inquietante.

Simmons se froto la frente. Llevaban ya varios metros de ascension y sentia un ligero dolor de cabeza debido a la menor densidad del aire. Era un hombre alto y delgado, de piel palida cubierta de pecas. Simmons no aparentaba para nada sus treinta y ocho anos, y su mata de pelo pelirrojo despeinado le daba un aire todavia mas juvenil.

Franklin fue a un lado de la carretera y desaparecio en la oscuridad de la maleza durante unos minutos, luego su sombra cruzo la carretera y volvio a desaparecer unos minutos mas. Al regresar sostenia cuatro varillas cortas de plastico verde.

– Son antenas para los sensores, -explico-. El mes pasado descubri los sensores. Me preguntaba por que los camuflados me descubrian tan rapidamente. Aparecian a los veinte minutos de tomar este camino. Luego llamaban al sheriff y habia problemas.

– ?Como encontro los detectores? -pregunto Simmons mientras se aseguraba de que la micrograbadora de activacion por la voz del bolsillo de su chaqueta se activaba.

– Utilice un receptor que registra frecuencias de banda. Conduje por la zona y me pare cuando capte que algo estaba transmitiendo, -dijo Franklin-. Exactamente a cuatrocientos noventa y cinco con cuarenta y cinco megaherzios.

– ?Para que cuatro antenas?, -pregunto Simmons- ?No bastaria con dos?

– Estan desplegadas en pares a cada lado del camino, -repuso Franklin negando con la cabeza-. De este modo pueden saber en que direccion vas segun el orden en que se activan. -Franklin hablaba rapido, tenia ganas de impresionar a Simmons con sus conocimientos.

Esta simple logica tranquilizo a Simmons por un momento. Por primera vez se pregunto si no se estaria excediendo en sus posibilidades. Al constatar que el Area 51 no se encontraba en ningun mapa topografico y que todos los caminos que llevaban a la reserva de Nellis estaban senalizados con postes de acceso prohibido y advertencias en rojo, Simmons habia buscado ayuda. Conocio a Franklin en Rachel, una localidad situada en la carretera 375 que circulaba por el noreste de la reserva de Nellis. Los expertos en ovnis habian coincidido en que Franklin era la persona capaz de llevarlo a echar un vistazo al Area 51, el lugar que el piloto de las Fuerzas Aereas estaba sobrevolando cuando fue abordado por el control Dreamland y por aquel objeto desconocido que el piloto vio.

A Simmons no le sorprendio que Franklin fuera un joven con barba que mas parecia estudiar poesia en la universidad que conducir a la gente a visitar instalaciones secretas del gobierno. Trabajaba en una pequena casa destartalada desde la que publicaba un folleto informativo para aficionados a los ovnis. Se emociono al ver las credenciales y el historial de publicaciones de Simmons. Por lo menos, alguien con cierta credibilidad y prestigio se ponia en el camino que habia trazado, y prometio a Simmons llevarlo tan cerca como le fuera posible del Area 51, el nombre en clave con que se conocia el complejo de Groom Lake.

Simmons se pregunto si tal vez Franklin era el «Capitan» que le habia enviado la cinta y la carta pero no lo creia. No parecia haber ninguna necesidad de subterfugios y Franklin parecia verdaderamente sorprendido de verlo. Veinte minutos antes habian pasado ante el Buzon del camino de tierra, donde habia dos coches y una furgoneta aparcados. Los avistadores de ovnis saludaron cuando el Bronco paso. El Buzon, un pequeno y desvencijado buzon metalico situado al lado del camino, era el ultimo lugar seguro para observar el cielo del complejo de Groom Lake/Area 51. A Johnny le parecio que los avistadores no se sorprendian al ver pasar la furgoneta de Franklin. Este puso de nuevo en marcha el vehiculo y avanzo unos treinta metros.

– Los sensores captan vibraciones de los vehiculos que pasan, pero no de las personas andando o los animales. Luego, transmiten la informacion a quienquiera que este encargado de la seguridad del lugar. Sin las antenas no pueden transmitir. Ahora estamos fuera de cobertura. Vuelvo en un segundo

Bajo del vehiculo y volvio a desaparecer durante unos minutos para atornillar de nuevo las antenas en los sensores.

Avanzaron unos tres kilometros por el camino, luego Franklin salio de la carretera y aparco al abrigo de una gran sierra que se erigia hacia el oeste como un muro negro, solido e inclinado: la White Sides Mountain. Simmons descendio del vehiculo siguiendo el ejemplo de Franklin.

