Penso que en lugar de llamar a su abuela, llamaria al 091. Eso le habia ensenado su madre a hacer, si necesitaba ayuda 'de verdad'. Pero hasta aquel momento no era el caso.

– Muy bien, senora Dornan, describame a su hijo -dijo el policia mientras esperaba que se calmara.

– Tiene siete anos y es bajo para su edad -respondio Catherine.

Notaba el tono chillon en su voz. Estaban sentados en un coche patrulla, delante de Saks, cerca del lugar donde se habian detenido para escuchar al violinista. Sintio la mano de Michael que, tranquilizadora, le cogia la suya.

– ?De que color tiene el cabello? -pregunto el policia.

– Como el mio-contesto Michael-. Algo pelirrojo. Ojos azules, pecas… y le falta uno de los dientes de delante. Llevamos los pantalones y las chaquetas iguales, salvo que la suya es azul y la mia, verde. Y es flaco.

El policia miro a Michael con expresion aprobadora.

– Eres muy util, muchacho. Muy bien, senora, ?ha dicho que le falta el monedero? ?Cree que se le ha caido o que alguien se acerco a usted? Me refiero a si piensa que ha sido un carterista.

– No lo se -respondio Catherine-. No me importa el monedero. Pero cuando di dinero a los ninos para el violinista, tal vez no lo meti bien en el bolso.

– Estaba bastante lleno, y quiza se me cayo.

– ?Es posible que su hijo lo recogiera y decidiera hacer unas compras…?

– No, no, no -lo interrumpio Catherine con cierto enfado al tiempo que sacudia la cabeza con fuerza-. Por favor, no pierda el tiempo contemplando esa posibilidad.

– ?Donde vive usted, senora? Lo digo por si desea avisar a alguien.

– El policia vio la alianza en la mano de Catherine-. ?A su marido?

– Mi marido se encuentra ingresado en el hospital Sloan-Kettering, muy enfermo. Se preguntara donde nos hemos metido. De hecho, tenemos que ir a verlo enseguida. Nos esta esperando. -Catherine puso la mano en la manija de la portezuela del patrullero-. Soy incapaz de seguir aqui sentada. Tengo que buscar a Brian.

– Senora Dornan, difundire de inmediato la descripcion de Brian. Dentro de tres minutos, todos los policias de Manhattan lo estaran buscando. Ya sabe, quiza se haya alejado un poco y se ha perdido. A veces pasa. ?Viene al centro a menudo?

– Viviamos en Nueva York, pero nos fuimos a Nebraska -le explico Michael-. Venimos a visitar a mi abuela todos los veranos. Vive en la calle Ochenta y siete. Llegamos la semana pasada porque mi padre tiene leucemia y tenian que operarlo. Fue a la facultad de medicina con el cirujano que lo ha operado.

Aunque Manuel Ortiz hacia solo un ano que era policia muchas veces habia estado en contacto ya con el dolor y la desesperacion, y vio ambas cosas en los ojos de aquella joven senora. Tenia a su marido muy enfermo, y ahora habia desaparecido su hijito. Era evidente que en cualquier momento podia sufrir un shock.

– Papa se dara cuenta de que ha ocurrido algo -dijo Michael preocupado-. Mama, ?por que no vas a verlo?

– Senora Dornan, ?que le parece si deja a Michael con nosotros? Nos quedaremos aqui, por si Brian trata de volver mientras todos nuestros efectivos lo buscan. Pedire que se haga un rastreo por la zona y usaremos megafonos para que se ponga en contacto con nosotros, si esta perdido por aqui. Hare que un coche la lleve al hospital y la espere alli.

– ?Se quedara usted aqui?

– Por supuesto.

– Michael, ?tendras los ojos bien abiertos por si ves a Brian?

– Claro, mama, buscare a ese gilipollas.

– No lo llames… Pero en aquel momento Catherine vio la expresion en los ojos de su hijo. 'Trata de convencerme de que Brian este bien, y el tambien.'

Rodeo al chico con sus brazos y sintio el abrazo breve y reticente que este le devolvia.

– Animo, mama -dijo.

Jimmy Siddons maldijo en silencio mientras cruzaba el patio oval del bloque de apartamentos Stuyvesant Town, cerca de la avenida B. El uniforme que le habia quitado al guardian de la carcel le daba un aspecto respetable, pero resultaba demasiado peligroso llevarlo por la calle. Se las habia arreglado para birlar un abrigo ronoso y un gorro de lana del carrito de un indigente. Ayudaban un poco, pero tenia que encontrar otra ropa, algo mas decente.

