ni a que ciudad pertenecia. Se trataba evidentemente de una ciudad importante. La mayoria de los peatones circulaban de derecha a izquierda, casi todos con la cabeza baja, los hombros caidos, cargados con las carteras, agotados despues de una jornada de trabajo, camino probablemente del tren o del autobus. En el extremo de la derecha se veia el bordillo. Los viandantes aparecian a oleadas, coordinadas a buen seguro con el cambio de las luces de un semaforo.

Frunci el entrecejo. ?Por que me enviaban aquella imagen?

El reloj senalo en ese momento las 6:14.21 p.m. Faltaba menos de un minuto.

Segui con los ojos clavados en la pantalla, contando el paso del tiempo como en la vispera de Ano Nuevo. Se me acelero el pulso. Diez, nueve, ocho…

Otra oleada de seres humanos circulo de derecha a izquierda. Aparte los ojos del reloj. Cuatro, tres, dos. Espere conteniendo la respiracion. Al volver a mirar el reloj, lei:

6:15.02 p.m.

No habia ocurrido nada. Pero ?acaso podia esperar otra cosa?

La oleada de seres humanos disminuyo y, una vez mas, por espacio de uno o dos segundos, aparecio la pantalla desierta de gente. Volvi a recostarme en el respaldo, respiraba afanosamente. A buen seguro, era una broma. Una broma pesada, por descontado. De mal gusto, incluso. Sin embargo…

Precisamente en ese momento aparecio alguien debajo mismo de la camara. Como si aquella persona hubiera estado escondida alli todo el tiempo.

Me incline hacia delante.

Era una mujer. No podia decir otra cosa puesto que estaba de espaldas. Llevaba el cabello corto, pero era evidente que se trataba de una mujer. Desde el angulo donde yo me encontraba no me era posible distinguir los rostros. Aquel era uno mas. Pero solo al principio.

La mujer se detuvo. Mire a la parte superior de su cabeza, casi como esperando que la levantara. Dio otro paso. Ahora estaba en el centro de la pantalla. Paso alguien mas. La mujer estaba inmovil. De pronto dio media vuelta y levanto lentamente la barbilla hasta encararse con la camara.

Se me paro el corazon.

Me lleve el puno a la boca y ahogue un grito. Me costaba respirar. No podia pensar. Se me llenaron los ojos de lagrimas y me resbalaron por las mejillas. No las enjugue.

La mire. Y ella me miro.

Otro grupo de peatones atraveso la pantalla. Algunos toparon con ella, pero ella no se movio. Tenia los ojos fijos en la camara. Levanto una mano como si quisiera tocarme con ella. La cabeza me daba vueltas. Era como si alguien hubiera cortado el hilo que me unia a la realidad.

Me quede flotando en el aire sin poder hacer nada.

Seguia con la mano levantada. Lentamente consegui tambien levantar la mano. Roce con los dedos la superficie calida de la pantalla tratando de enlazar mi mano con la suya. Note que mis ojos volvian a llenarse de lagrimas. Acaricie suavemente el rostro de aquella mujer hasta sentir que mi corazon se rompia en pedazos y al mismo tiempo se enardecia.

– Elizabeth -musite.

Todavia se quedo uno o dos segundos mas. Despues articulo unas palabras a la camara. Aunque no podia oirlas, las lei en sus labios.

– Lo siento -dijeron los labios de mi esposa muerta.

Y despues se alejo.

4

Vic Letty miro a uno y otro lado antes de entrar renqueando en la sala de Buzones de Correo Etc del centro comercial. Recorrio con la mirada toda la sala. No lo miraba nadie. Perfecto. Vic no pudo reprimir una sonrisa. El chanchullo que habia urdido no podia fallar. Habria sido imposible descubrirlo, lo que le permitiria hacerse rico de golpe.

Vic habia comprendido que la clave de todo estaba en los preparativos. Los preparativos eran lo que marcaba la diferencia entre los buenos y los excelentes. Los buenos se limitaban a tapar sus huellas. Los excelentes se preparaban para todas las eventualidades.

Lo primero que hizo Vic fue hacerse con un carnet de identidad falso del desgraciado de su primo, Tony. Despues, sirviendose del carnet falso, Vic alquilo un buzon de correos bajo un nombre supuesto: UYS Enterprises. Ingenioso o no, usaba un carnet de identidad falso y un seudonimo. O sea que aun en el supuesto de que alguien hubiera pretendido sobornar al tio del mostrador, aunque alguien hubiera descubierto quien habia alquilado el buzon a nombre de UYS Enterprises, lo unico que habria averiguado habria sido que era un tal Roscoe Taylor, el nombre del carnet falso del que se habia servido Vic.

No habia posibilidad de dar con Vic.

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