dos montones de papeles que tenia delante.- Me parece que voy a tener que llevarmelos a casa. Muy bien, Marion, puede cerrar y marcharse.
– Ya no le queda tiempo para trabajar. No olvide que esta noche tiene una cena a las siete y cuarto en la Casa Blanca.
– Eso tambien puede ser trabajo -dijo el haciendo una mueca.
La secretaria siguio vacilando; finalmente en su insipido y alargado rostro se dibujo una reticente sonrisa.
– Yo… yo queria felicitarle, senor Collins, al cumplirse su primera semana como secretario de Justicia. Todos estamos muy contentos de tenerle aqui. Buenas noches.
– Buenas noches, Marion. Se lo agradezco.
Una vez se hubo marchado la secretaria, Collins se quedo contemplando el gran sobre de papel manila que esta le habia entregado. En la actualidad raras veces se recibian buenas noticias del FBI, de modo que solo a reganadientes decidio abrir el sobre.
Saco lo que parecian ser media docena de paginas de estadisticas mecanografiadas. Habia, ademas, una carta, o mejor dicho, una nota manuscrita. A traves de aquella aspera caligrafia que ya le era familiar, de la excentrica puntuacion, de las impacientes abreviaturas, supo que la nota la habia escrito el director Vernon T. Tynan aun antes de ver la firma.
Presa de la curiosidad, Collins empezo a leer la nota.
Collins dejo la nota y examino los «Informes de Criminalidad» pasando lentamente las paginas. En el ultimo mes, comparando con el anterior, los delitos violentos, incluidos los asesinatos, habian experimentado un incremento de un dieciocho por ciento, las violaciones habian aumentado un quince por ciento, los robos y los atracos a mano armada un treinta por ciento y los desordenes en general un veinte por ciento.
Dejo las paginas de Tynan y se puso a revisar otras estadisticas, estadisticas que tenia en su propia mente. Como consecuencia de aquella creciente ola de criminalidad, las carceles estaban llenas a rebosar. Cinco anos antes, habia anualmente, en uno u otro momento, cosa de unos dos millones de reclusos en los doscientos cincuenta establecimientos penitenciarios mas importantes del pais. Ahora, a pesar de los esfuerzos realizados con vistas a poner coto a los transgresores de la ley, a pesar de los cuarenta y cinco mil abogados y agentes del FBI que trabajaban por cuenta del Departamento de Justicia, a pesar de las tres divisiones especiales del ejercito a las que el Pentagono habia encomendado el control interno, a pesar de los veintidos mil millones de dolares que se iban a invertir aquel ano en el obligado cumplimiento de la ley (el presupuesto de 1960 no habia sido mas que de tres mil quinientos millones), el indice de criminalidad seguia ascendiendo en espiral. Al parecer, ya no era posible hacer remitir el cancer por medio de la fuerza. Dentro de un ano, este se encontraria en su fase terminal, anunciando la muerte de la sociedad organizada.
Se reclino en su asiento y se cubrio el pecho con las manos como si rezara. Era el periodo mas oscuro de la historia norteamericana desde la guerra civil, de eso estaba seguro. La anarquia y el terror crecian de dia en dia. Cuando uno se despertaba por la manana, no sabia si iba a llegar a ver la noche. Cuando uno se acostaba por la noche no sabia si despertaria por la manana. Cada dia, al despedirse de Karen con un beso antes de trasladarse al trabajo, experimentaba la aterradora incertidumbre de que tal vez no la encontrara viva (ni a ella ni al hijo que llevaba en sus entranas) cuando regresara a casa.
Sintio que la invisible garra del miedo le aferraba el estomago. No era la primera vez. Momentaneamente, sus pensamientos se apartaron del caos que reinaba en las calles y se centraron en la autocompasion. No habia duda de que el, el y Tynan… ocupaban los peores y mas desesperados cargos de la Tierra.
La autocompasion le llevo a una especie de morbida autofascinacion. Entonces, ?por que el, Christopher Collins, considerado, modesto, discreto, egoista a veces aunque tambien podia ser objetivo, habia aceptado aquel imposible cargo de funcionario numero uno del cumplimiento de la ley y director del mas importante bufete juridico de la nacion?
?Habia llegado hasta alli sin firmes convicciones (a no ser, tal como Ishmael Young habia sugerido, la de que era necesario reestructurar la sociedad democratica) ni soluciones, solo por ambicion de poder? ?Lo habia hecho para halagar su propio orgullo? ?Tal vez para cumplir un deber patriotico? ?Por la desinteresada sensacion de que podia desempenar una buena labor? ?O tal vez habia sido victima de algun rasgo masoquista o suicida de su personalidad?
No lo sabia. Esta noche, por lo menos, no.
Y entonces percibio el sonido del telefono. Se volvio hacia la izquierda, de cara al mueble de roble en el que descansaba la hilera de botones, y vio que se habia encendido la lucecita correspondiente a las comunicaciones personales (la reservada a las llamadas de Karen y de los amigos, distinta a las que estaban reservadas al presidente, el director o el secretario adjunto Ed Schrader).
– Aqui Collins -dijo descolgando el aparato.
– Carino, espero no interrumpir nada…
Era la voz de Karen.
– No, no. Estaba simplemente repasando unos asuntos de ultima hora. ?Como estas?
Ella no le contesto directamente.
– Se que esta noche vamos a cenar. Queria cerciorarme de la hora en que pasara a recogerme tu chofer. ?Es a las siete?
– A las siete menos cuarto. Te reuniras conmigo a las siete. Tenemos que estar en la Casa Blanca quince minutos mas tarde. El presidente quiere que seamos puntuales. Vamos a presenciar por television los programas especiales desde Nueva York y Ohio. ?Ya te has vestido?
– Estoy vestida por debajo. Y bien maquillada. Solo me falta ponerme algo encima. ?Como va a ser la reunion? ?Puedo ponerme el vestido de punto rojo?
– Ponte cualquier cosa sencilla. La secretaria dijo que iba a ser de caracter informal.
– Supongo que bastara el vestido de punto rojo. Sera casi la ultima vez que pueda ponermelo antes de que se me empiece a ver el estomago.
– ?Ha habido hoy alguna actividad?
– ?Donde? Ah, te refieres a eso. Algunos puntapies de prueba.
– Estupendo. Los Redskins necesitan un buen delantero. Aun no me has contestado a la pregunta… ?como estas por lo demas?
– Supongo que bien, dentro de lo que cabe.
– ?Como dentro de lo que cabe? ?Que quieres decir?
Collins ya lo sabia, pero tenia que preguntarselo de todos modos.
– Bueno, ya sabes mi opinion acerca de estas grandes reuniones protocolarias. Solo te he acompanado a la Casa Blanca una vez, cuando estuvimos en el Comedor de Gala con los Baxter. Fue mas bien enojoso. Pero esta vez… Has dicho que iba a ser una pequena reunion de caracter intimo, asi que va a ser doblemente horrible. No sabre que decir.
– No tendras que decir maldita la cosa. Todos estaremos mirando la television.