Vio a un oficial de policia con uniforme caqui agachado y dispuesto a saltar. Sharon Fields se aparto de la ventana.

– Hola y adios, atontado -dijo encaminandose hacia la puerta principal.

La abrio, salio al porche y saludo con la mano al policia que estaba descendiendo del helicoptero.

Desconcertado y perdido, Malone miro a su alrededor buscando freneticamente algun medio de escapar.

Sabia que era inutil porque ella ya se habia reunido con la policia y pronto empezaria a contarles la historia. Sin embargo, le resultaba imposible quedarse alli.

Retrocedio, se agacho, se dirigio al salon y despues corrio hacia el pequeno cuarto, el cuarto de bano y la pequena estancia que les habia servido de dormitorio temporal, abrio la puerta del cobertizo de los coches y salio al exterior por la parte de atras de la vivienda.

Miro a su alrededor y descubrio un alto seto de alhenas -evidentemente un trabajo de jardineria debido al propietario ausente de aquel refugio-muy descuidado y frondoso.

Corrio hacia el mismo, se arrojo al suelo y se introdujo a gatas entre una abertura del denso follaje.

Oculto tras las hojas, se comprimio contra la roca que habia a su espalda.

Estaba cayendo la noche y el se encontraba acorralado e impotente, temblando en la oscuridad en su calidad de ultimo miembro del Club de los Admiradores, esperando lo inevitable y el final de su ya resquebrajado sueno.

Oculto alli en medio de la creciente oscuridad con los musculos entumecidos, los huesos rigidos y el juicio trastornado, no tenia la menor nocion del tiempo que habia transcurrido.

Media hora, una hora, tal vez mas.

Le parecio que habia transcurrido una eternidad antes de escuchar las voces de sus perseguidores y el ruido de la puerta del cobertizo al abrirse y antes de distinguir tres pares de pantalones uniformados y un par de torneadas piernas formando un grupo a cosa de unos cuatro metros de distancia.

La luz de una linterna estaba recorriendo el seto. Contuvo el aliento y cerro los ojos fuertemente mientras la luz se filtraba a traves de los verdes arbustos casi iluminandole antes de pasar de largo.

Otra vez las voces.

– Bueno, creo que ya esta todo arreglado -estaba diciendo una recia voz varonil-.

Me parece que esta noche no nos queda nada mas por hacer, senorita Fields. Usted se ha encargado de todo.

?Y dice que se encuentra bien?

– Me encuentro perfectamente bien, capitan Culpepper.

– ?Y esta segura de que no habia otros complices, senorita Fields? Malone se acurruco si cabe para evitar que se oyeran los apresurados latidos de su corazon.

Al final escucho su respuesta, aquella voz gutural que tan caracteristica le era.

– Estoy segura, capitan -estaba diciendo-. Habia tres, no mas y todos han muerto y les hemos ajustado, las cuentas.

– Muy bien, senorita Fields, muchas gracias. -Era de nuevo la voz del capitan Culpepper-. Creo que por ahora es suficiente.

– Malone adivino que se estaban alejando porque la voz del capitan se estaba perdiendo-.

Debo decirle, senorita Fields, que es usted una muchacha extraordinaria. No se de ninguna otra mujer capaz de sobrevivir a semejante suplicio como usted lo ha hecho.

Es todo lo que siempre habia oido contar de usted. Bueno, creo que ya ha sufrido bastantes penalidades.

Es hora de que regrese a la civilizacion y a su casa. La trasladaremos directamente a Los Angeles en helicoptero para que pueda evitar a la prensa.

Les indicaremos por radio al senor Zigman y a la senorita Wright que se reunan con nosotros en Bel Air.

Otra voz masculina.

– Capitan, ?desea que me quede aqui esta noche?

– No, no creo, sargento. No es necesario. Enviaremos inmediatamente a un equipo para que levante el cadaver y manana, cuando se haga de dia, procuraremos localizar el otro cadaver.

Bueno, senorita Fields, ha sido un final feliz como en…

Se cerro la puerta y cesaron las voces.

