– Zsadist, si continuas tratandome como una copa de cristal, voy a volverme loca en los proximos dieciseis meses.
– Escucha, mujer, no quiero que resbales sobre este hielo. Llevas tacones altos.
– Oh, por amor el Amor de la Virgen…
El cerro su puerta del coche, la beso rapidamente, entonces le puso el brazo alrededor de la cintura y la condujo al camino principal de una gran casa estilo Tudor. Exploro la yarda cubierta de nieve, el dedo del gatillo le picaba como el infierno.
– Zsadist, quiero que dejes la pistola a un lado antes de conocer a mi hermano.
– No hay problema. Estaremos en la casa para entonces.
– No vamos a aventurarnos alli. Estamos en medio de ninguna parte.
– Si piensas que voy a tomar incluso la mas ligera oportunidad contigo y mi hijo, estas perdiendo la cabeza.
Sabia que estaba siendo sobre protector como el infierno, pero no podia evitarlo. Era un hombre emparejado. Con una mujer embarazada. Habia algunas pocas cosas, sobre el planeta, mas agresivas o peligrosas. Y esos bastardos se llamaban huracanes y tornados.
Bella no discutio con el. En vez de ello sonrio y cubrio la dura mano sobre su cintura con una de las suyas.
– Supongo que deberias ser cuidadoso con lo dices.
– ?Que quieres decir? -La movio frente a el cuando llegaron a la puerta, bloqueandola con su cuerpo. Odiaba el porche iluminado. Los hacia demasiado llamativos. Cuando apago la cosa con su mente, ella se rio-. Siempre te quise a ti para emparejarme.
El le beso el lado del cuello.
– Bueno, obtuviste tu deseo. Estoy profundamente emparejado. De manera profundamente emparejada. Profunda, profunda, ultra.
Cuando se inclino hacia delante y golpeo con el llamador de cobre, su cuerpo entro en completo contacto con el de ella. Ella hizo un pequeno sonido de ronroneo desde lo profundo de su garganta y se restrego contra el. El se congelo.
Oh, Dios. Oh… no, el estaba instantaneamente erecto. Todo lo que habia hecho era captar un pequeno movimiento de ella y tenia una enorme ereccion.
La puerta se abrio de golpe. El esperaba ver un
Mierda. La madre de Bella, Z oculto el arma en la pequena pistolera de su espalda y se aseguro que su chaqueta de doble pecho estuviese abotonada hasta abajo. Entonces unio sus manos justo enfrente de su cremallera.
El se habia vestido tan conservadoramente como era posible, con el primer traje que habia usado nunca. E incluso calzaba un par de lujosos mocasines. Habia querido llevar un cuello alto para cubrir la cinta esclava de su garganta, pero Bella habia prohibido eso, y suponia que ella tenia razon. No habia ocultado lo que habia sido, y alli no lo haria. Ademas, no importaba que estuviese vestido igual, y aunque fuese un miembro de la Hermandad, la glymera nunca lo aceptaria -no solo por que habia sido usado como esclavo de sangre, sino por lo que parecia.
Aunque, la cosa era, que Bella no tenia ninguna utilidad para ellos, y el tampoco. Asi que iba a intentar montar un espectaculo cortes para su familia.
Bella se adelanto.
– Mahmen.
Cuando ella y su madre se abrazaron formalmente, Z entro en la casa, cerro la puerta, y miro alrededor. La mansion era formal y rica, propia de la aristocracia, pero el no daba una mierda por las cortinas y el papel pintado. Lo que aprobo eran los contactos de seguridad de litio en todas las ventanas. Y los receptores laser en los umbrales. Y los detectores de movimiento sobre el techo. Enormes puntos por todo eso. Enormes.
Bella dio un paso atras. Estaba rigida junto de su madre, y el podia ver el por que. Era obvio por el vestido y todos esos diamantes que la mujer era una aristocrata de corazon duro. Y los aristocratas tendian a ser tan acogedores como un monton de nieve.
– Mahmen, este es Zsadist. Mi companero.
Z se preparo cuando su madre le echo un vistazo de la cabeza a los pies. Una.
Dos… y si, una tercera vez.
Oh, tio… Esta iba a ser una tarde realmente larga.
Entonces se pregunto si la mujer sabia que el habia dejado tambien embarazada a su hija.
La madre de Bella se adelanto y el espero a que ella extendiese una mano. Ella no le ofrecio nada. En vez de eso sus ojos se humedecieron.
Fantastico. ?Ahora que iba a hacer?
La madre de ella cayo a sus pies, su vestido negro ahuecado alrededor de esos lujosos mocasines que llevaba.
– Guerrero, gracias. Gracias por traer a mi Bella a casa.
Zsadist se quedo mirando a la mujer durante un latido y medio de corazon.
Entonces se agacho y la levanto gentilmente del suelo. Mientras la sostenia torpemente, miro a Bella… quien estaba mostrando la clase de expresion que la gente reservaba generalmente para las proezas de magia. Una mas grande que el infierno, mezclada con admiracion.
Cuando su madre se separo y se limpio cuidadosamente los ojos, Bella se aclaro la garganta y pregunto:
– ?Donde esta Rehvenge?
– Estoy aqui mismo.
La profunda voz fluyo desde la oscura habitacion, y Zsadist echo un vistazo a la izquierda hacia un enorme hombre con un baston.
Mierda. Oh… mierda. Esto no estaba sucediendo.
El Reverendo. El hermano de Bella era ese encrestado, ojos violetas, duro trasero de traficante de drogas… quien, segun Phury, era por lo menos medio
Que enloquecida pesadilla. Tecnicamente la Hermandad deberia echar su trasero de la ciudad. En vez de eso Z estaba mirando a la companera dentro de la familia de ese tio. Dios, ?Bella sabia siquiera lo que era su hermano? Y no solo la parte del traficante de drogas…
Z la miro. Probablemente no, sus instintos se lo decian. Sobre ambos asuntos.
– Rehvenge, este es…Zsadist -dijo ella.
Z miro al hombre otra vez. El par de profundidades purpuras le devolvieron la mirada sin parpadear, pero bajo la calma habia un parpadeo de la misma clase de sagrado infierno que Z estaba sintiendo. Amigo… ?Exactamente como iban a jugar a esto?
– ?Rehv? -murmuro Bella-. Um… ?Zsadist?
Rehvenge sonrio con frialdad.
– Asi que, ?Vas a emparejarte con mi hermana ahora que la has prenado? ?O solo es una visita social?
Las dos mujeres dejaron escapar sendos gritos de asombro y Zsadist sintio destellos negros en sus ojos. Cuando indico a Bella que se trasladase a su lado, descubrio a penas sus colmillos. Estaba haciendo todo lo que podia para no avergonzar a nadie, pero si el aviador dejaba escapar alguna linea mas como esas de su boca, Z iba a arrastrar al hermano de Bella a fuera y sacarle a golpes una disculpa por molestar a las damas.
Estaba malditamente orgulloso de si mismo cuando solo siseo un poco.
– Si, voy a emparejarla. Deja de hacerte el duro, civil, y puede que te invitemos a la ceremonia. De otra manera, estas fuera de la lista.
Los ojos de Rehvenge destellaron. Pero entonces se rio repentinamente.
– Tranquilo, aqui, hermano. Solo quiero asegurarme que mi hermana estara cuidada.
El hombre tendio su mano. Zsadist encontro su gran palma a medio camino.
– Eso es cunado, para ti. Y lo estara, no te preocupes por ello.
EPILOGO