en que se desataba en salvajes ataques de ira, estallidos de colera verdaderamente terrorificos. Estos no iban dirigidos tanto a la gente que queria como al mundo en general. Las estupideces del mundo le asombraban y, bajo su jovialidad y buen humor, uno percibia a veces un profundo poso de intolerancia y desprecio. En casi todo lo que escribia se percibia el filo de la irritacion y el combate, y a lo largo de los anos fue adquiriendo fama de problematico. Supongo que se lo merecia, pero en ultima instancia esto era una pequena parte de su personalidad. La dificultad estriba en definirle de un modo concluyente. Sachs era demasiado imprevisible para eso, tenia un espiritu demasiado amplio e ingenioso, demasiado lleno de ideas nuevas para quedarse en el mismo sitio mucho tiempo. A veces me resultaba agotador estar con el, pero nunca aburrido. Sachs me tuvo en vilo durante quince anos, desafiandome y provocandome constantemente, y mientras estoy aqui sentado tratando de explicar como era, apenas puedo imaginar mi vida sin el.

– Estoy en desventaja contigo -dije, bebiendo un sorbo del bourbon de mi vaso recien lleno-. Tu has leido casi cada palabra que he escrito y yo no he visto ni una linea tuya. Vivir en Francia tenia sus ventajas, pero estar al dia sobre los libros norteamericanos no era una de ellas.

– No te has perdido mucho -dijo Sachs-. Te lo aseguro.

– De todas formas, me siento un poco avergonzado. Aparte del titulo, no se ni una palabra de tu libro.

– Te regalare un ejemplar. Asi no tendras ningun pretexto para no leerlo.

– Ayer lo busque en unas cuantas librerias…

– No te preocupes, ahorrate el dinero. Tengo unos cien ejemplares y estoy encantado de librarme de ellos.

– Si no estoy demasiado borracho, empezare a leerlo esta misma noche.

– No hay prisa. Al fin y al cabo es solo una novela y no debes tomartela demasiado en serio.

– Yo siempre me tomo en serio las novelas. Sobre todo cuando me las regala el autor.

– Bueno, este autor era muy joven cuando escribio el libro. Tal vez demasiado joven. A veces lamenta haberlo publicado.

– Pero pensabas leer algun fragmento de el esta tarde. No puede parecerte tan malo, entonces.

– No digo que sea malo. Es joven, simplemente. Demasiado literario, demasiado orgulloso de su propia inteligencia. No se me ocurriria escribir algo asi hoy. Y si todavia tengo algun interes en es unicamente por el lugar donde fue escrito. El libro mismo no significa mucho para mi, pero supongo que todavia le tengo apego al lugar donde nacio.

– ?Y que lugar es ese?

– La carcel. Empece a escribir el libro en la carcel.

– ?Quieres decir una carcel de verdad? ?Con celdas cerradas y barrotes? ?Con numeros impresos en la pechera de la camisa?

– Si, una carcel de verdad. La penitenciaria federal de Danbury, Connecticut. Fui huesped de ese hotel durante diecisiete meses.

– Dios santo. ?Y como acabaste alli?

– Fue muy sencillo, en realidad. Me negue a entrar en el ejercito cuando me llamaron a filas.

– ?Fuiste objetor de conciencia?

– Quise serlo, pero rechazaron mi solicitud. Supongo que ya conoces la historia. Si perteneces a una religion que predica el pacifismo y se opone a todas las guerras, hay una posibilidad de que tengan tu caso en consideracion. Pero yo no soy cuaquero ni adventista del Septimo Dia, y lo cierto es que no me opongo a todas las guerras, solo a esa guerra. Desgraciadamente, era la unica en la que pretendian que participase.

– Pero ?por que ir a la carcel? Habia otras alternativas. Canada, Suecia, incluso Francia. Miles de personas se fueron a esos paises.

– Porque yo soy un terco hijo de puta, por eso. No queria huir. Sentia que tenia la responsabilidad de enfrentarme a ellos y decirles lo que pensaba, y no podia hacerlo a menos que estuviese dispuesto a correr ese riesgo.

– Asi que escucharon tu noble declaracion y luego te encerraron.

– Por supuesto. Pero valio la pena.

– Supongo. Pero esos diecisiete meses debieron ser espantosos.

– No fue tan malo como se podria pensar. Alli dentro no tienes que preocuparte de nada. Te dan tres comidas al dia, no tienes que lavarte la ropa, toda tu vida esta planificada de antemano. Te sorprenderia cuanta libertad te proporciona eso.