Malone lanzo al final un suspiro de alivio. Era tarde, muy tarde, en realidad pasada ya la medianoche, cuando Adam Malone con todas las fibras de su ser debilitadas por la fatiga, descendio finalmente de las colinas y llego a las afueras de Arlington.

No habia descansado desde que el helicoptero de la policia habia despegado alejandose y el habia abandonado su escondite.

A excepcion de los espectros de sus antiguos companeros, pudo decirse que estuvo solo. Se encontraba solo en medio de la carniceria de Mas a Tierra y todo aquello se le antojaba pavoroso y hubiera deseado dejarlo a sus espaldas cuanto antes.

Trabajando silenciosamente con rapidez y eficacia, recogio todos sus efectos personales, elimino de todos los objetos cualquier senal susceptible de delatarle y se lo guardo todo en la bolsa de lona.

Doblo el saco de dormir.

Regreso temblando al dormitorio principal y al Lecho Celestial para echar un ultimo vistazo y observo que el cadaver de Shively habia sido cubierto con una sabana blanca.

Busco la revista que le habia prestado a Sharon, aquella de la que habia eliminado su nombre, la rompio en pedazos y, junto con otras cosas susceptibles de delatarle, la arrojo al excusado y echo el agua.

Despues, tomando unas cuantas toallitas, se encargo de llevar a cabo la labor mas enojosa.

Tras procurar no eliminar las huellas digitales de Sharon, sin quitar el polvo de algunos lugares en los que solo podrian encontrarse las huellas de esta, recorrio una a una todas las estancias desde el dormitorio principal hasta la puerta del cobertizo de los coches, limpio cuidadosamente todas las superficies, todos los objetos, todos los muebles, y todos los utensilios de cocina en los que hubieran podido haber delatoras huellas digitales y al final se acordo de la maletita vacia que iba a dejar junto con el equipaje de los demas y la limpio tambien con sumo esmero.

Tras lo cual, con la bolsa conteniendo sus efectos personales colgada de un hombro y el saco de dormir colgado del otro, abandono el refugio y se alejo del valle ascendiendo dificultosamente monte arriba.

Desde lo alto de la loma se detuvo una vez para mirar hacia atras y contemplo la oscura silueta de lo que habia deseado que fuera su castillo y el territorio que habia tenido intencion de convertir en su bosque de ciervos.

Y despues prosiguio su marcha alrededor del Mount Jalpan.

Al llegar al claro, se adentro en el bosquecillo y, no sin cierta dificultad, localizo el cacharro en la oscuridad retirando, del mismo, el camuflaje.

Coloco sus pertenencias en la parte de atras del pequeno vehiculo, lo saco de su escondrijo y piso el freno maniobrandolo de tal forma que los faros delanteros enfocaran el lugar en que habia descubierto el cadaver de Leo Brunner.

Despues descendio del vehiculo, se acerco al cadaver de Brunner, lo asio por los tobillos y lo arrastro hasta el borde del claro donde pudiera verlo la policia cuando pasara por alli al dia siguiente.

Mas tarde o mas temprano, los restos del viejo serian enterrados como es debido.

Respeto para los ancianos. Respeto para los muertos. Respeto para los respetables y para aquel que figuraria para siempre al lado de Armand Peltzer y el doctor Harvey Crippen en el Quien Es Quien de la criminalidad.

Tras lo cual abandono el Mount Jalpan a bordo del cacharro, paso frente a la Camp Peter Rock y se detuvo una vez para desprenderse de sus efectos personales y del saco de dormir arrojandolo todo a una profunda hondonada cubierta de maleza.

Poco antes de llegar al rancho McCarthy, desvio el cacharro de la carretera y avanzo con el por una zona rocosa e intransitada.

Alli aminoro la marcha y se adentro en una barranca.

Una vez abajo, apago los faros y recorrio todo el interior del vehiculo asegurandose de que no quedaba ninguna huella dactilar.

Y despues abandono la barranca, cruzo los campos en direccion a la carretera e inicio el largo recorrido a traves del rancho McCarthy para dirigirse a las carreteras que le alejarian de aquella zona montanosa y le conducirian a Arlington.

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