– Va a hacer frio, -dijo Franklin en voz baja mientras sacaba una pequena mochila que se hallaba en la parte trasera de la furgoneta.

Simmons se alegro de haber cogido un jersey de mas. Se lo puso y luego volvio a colocarse la chaqueta encima. En Rachel habia hecho una temperatura agradable, pero tras la puesta de sol la temperatura se habia desplomado.

Los dos se giraron al oir un gran estruendo procedente del este. El ruido era cada vez mas fuerte. Franklin senalo el cielo con el dedo.

– Alli. ?Ve esas luces que se mueven? -dijo mientras con la nariz hacia un ruido en senal de mofa-. Algunos de los que acampan por la zona del Buzon confunden las luces en movimiento de los aviones con ovnis. Cuando un avion esta en su ruta final de vuelo, las luces parecen estar suspendidas en el aire, sobre todo cuando entra directamente por encima del Buzon.

– ?Es el 737 que me comento? -pregunto Simmons.

Franklin se rio nervioso.

– No, no lo es.

El avion giro sobre sus cabezas y a continuacion desaparecio por encima de la White Sides Mountain para ir a aterrizar al otro lado. Al cabo de unos treinta segundos llego otro avion igual al primero.

– Son aviones de transporte de las Fuerzas Aereas, del tipo mediano, seguramente Hercules C130. Se oyen los motores de turbopropulsion. Deben de estar transportando algo. Todo el equipo y las provisiones se llevan al Area 51 en avion.

El ruido de los motores aumento, se prolongo durante unos minutos y luego volvio a reinar el silencio.

Franklin tendio la mano.

– La camara.

Simmons dudo. La Minolta con teleobjetivo de largo alcance que colgaba de su cuello era parte de su indumentaria, como su jersey.

– Ese fue el trato, -dijo Franklin-. Si el sheriff aparece, habra muchos menos problemas. En mi oficina ya vio los negativos y las fotos que he tomado del complejo. Las tome a la luz del dia y con una camara mejor que esta. Son mejores que las que podria conseguir de noche incluso con una pelicula especial y con una gran exposicion.

Simmons se quito la camara, la perdida del peso alrededor de su cuello le incomodo. No le gustaba la idea de tener que pagar a Franklin unas fotografias que podia tomar el mismo. Ademas, ?que pasaria si descubrian algo? Antes de partir habia visto que Franklin ponia una camara en la mochila. Simmons vio el truco: si ocurria algo, Franklin queria tener fotos en exclusiva y ganarse un sobresueldo vendiendo fotografias propias. Entrego la camara al joven y este la cerro en la parte trasera de la camioneta. Franklin sonrio y sus dientes brillaron con la luz de la luna que resplandecia sobre sus cabezas.

– ?Listo?

– Listo, -dijo Simmons.

– Vamos alla.

Franklin tomo aire varias veces, luego se encamino hacia un atajo situado en la escarpada falda de la montana y empezo a avanzar de forma resuelta. Simmons lo seguia. El ruido de sus botas contra el terreno poco firme y pedregoso resultaba sorprendentemente fuerte en la oscuridad a medida que iba ascendiendo.

– ?Cree que nos habran descubierto? -pregunto Simmons.

Franklin se encogio de hombros y su gesto se perdio en la oscuridad.

– Bueno, sabemos que los sensores no nos han captado. Si alguno de los vigilantes camuflados en la oscuridad ha visto avanzar mi furgoneta por la carretera, el sheriff estara aqui en media hora. Veremos las luces desde arriba. Los camuflados, que son los encargados de la seguridad del perimetro externo del complejo, vienen en coche por este lado de la montana. Si ven que llevamos camaras, es posible que vengan antes. Otra razon por la que no hay que llevarlas. El hecho de que no hayamos visto a nadie significa que es muy probable que no nos hayan descubierto. Si es asi, podremos pasar toda la noche aqui arriba sin ser molestados.

– ?Las Fuerzas Aereas no se cabrean con usted por inmiscuirse en sus instalaciones? -pregunto Simmons cuando Franklin reemprendio la marcha.

– No lo se. -Franklin se rio de nuevo. El sonido era irritante para Simmons-. Imagino que si, si supiesen que soy yo. Pero, como no lo saben, que se jodan. Todavia estamos en territorio civil y asi nos mantendremos durante todo

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