– Me alegro de que puedas bromear al respecto.

– No estoy bromeando. Bueno, quizas un poco. Pero no sufri en ninguno de los aspectos que probablemente estas imaginando. Danbury no es una prision de pesadilla como Attica o San Quintin. La mayoria de los reclusos eran delincuentes de guante blanco, delitos de desfalco, evasion de impuestos, extender cheques sin fondos, esa clase de cosas. Tuve suerte de que me mandaran alli. Pero la principal ventaja era que yo estaba preparado. Mi caso duro meses y, como siempre supe que iba a perderlo, tuve tiempo de acostumbrarme a la idea de la carcel. No era uno de esos desgraciados que estan siempre abatidos, contando los dias, haciendo una cruz en otro casillero del calendario cada noche al acostarse. Cuando entre alli, me dije: esto es lo que hay; aqui es donde vives ahora, tio. Los limites de mi mundo se habian estrechado, pero yo seguia vivo, y mientras pudiese continuar respirando, tirandome pedos y pensando mis pensamientos, ?que importaba donde estuviera?

– Es extrano.

– No, nada extrano. Es como el viejo chiste de Henny Youngman. El marido llega a casa, entra en el cuarto de estar y ve un puro encendido en un cenicero. Le pregunta a su mujer que es eso, pero ella finge no saberlo. Aun mosqueado, el marido empieza a registrar la casa. Cuando entra en el dormitorio, abre el armario y se encuentra alli a un desconocido. “?Que hace usted en mi armario?”, pregunta el marido. “No lo se”, tartamudea el otro, temblando y sudando. “Todo el mundo tiene que estar en alguna parte.”

– De acuerdo, te entiendo. Pero de todas formas debia haber algunos tipos muy duros contigo en aquel armario. No debio resultar muy agradable.

– Pase algunos momentos de apuro, lo reconozco. Pero aprendi a arreglarmelas bastante bien. Fue la unica vez en mi vida en que mi aspecto raro resulto util. Nadie sabia que pensar de mi y al cabo de algun tiempo convenci a la mayoria de los otros internos de que estaba loco. Te pasmarias al ver que la gente te deja completamente en paz cuando piensan que estas pirado. En cuanto tienes esa expresion en los ojos, quedas inoculado contra los problemas.

Y todo porque querias defender tus principios.

– No fue tan duro. Por lo menos siempre supe por que estaba alli. No tuve que torturarme con remordimientos.

– Yo tuve suerte en comparacion contigo. No pase las pruebas fisicas a causa del asma y nunca tuve que volver a preocuparme del asunto.

– Asi que te fuiste a Francia y yo me fui a la carcel. Los dos nos fuimos a alguna parte y los dos hemos vuelto. Asi pues, ahora estamos los dos en el mismo sitio.

– Es una forma de verlo, supongo.

– Es la unica forma de verlo. Nuestros metodos fueron diferentes, pero los resultados fueron exactamente los mismos.

Pedimos otra ronda de copas. Esa llevo a otra, y luego a otra, y despues a una tercera. En medio, el camarero nos invito a un par de copas por cuenta de la casa, un acto de amabilidad que recompensamos rapidamente animandole a servirse una para el. Luego la taberna empezo a llenarse de clientes y nosotros fuimos a sentarnos a una mesa del fondo. No recuerdo todo lo que hablamos, pero el principio de aquella conversacion lo tengo mucho mas claro que el final. Para cuando llegamos a la ultima media hora o tres cuartos, tenia tanto bourbon en el cuerpo que literalmente veia doble. Esto no me habia sucedido nunca y no tenia ni idea de como lograr que el mundo volviese a estar enfocado. Cada vez que miraba a Sachs, veia dos. Parpadear no me ayudaba y sacudir la cabeza solo servia para que me mareara. Sachs se habia convertido en un hombre con dos cabezas y dos bocas, y cuando finalmente me puse de pie para marcharme, recuerdo que me cogio con sus cuatro brazos justo cuando yo estaba a punto de caerme. Probablemente fue una buena cosa que hubiese dos Sachs aquella tarde. Yo era casi un peso muerto y dudo que un solo hombre hubiese podido llevarme.

Solo puedo hablar de las cosas que se, las cosas que he visto con mis propios ojos y escuchado con mis propios

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