Tambien necesitaba un coche. Alguno que nadie echara de menos hasta la manana siguiente; uno que estuviera aparcado por toda la noche, el tipico coche de los residentes de clase media de Stuyvesant Town: tamano mediano, marron o negro, con la misma pinta que cualquier otro Honda, Toyota o Ford de la carretera. Nada elegante.

Aun no habia encontrado el apropiado. Vio que un tipo salia de un Honda y decia a su acompanante:

– ?Que bien volver casa!

Pero era uno de esos bolidos de un rojo brillante que llamaban la atencion.

Un chico joven paso en un trasto viejo y aparco a unos metros. Por el ruido del motor, Jimmy no iria ni hasta la esquina en aquello. Solo le faltaba estar en la autopista y tener una averia, penso.

Hacia frio y empezo a sentir hambre. Diez horas en coche, se dijo, y llegaria a Canada, donde Paige se reuniria con el y los dos desaparecerian de nuevo. Era la primera novia de verdad que tenia, y lo habia ayudado mucho en Detroit. Jimmy sabia que el anterior verano no lo habrian pillado si hubiese estudiado a fondo aquella gasolinera. Tendria que haber inspeccionado mejor el lugar y darse cuenta de que habia un lavabo al lado de la oficina, en lugar de dejarse sorprender por un poli fuera de servicio cuando apuntaba al empleado.

Al dia siguiente estaba de regreso en Nueva York, a enfrentarse al juicio por el asesinato de un policia.

Se cruzo con una pareja de ancianos que le sonrio.

– Feliz Navidad -dijeron ambos.

Jimmy respondio con una amable inclinacion de cabeza, y presto atencion a las palabras de la mujer:

– Ed, ?como no has dejado los regalos para los ninos en el maletero? En los tiempos que corren, ?quien deja las cosas a la vista en un coche toda la noche?

Jimmy doblo en la esquina y se interno en las sombras, sobre el cesped, mientras observaba como la pareja se detenia junto a un Toyota oscuro. El hombre abrio la portezuela y del asiento trasero saco un caballito de balancin que tendio a la mujer y otra media docena de paquetes envueltos en papel de regalo. Con su ayuda, metio todo en el maletero, cerro el coche y regreso a la acera.

– Espero que el telefono este bien en la guantera-oyo Jimmy decir a la mujer.

– Por supuesto. Aunque para mi es una perdida de dinero. Me muero por ver la expresion de Bobby cuando abra los paquetes manana.

Luego volvieron la esquina y desaparecieron. Lo que significaba que desde su apartamento no verian que el coche habia desaparecido.

Espero diez minutos y se encamino hacia el vehiculo.

Unos copos de nieve se arremolinaban a su alrededor. Al cabo de dos minutos salia de alli conduciendo. Eran las cinco y cuarto. Se dirigio al apartamento de Cally, en la Diez y la B. Sabia que su hermana se sorprenderia de verlo, y que no se alegraria de ello. Probablemente pensaba que el no sabia su direccion. ?Acaso creia que el no tenia forma de seguirle la pista, incluso desde Riker's Island?, Se pregunto.

'Hermana mayor -penso mientras conducia por la calle Catorce-, ?prometiste a la abuela que cuidarias de mi!' 'Jimmy necesita que lo orienten. Anda en malas companias, y se deja arrastrar con mucha facilidad', habia dicho la abuela. Sin embargo, Cally no habia ido ni una vez a la carcel a visitarlo. Ni una sola vez. El ni siquiera habia tenido noticias de ella.

Deberia andarse con mucho cuidado. Estaba seguro de que la policia vigilaria el edificio de Cally. Pero eso tambien lo tenia calculado. Conocia aquel barrio, y sabia como entrar en el edificio por los tejados desde el otro lado de la manzana. Habia llevado a cabo un par de robos alli cuando era un muchacho.

Conociendo a Cally, sabia que aun guardaria ropa de Frank en el armario. Habia estado loca por el, y seguramente tendria fotografias suyas por toda la casa. Nadie diria que su marido habia muerto antes del nacimiento de Gigi.

Y sabiendo como era ella, se imagino que al menos tendria algo de pasta para que su hermanito pagara el peaje de la autopista. El encontraria la manera de convencerla de que mantuviera la boca cerrada hasta que se encontrara a salvo en Canada, con Paige.

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